Desde la geopolítica
Monroe vs Bolívar: edición Venezuela 2024
La semana pasada Venezuela volvió a ser foco mediático de la región. El domingo 28 de julio se celebraron elecciones presidenciales, que generaron muchas opiniones polarizadas en redes sociales. Por un lado, el Consejo Nacional Electoral indica que Maduro ganó la elección con el 51% de votos (6 millones 408 mil 844) contra el 43% (5 millones 326 mil 104) obtenido por Edmundo González Urrutia, candidato del bloque opositor. Por el otro lado, el partido de María Corina Machado anunció que contaba con más del 70% de las actas y que estas le daban la victoria a González Urrutia por un 67% de votos (7 millones 156 mil 462) contra un 30% de Maduro (3 millones 241 mil 461).
Por cierto, estas elecciones fueron adelantadas y pactadas en el “Acuerdo parcial sobre la promoción de derechos políticos y garantías electorales para todos los venezolanos”, mejor conocido como el “Acuerdo de Barbados de 2023”. Allí, Maduro y diversos líderes de la oposición convinieron diversos puntos para celebrar las elecciones. Una jugada estratégica que sirvió para que Estados Unidos relajara las sanciones al régimen de Maduro.
En este artículo quiero ir más allá de la elección y analizar dos aspectos que suelen excluir de la ecuación: 1) la lucha ideológica y 2) la geopolítica.
Muchos analistas piden revisar esto sin ideologías, pero la realidad es que en Venezuela también hay una lucha ideológica por parte de facciones políticas diferentes. Entonces pedir analizar este tema sin ideologías es como querer sumar sin el signo de más (+). Se requiere de entender ambas visiones ideológicas para discernir los intereses geopolíticos en juego.
COMORENDER EL CONTEXTO
El conflicto ideológico no es reciente, se remonta hasta la época de Hugo Chávez e incluso tiene raíces en la época colonial y el siglo XIX. En el continente americano hubo tres grandes independencias que influyeron en la región: la Independencia de las 13 colonias, la de Venezuela y la de México. La Independencia de Venezuela en 1811 fue liderada por Simón Bolívar, quien planteaba la unidad de los países latinoamericanos en una “Patria Grande” y un rechazo a cualquier tipo de injerencia extranjera. A esta corriente política se le conoce como bolivarianismo, o latinoamericanismo y sus planteamientos se pueden encontrar en “La carta de Jamaica”.
Por su parte, luego de la independencia de las 13 colonias, Estados Unidos desarrolló una teoría geopolítica basada en el rechazo al injerencismo europeo en la región. Esta visión ideológica se conoce como “la doctrina Monroe” y nació durante un discurso del presidente James Monroe. En ese entonces, Estados Unidos temía que las potencias europeas se volvieran poderosas y recuperaran sus colonias en América, por lo que consideraban cualquier injerencia europea en América como una amenaza a sus intereses, y por ende, podían intervenir. Esta corriente ideológica, junto con el Destino Manifiesto, marcó el inicio de la política expansionista del vecino del norte.
Los espíritus de ambas ideologías políticas siguieron vivos hasta el siglo XX y XXI, cuando comenzó la creación de organismos internacionales en América. Por un lado, Estados Unidos promovió la creación de la Organización de Estados Americanos, y por el lado contrario, se crearon organismos como UNASUR y la CELAC. Esta última específicamente tenía la intención de crear un espacio latinoamericano sin la participación de Estados Unidos (en congruencia con el espíritu bolivariano). Con esto lo que quiero resaltar es que los organismos internacionales no son neutros, nunca lo fueron, sino que nacieron con intereses geopolíticos para cada parte.
¿Y hoy que sucede con esa lucha? Con respecto a los organismos, la OEA intentó pasar una resolución para exigir la publicación inmediata de las actas. Un total acto de injerencismo, porque Venezuela ya no pertenece a la OEA desde abril de 2019. ¿Entonces cómo le exigen algo a un país que ni siquiera forma parte de su organización? Ahora, con respecto a los bandos, Estados Unidos ya reconoció al opositor Edmundo González Urrutia como ganador, repitiendo el esquema que realizó con Juan Guaidó (2019). A este se le sumaron Argentina, Ecuador, Costa Rica, Uruguay, Panamá y Perú. En el otro bando, Cuba, Rusia, China y Bolivia reconocieron y felicitaron a Maduro. La división entre bolivarianismo y monroísmo sigue vigente.
Existe otro bloque intermedio, que adoptó una postura diplomática más prudente, al evitar reconocer o pronunciarse y en cambio solicitar la transparencia y difusión de las actas. Me refiero a Colombia, Brasil y México; que hasta el momento, parece que serán los únicos tres países que podrán liderar diálogos con ambas partes. De hecho, México ya había auspiciado conversaciones entre el gobierno de Maduro y la oposición. Así que aún con todas las críticas, solo estos tres países podrían ser los puentes diplomáticos para soluciones pacíficas. (Continuará)