La geopolítica de la elección de Estados Unidos
Demócratas y republicanos se enfrentan en una contienda con repercusiones geopolíticas decisivas.
El martes 5 de noviembre Estados Unidos celebrará elecciones presidenciales. Las fórmulas contendientes son Kamala Harris (presidencia) y Tim Walz (vicepresidencia) por el partido demócrata; mientras que el Partido Republicano competirá con Donald Trump (presidencia) y J. D. Vance (vicepresidencia). Y las preguntas que todo el mundo se hace son: ¿quién va arriba en las encuestas? Y ¿quién va a ganar? La primera pregunta es fácil de responder con los sondeos y las encuestas de encuestas. Pero la segunda pregunta es un dolor de cabeza, ya que en EE. UU. no se gana la presidencia por voto popular.
Aquí en México cada persona a la casilla, se forma, recibe su boleta, tacha la opción de su preferencia y deposita el voto en la urna. Al final se computan todos los votos y la candidatura con mayor cantidad de votos a su favor resulta ganadora. En Estados Unidos la elección presidencial es mucho más compleja. De entrada, es una elección indirecta, esto significa que hay un intermediario entre el electorado y la candidatura ganadora. Este intermediario se llama “Colegio Electoral”.
Cada uno de los 50 estados tiene un número determinado de votos del Colegio Electoral, según la cantidad de escaños asignados en la Cámara de Representantes y el Senado. En total hay 538 grandes electores en el Colegio Electoral, y estos están repartidos por estados. Por ejemplo, California tiene 55, Texas 38, Florida 29 y otros más chicos, como Wyoming, apenas reúnen 3.
Primero, cada persona debe registrarse para votar, no como en México que el INE ya cuenta con el padrón electoral, según la cantidad de credenciales vigentes. Además, las personas en su registro indican cómo realizarán su voto, ya que algunos estados permiten votos anticipados y votos por correo. Después, las personas registradas asisten a la urna y votan por un candidato, pero su voto no se asigna directamente a la candidatura, sino que se cuenta para un grupo de electores. Entonces, este grupo de electores vota por un candidato en el Colegio electoral y al final, la candidatura con más votos es quien se lleva el triunfo en ese estado.
La regla que explica esto es la de “el ganador se lo lleva todo”, ( the winner takes it all, en inglés). Si en Utah, que tiene 6 votos, gana la candidatura A, entonces esa se lleva los 6 votos del colegio electoral. Y si luego gana en Vermont, que da 3 votos, entonces se lleva esos 3 votos y se suma a los anteriores, sumando 9 votos. Y así, conforme ganen en más estados, van sumando esa cantidad al número final. Con excepción de Maine y Nebraska que no siguen la regla del “winner takes it all” y utilizan un sistema de distribución proporcional.
¿Entonces cómo se gana la presidencia de Estados Unidos?
BASTIONES ELECTORALES REPARTIDOS
Las candidaturas deben ganar el Colegio Electoral en ciertos estados para reunir como mínimo 270 votos. Esta dinámica hace que la elección se vuelva un juego de estrategia, porque no es necesario ganar en todos los estados, ni siquiera es necesario ganar en el voto popular. Con que se gane en ciertos estados que en conjunto sumen más de 270 votos, ya está asegurado el triunfo. Y también esto hace que ciertos estados sean muy peleados. Por ejemplo, no es lo mismo competir en Wyoming que solo da 3 votos a competir en Pensilvania que da 20 votos.
Cada partido tiene sus bastiones electorales. Por ejemplo, Texas tiene tradición de votar republicano, mientras que California suele pintarse de azul. Pero existen otros estados que cambian su voto y resultan clave para lograr la tan anhelada suma de 270 votos. A estos se les conoce como “estados péndulos o pendulares”, “ swing states”, o “estados bisagra”. Y en esta elección hay al menos 7 en juego: Nevada (6), Arizona (11), Georgia (16), Carolina del Norte (16), Pensilvania (19), Michigan (11) y Wisconsin (10). Es decir, 89 votos en total del Colegio Electoral.
Arizona es un estado fronterizo y el tema de la inmigración será clave en esa elección. Además, este estado había votado republicano hasta 2020, que votó demócrata. Por su parte, Georgia no había sido ganado por los demócratas desde 1992, con Bill Clinton. Hasta que Biden logró ganar en ese estado en 2020. Wisconsin y Michigan forman parte del llamado “muro azul” que le dio el triunfo a Biden en 2020, pero ambos estados fueron republicanos en 2016 cuando Trump contendió. Nevada ha sido bastión demócrata pero las promesas de Trump de reducir impuestos podrían hacer que este estado “vire”, al igual que el tema migratorio. Pensilvania será un arduo campo de batalla. No hay que olvidar que allí sucedió el primer atentado contra Trump. Y finalmente, Carolina del Norte es gobernada por los demócratas con Roy Cooper, pero en 2020 Trump ganó en ese estado. Harris va arriba en las encuestas, por diferencias de 2-4% frente a Trump. Pero la elección no se definirá en el voto popular, sino en los 7 estados péndulo.