OPINIÓN

Esperanza: del miedo al cambio
31/01/2025

Una fuerza estática que puede llegar a paralizar la voluntad

Las cifras reveladas recientemente por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, a través de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, presentan un panorama alarmante: 6 de cada 10 mexicanos considera inseguro su entorno. En otras palabras, el miedo gobierna sus vidas, lo que, por supuesto, explica el carácter sombrío de su destino.

Aunque la consulta se basa en percepciones, su impacto en la psique colectiva puede erosionar la confianza, la esperanza y la posibilidad de una transformación positiva. En cuanto a la esperanza, quiero señalar que, desde mi punto de vista, no es una fuerza estática que puede llegar a paralizar la voluntad, como alguna vez creyeron los griegos, sino que se reinventa, se adapta, se fortalece y encuentra nuevas formas de lucha.

En el mito de la caja de Pandora, los dioses confiaron a esta bella y curiosa mujer una caja con la firme advertencia de no abrirla jamás. Sin embargo, impulsada por su insaciable curiosidad, Pandora desobedeció y al abrirla desató todos los males que asolan a la humanidad: enfermedad, sufrimiento, tristeza y muerte. En su desesperado intento por cerrarla, logró retener solo la esperanza, el último refugio en medio de la adversidad.

No obstante, para los griegos la esperanza no era vista como un consuelo ni mucho menos un regalo, sino como una desgracia. Más que un bien, se consideraba un mal, una tensión negativa, ya que esperar es estar siempre en falta de algo. Es desear lo que aún no se tiene y, en consecuencia, sentirse incompleto. Cuando se espera sanar, se reconoce la enfermedad; cuando se espera un trabajo, se revela la carencia de empleo; cuando se espera ser rico, se admite la pobreza. La esperanza era, pues, el eterno recordatorio de lo que falta, más que la promesa de lo que podría llegar.

Difiero de esa antiquísima creencia. Considero que la esperanza no es un defecto ni un vicio que nos arrastra a la pasividad; todo lo contrario. Es un motor movilizador de la conducta, un poder que nos impulsa a actuar para lograr lo que deseamos. En lugar de mantenernos estancados en la espera, nos lleva a poner manos a la obra, a trabajar por aquello que anhelamos, convirtiéndose en la chispa que enciende el deseo de cambiar nuestra realidad.

Esta apreciación encuentra respaldo en la denominada "Teoría de la esperanza" del psicólogo estadounidense Rick Snyder, quien realizó importantes investigaciones para comprender su naturaleza e impacto en el comportamiento y el bienestar humano.

Snyder propone que la esperanza es más que una simple ilusión; se trata de un proceso cognitivo complejo que abarca el establecimiento de objetivos, la planeación y la resolución de problemas. Su teoría resalta la importancia de la esperanza para fortalecer la resiliencia, mantener la motivación y generar resultados positivos en diversos aspectos de la vida. En otras palabras, explora cómo este pensamiento influye en el logro de metas, lo que me lleva a recordar aquel viejo dicho que afirma que "una visión esperanzadora sin planeación ni acción no es más que un sueño guajiro".

De acuerdo con Snyder, el binomio fundamental para que la esperanza deje de ser un deseo vacío y se convierta en un camino que nos impulse a lograr lo que deseamos, está compuesto por la fuerza de voluntad y la fuerza de acción. En resumen: es querer y es hacer, pasar de la fantasía a lo posible. Curiosamente, un influyente filósofo griego, Aristóteles, la definió como "el sueño del hombre despierto".

CANDILEJAS

Ante la adversidad, no debemos someter el espíritu a una espera pasiva ni a la ilusión de que otros resuelvan las cosas. La esperanza es la fuerza que transforma el miedo en acción y el vacío en una oportunidad para construir un futuro mejor.





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