Un fantasma recorre México

El 19 de junio de 1867, en el Cerro de las Campañas, en la ciudad de Querétaro

El 19 de junio de 1867, en el Cerro de las Campañas, en la ciudad de Querétaro, fue fusilado Maximiliano de Habsburgo, junto a Miguel Miramón y Tomás Mejía, y con ese acto el gobierno liberal de Benito Juárez mandó un mensaje a las potencias mundiales, principalmente las europeas, en el sentido de que esta tierra era una nación en formación, pero fuerte, y que de manera tajante rechazaba dos puntos: la monarquía como sistema de gobierno, y la presencia invasora de otro país en esta nación.

          Eso fue hace poco más de siglo y medio, y al igual que entonces hoy en día existen mexicanos que están convocando al crecimiento de la extrema derecha en la partición político electoral a través de la conformación este 2025 de cuando menos un partido político que se ostente bajo ese signo. Pero hay que reconocer que la presencia de los conservadores no desapareció de la oferta político religiosa, a tal grado que se hace necesario recordar que, por ejemplo, en junio de 2017 cuando se cumplieron ciento cincuenta años de la gesta del Cerro de las Campanas, se celebró un acto religioso en recuerdo de quien se ostentara como emperador de México entre 1864 y 1867.

          La invitación a dicho evento estuvo engalanada con un retrato de Maximiliano y con la reproducción del escudo heráldico de su "gobierno", y decía lo siguiente: "Es un honor invitarle en nombre de Don Carlos Habsburgo Lorena a la misa por el 150 aniversario de la muerte del emperador Maximiliano de México". Y a renglón seguido compartía el día, la hora y el lugar del evento, así como el tipo de vestimenta a portar: "Iglesia de San Ignacio de Loyola. Horacio esq. Moliere, Polanco. Lunes 19 de junio, 19:30 horas. Formal. Ciudad de México, 2017".

          La Asociación Monarquista Mexicana fue la encargada de la organización de este acto, el cual sumado al que con el mismo motivo se viene realizando año con año en la Iglesia de La Profesa, templo ubicado en el Centro Histórico de la capital del país e identificado desde tiempos ancestrales con la parte más trasnochada de la Iglesia católica, muestran de manera clara que cierto sector de la sociedad mexicana todavía sueña con y anhela tener la sangre azul, y no por ser aficionado al equipo de futbol Cruz Azul, o por ser militante del PAN, que quede claro.

          Y también vale la pena tener presente que ese sector de la población no sólo ha dado esta muestra de su concepción de Nación, sino que, por ejemplo, Felipe Calderón siendo presidente nacional del PAN y antes de ser presidente del país, llevó a cabo un evento paralelo al gubernamental con motivo del Grito de Independencia, y en él gritó vivas y arribas en honor de Agustín de Iturbide, quien se ostentó como Agustín I y encabezó el primer gobierno monárquico de México.

          Otra muestra de que este pensamiento sigue presente en cierto sector, pequeño pero con acceso a ámbitos importantes del día a día, ha sido el rescate de estos personajes de la vida nacional a través de libros, programas de televisión y demás pretextos académicos, y entonces no resulta extraño que las librerías ofrecen textos sobre Maximiliano, Iturbide y su nieto. Pero este rescate no se circunscribe a personajes que se ostentan como de sangre azul, sino que abarca otros afines a éstos, como son la Mariscala y, sobre todo, Porfirio Díaz, a quien incluso se hace referencia, a manera de homenaje, en los nombres de establecimientos comerciales como cafeterías y restaurantes que en tiempos recientes proliferan en las plazas comerciales del país.

          Entonces, si prospera la intención de El Yunque de formar un partido político de extrema derecha clerical, y si por circunstancias ajenas a la mayoría de la población en algún momento accede al poder presidencial, se vale especular que se harán oficiales las conmemoraciones en recuerdo de Maximiliano, de Iturbide y de Porfirio Díaz, y por lo mismo ese fantasma de la ultraderecha que actualmente recorre el territorio nacional habrá cobrado cuerpo y las misas tendrán el carácter de evento político oficial, el presidente a la vez será el líder de la iglesia, la Catedral Metropolitana de la capital del país sustituirá al Palacio Nacional, el Congreso de la Unión sesionará en la Basílica de Guadalupe utilizando el púlpito como si fuera la máxima tribuna del país,  sus militantes pasarán a ser la grey, y sus discursos políticos tendrán el carácter de homilías y sermones. Pero si esto llega a suceder, entonces sí como diría mi abuela, sería muy bueno que Dios nos agarre confesados. (*Escritor, colaborador de Presente)