Desde la Geopolítica
20/02/2025
Los planes estadounidenses para renombrar el Golfo de México
En otra edición les conté que el proyecto geopolítico de Trump tiene ambiciones talasopolíticas en cuatro espacios geo-estratégicos: 1) Canadá, 2) Groenlandia, 3) El Canal de Panamá y 4) El Golfo de México. En esta columna les hablaré sobre este último, ya que como mexicanos necesitamos conocer lo que pretenden hacer. O más bien, lo que pretendían hacer desde 2012.
El 7 de febrero de 2012, Steve Holland, diputado de Mississippi, por el partido Demócrata, propuso la "House Bill 150", titulada "Gulf of America; body of water south of Mississippi shall be known as, for all official purposes." ( Golfo de América; cuerpo de agua al sur de Mississippi se conocerá, para todos los fines oficiales, como tal). En ella sugería cambiar el nombre del Golfo de México al Golfo de América para "propósitos oficiales del estado de Mississippi". La iniciativa murió en comité el 6 de marzo de 2012, pero el espíritu de la propuesta siguió vivo.
El 20 de febrero de 2025, Trump firmó la Orden Ejecutiva 14172, titulada "Restoring Names That Honor American Greatness" ( Restaurando nombres que honran la grandeza estadounidense). Allí, en la Sección 4, inciso a, Trump reconoció que el Golfo de México continuará siendo un área pivote importante para el futuro de Estados Unidos y la economía global, y por eso había que renombrarlo como "Golfo de América". Acto seguido, la maquinaría del Partido Republicano comenzó a operar en ese propósito. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, fue el primero en utilizar ese nombre en una declaración de prensa.
Previamente, en las primeras semanas de enero Marjorie Taylor Greene, diputada por Georgia, presentó una propuesta de ley en ese mismo sentido, en la H. R. 276, titulada como Acta del Golfo de América de 2025. Además declaró estas palabras: "It´s our gulf. The rightful name is the Gulf of America, and it´s what the entire world should refer to it as" ( Es nuestro golfo. El nombre correcto es Golfo de América, y es como el mundo entero debería referirse a él). Esas palabras evidencian cómo perciben la geografía.
También, el senador local de Florida (sí, en Estados Unidos, los estados también tienen senado local, no solo cámara de representantes), Nick DiCeglie, presentó la "SB 608: Gulf of America", en la que propone cambiar el nombre del Golfo en más de 50 estatutos de Florida y demás documentaciones. Incluso Google hizo cambios para mostrar el nombre de "Golfo de América" en la versión estadounidense de la plataforma "Google Maps".
El proyecto geopolítico de Trump busca reconfigurar el espacio simbólico y político de la región. El objetivo es claro: reafirmar la primacía estadounidense en su esfera de influencia. Y el eslogan político de Trump lo dice "Make America Great Again" ( volver a Estados Unidos grande otra vez). Este dominio ya no se ejerce únicamente mediante tropas y ocupaciones directas, sino a través de estrategias más sutiles: la presión diplomática, la manipulación económica (la amenaza de aranceles) y, como en este caso, el control del lenguaje.
El reciente intento de renombrar el Golfo de México como "Golfo de América" no es un gesto inofensivo ni una cuestión meramente semántica, sino una estrategia geopolítica. La historia nos enseña que los imperios, al expandirse, no solo ocupaban territorios, sino que también imponían su idioma y modificaban sus nombres. Nombrar es poseer y el lenguaje crea realidad. Así lo entendieron los conquistadores europeos en América, los británicos en la India y los franceses en África. Hoy, el discurso geopolítico del MAGA intenta hacer lo mismo.
Cambiar la nomenclatura no es un detalle menor: es una herramienta de dominación que reconfigura la identidad y la historia de un lugar, apropiándolo simbólicamente. Washington no solo busca reafirmar su hegemonía con fuerza militar o económica, sino también reescribiendo la cartografía simbólica del hemisferio. Renombrar el Golfo de México es un acto de apropiación implícita, de integración forzada dentro de una identidad que responde a intereses políticos y económicos específicos. Si el lenguaje es poder, su manipulación es una estrategia de control.
DEJA UN COMENTARIO