Dialéctica del esclavo y el amo.
12/04/2025
La política como un juego de amor y odio.
El 19 de abril de 1966 en la Ciudad de México murió Gabriel Siria Levario, quien cinco años antes bajo su nombre artístico grabó la canción "Esclavo y Amo", en la cual el personaje de la historia muestra su dependencia ante la persona amada, a quien le reconoce el encanto de sus besos, mismos que, dice la letra, "hacen que me sienta esclavo y amo del universo".
Esta canción escrita por José Vaca Flores e interpretada magistralmente por Javier Solís, sirve a la perfección como explicación a algo de lo que hoy en día sucede en el país. "Esclavo y Amo" se llama la canción, pero también la expresión significa una relación humana común pero compleja a la que intelectuales, filósofos y escritores como Hegel y Borges, le han dedicado al menos unas líneas, por no decir tratados enteros.
El filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, en su texto "Fenomenología del Espíritu", estudia la relación dialéctica del esclavo y el amo, a la que identifica como una parábola de la parte social del ser humano. Así, por un lado, el esclavo renuncia a sí mismo con el propósito de satisfacer el deseo de dominación que tiene su amo; y por otro, el amo sabe que sólo existe en la medida en que su esclavo lo reconoce. Además, Hegel llama "objeto" al esclavo, y "sujeto" al amo, y dice que "el deseo es la presencia de la ausencia".
Por su parte, Borges en su cuento "El otro duelo", narra el odio que dos gauchos se tienen hasta el grado de desear matarse uno al otro, y en una explicación posterior expresa que "cuando uno odia a alguien, uno piensa en el otro continuamente y, en ese sentido, uno se convierte en su esclavo", o como diría Hegel: en la ausencia se concretiza el deseo. Pero el escritor argentino no se queda en el odio sino que, punto y seguido, dice: "Lo mismo ocurre cuando nos enamoramos".
"Amor", "odio", "esclavo" y "amo" son cuatro conceptos que enmarcan el actual ambiente político nacional, y esta aseveración no es ninguna exageración, y para comprobarlo sólo hay que echarle un vistazo a los medios de comunicación y a las redes sociales, en donde se confirmará que están llenas de manifestaciones de amor y de odio hacia algún personaje político —Andrés Manuel López Obrador o Claudia Sheinbaum Pardo, por ejemplo—, convirtiendo a quien las expresa en esclavo de aquella a las que están dirigidas, quien con este reconocimiento, según lo dicho por Hegel y siguiendo el ejemplo enunciado, en ese instante el ex presidente o la presidenta se transforman en el amo o en el ama de quien las dijo, sin importar si son correligionarios, políticos profesionales, de café o de redes sociales, empresarios, juniors tóxicos, comentócratas especialistas en todo y en nada, o ínclitos profesionales de la negación.
Y, como siempre, los esclavos son los últimos en darse cuenta del papel que están representando, además de que en México existe ese adagio que con sabiduría sentencia que "del odio al amor, sólo hay un paso". Pero como todo es dialéctico, el camino también viene de regreso y, entonces, la sentencia puede versar en el sentido de que "del amor al odio, tan sólo hay un paso". Y con este ejercicio, entonces, podemos constatar que en el pasado alguien odiaba o amaba a otro, y en la actualidad nos sorprendemos que su postura ya dio un vuelco de ciento ochenta grados.
En este punto nos preguntamos, entonces, qué pasará en el futuro en el espectro político. Así hasta el infinito y más allá, en donde el amo seguirá siendo el amo, y el esclavo, esclavo, sin importar si se aman o se odian, ya que en la práctica, como lo muestran muchos pasajes de la historia nacional, se corre el riesgo de que más pronto que tarde coincidan en el sendero que conduce al ejercicio del poder político.
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