Los claroscuros del momento que vivimos y la transición
La humanidad enfrenta una era de contradicciones.
La humanidad vive momentos de claroscuros. Los juegos olímpicos de París 2024 se desarrollaron simultáneamente con dos guerras: Rusia/Ucracia e Israel/Hamás. Es la era del paracetamol y del Internet, los albores de la inteligencia artificial. Conviven en un mismo planeta miles de millones de realidades diferentes, una para cada una de las personas que lo habitan. La inmensa mayoría lucha por mantenerse con buenos estándares de vida mientras unos pocos acaparan casi todo el capital.
Es una época en que la globalización junto con el desarrollo de la tecnología potencian tanto las mejores como las peores características de la humanidad. Mientras se amplifican las capacidades tecnológicas y somos capaces de conectar millones de espectadores de la ceremonia de inauguración de una fiesta global como son los juegos olímpicos, también se agudizan las crisis sociales y climáticas, como las que expulsan a diario más migrantes o, por ejemplo, a tabasqueños como los que habitaban la localidad de El Bosque, en Centla.
No obstante, a consecuencia del mismo desarrollo tecnológico y nuestra forma de consumir información, la tendencia es reducir la complejidad, profundidad y contradicciones del momento que vivimos a un mero espectáculo. Un efímero video en redes sociales. En la era de la hiperconexión, de las mejores herramientas de investigación y verificación de datos que han existido, que están al alcance de la mayoría, nuestra capacidad de concentración ha caído como nunca antes.
Hay muchas personas capaces de leer, aunque no de elaborar un pensamiento complejo. Así, es fácil perderse de un acontecimiento a otro, no importa lo trágico, emocionante o relevante que sea. Siempre hay algo más en marcha, otro mensaje, otra notificación. Puede parecer que la realidad de lo que vemos en las pantallas y lo que vivimos no tiene nada qué ver. Incluso hay quienes han decidido adherirse a lo que creen que es, a pesar de que haya pruebas que claramente los refutan.
Ojalá estuviéramos a la altura de los bellos ideales de Occidente que inspiraron el espíritu olímpico, los derechos humanos o la ética del servicio médico y las enfermeras, resumida en la frase de Virginia Henderson: “si puedes curar, cura. Si no puedes curar, alivia. Si no puedes aliviar, consuela. Y si no puedes consolar, acompaña”.
O bien, a la altura de la disciplina que procuraban las culturas originarias de México. Valdría la pena recordar este huehuetlatolli, o antiguo dicho, recopilado por Fray Bernardino de Sahagún: “por un lugar difícil caminamos, andamos aquí en la tierra. Por una parte un abismo, por la otra un barranco. Si no vas por en medio, caerás de un lado o del otro. Sólo en el medio se vive, sólo en el medio se anda”.
Habrá que saber buscar ese justo medio, como del otro lado del mundo lo llamó en la antigüedad Aristóteles. Siglos después de que estas culturas florecieron sin tener diálogo directo entre ellas, ahora dialogan a través de nosotros, que por razones históricas somos herederos de ambas tradiciones y tenemos acceso a tantas otras que se han influido entre sí a lo largo del tiempo que ha vivido la humanidad.
Entre los claroscuros del momento que ahora vivimos, se vislumbra una transición. En lo inmediato, la alternancia del gobierno del estado, del país, pero también otra que aspira a ser de mayor calado, en el ámbito de lo judicial. De igual modo, el mundo se transita hacia una economía postcovid, con una crisis climática que asesta golpes más frecuentes. México busca ver cumplidas las promesas de la cuarta transformación, mientras expertos en el mundo temen un escalamiento de la guerra en el mundo. Se requiere claridad de pensamiento, reestructuración de los valores y capacidad de adaptación para ser capaces de tomar las decisiones que sean mejores. Para eso hay que saber distinguir cuando lo mejor para uno no es lo mejor para todos, y al revés, cuando la mejor decisión para todos lo es también para cada uno. Es el tipo de decisiones que se toman desde el poder, pero que han de ser entendidas y respaldadas por los ciudadanos.