Poder Político

A la deriva

México transita desde hace mucho por una crisis en caída libre de su Sistema de Partidos Políticos que desde el oficialismo en la persona del Secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, en 1977 coordinó la armonización de una legislación para dar apertura la competencia de acceso al poder público con la inserción de expresiones ideológicas que incluso mantuvieron su activismo clandestino ante el acecho gubernamental. Urge para ayer una profunda reflexión y reconfigurarse.

Independiente de los ortodoxos mecanismos de imposición de candidaturas por un binomio indisoluble entre un Partido Político y el gobierno presidencialista que para perpetuarse durante 71 años tuvo que recurrir a la compra de lealtades corporativistas sindicales y a los fraudes, los jugadores que hoy configuran el ecosistema que puja para acceder a la gobernanza, en su esencia dejaron de serlo por una ambición de facciones, no los del bien común entre la sociedad que les designa.

La elección presidencial del 2 de julio de 2000, que dio fin a la hegemonía autoritaria oficialista que se creyó eterna, las ganó un disruptivo Vicente Fox Quesada y no Acción Nacional; el 1 julio de 2012 se impuso la mercadotecnia mediática de un producto que fue el carismático Enrique Peña Nieto.

Luego un emergente «Movimiento», como se autodenomina Morena y en los hechos así es, fue la catapulta para que en su tercera participación Andrés Manuel López Obrador ganase el 1 de julio de 2018 con un 53.19 por ciento de votos y se ciñera con la simbólica banda presidencial. Él mismo fue factor determinante para que triunfaran en 24 gubernaturas, no fueron las candidaturas. Incluso, este 2 de junio de 2024 no fue distinto, en la renovación de los Poderes de la Unión y los Estatales, al obtener una mayoría calificada en coalición en el Congresos Federal y Locales con un inherente mando superlativo.

El hartazgo social ancestral ante el incumplimiento de aquellos a quienes votó en las urnas para que, como depositarios de la gobernanza ejecutiva y legislativa encausaran el compromiso de un estatus de justicia social, configuró razones para que en un cuarto de siglo se dieran 3 alternancias de distintas ideologías, incluido el fugaz retorno del PRI.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, con conocido bagaje y lucha desde la oposición, como estratega en el juego de las emociones supo vender un discurso de polarización ante el colectivo social presentándose como el poseedor de soluciones frente a un bloque catalogados como conservadores, representantes de la oligarquía e insensibles a los mexicanos.

Más allá de la controversia que les ha puesto contra la pared como villanos, la partidocracia en medio del descrédito en mucho por su propia irresponsabilidad tendrá forzosamente que trazar una ruta para evolucionar hacia una propuesta que conecte con la sociedad, que rescate la genuina identidad que hicieron a un lado por el pragmatismo de una coalición electoral bizarra entre quienes antaño fueron verdugo y víctimas ahora en la puja por regresar al poder público.

Para nada le ayuda a un Partido Revolucionario Institucional que con descrédito absoluto ha hilado constantes yerros, luego de que no han sabido procesar cómo superar la dicotómica naturaleza de haber sido en paralelo Partido Político y Gobierno en el que literal no se movía una hoja del árbol si no venía orden alguna de la investidura presidencial. La generalidad de sus gobiernos locales entregó la plaza. Hoy con Alejandro Moreno arraigado como un cacique se encamina hacia una inminente desaparición.

Cierta analogía experimenta Morena que en estricto sentido se asocia a un solo personaje, nadie más, de quien depende la membresía para tener vida artificial; un «Movimiento» que, en la contraposición se formó en otra cultura ideológica, que allí están por la coyuntura y no una verdadera afinidad. Esta suerte de arca llegado el momento colapsará ante una eventual y natural ausencia física del liderazgo moral.

El Partido de la Revolución Democrática, de indiscutible parteaguas precedido por el Frente Democrático Nacional, quedó casi extinto, luego de que paulatinamente desertaran sus reales liderazgo como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez Valentín Campa, y Andrés Manuel López Obrador quien luego de encumbrarlo al esplendor se erigió en su sepulturero.

Acción Nacional quizás sea el único Partido Político que trascienda en el tiempo aun reducido a una mínima expresión con registro nacional, sostenido por quienes poseen una afinidad desde sus ancestros, por formación ideológica. Sin embargo, deberá por obligación tener una profunda transformación que les implica expulsar a quienes se apoderaron de su directriz.

Movimiento Ciudadano se perfila con un plan estratégico definido para escalar a competir por la Presidencia de México; ganó en posiciones este 2024 y se enfila a la sucesión de 2030. Los Partidos Verde Ecologistas y del Trabajo ya no tienen margen para seguir siendo satélites y sostener sus intereses mercantilistas.

Preocupan los tiempos y circunstancias para instaurar el genuino ejercicio de la política y jugadores que al comprender de qué se trata la honren; que aun entre las diferencias hallen las coincidencias hacia un México próspero.

eduhdez@yahoo.com