Poder Político

Sobre la marcha

Los Estados Unidos Mexicanos en su destino hacia la prosperidad transitará a tener un Congreso de la Unión, Senado y Diputaciones, que por enésima ocasión fue electo a ciegas; la generalidad de los mexicanos votantes lo hicieron sin conocer trayectorias e idoneidad de ninguna de las candidaturas correspondientes a su demarcación. Preocupa habida cuenta que ambas Cámaras depositarias de la respectiva Representación Popular y Soberana de las 32 Entidades Locales Federadas ningún sentido tiene con las exigencias de los complejos desafíos de los tiempos y circunstancias para cumplir con la encomienda.

En el contexto de la información estadística que el Árbitro Electoral procesó al requerir la historia de vida pública de cada una de las candidaturas a cargos ejecutivos y legislativos, se halló que sólo el 40 por ciento de quienes sí cumplieron con entregarla poseen algún grado de profesionalización; los demás sólo acreditan el nivel medio superior hacia abajo. Aunque un considerable porcentaje de quienes se abstuvieron a hacer públicos sus perfiles por alguna razón se abstuvo. El dato se concentró en la plataforma «Conóceles» dentro del sitio web del INE y de los Organismos Locales para consulta de la sociedad.

Desconocedores del Reglamento Interno, implicada la Práctica Parlamentaria, un alto porcentaje de Congresistas nulos argumentos tendrán para formarse un criterio, que en teoría les habría dado una inexistente formación de escuela de cuadros en sus partidos políticos, para asumir decisiones con un sentido republicano en trabajo de comisiones incluso unidas en donde se deliberan las iniciativas para configurar las Minutas de Decretos de Reformas a la Constitución y a las Leyes, que deben armonizarse con la función de la Administración Pública a cargo del Poder Ejecutivo Federal.

En común, la generalidad de los legisladores queda a merced de acatar las decisiones que le dictan sus liderazgos, una minoría que gestiona en la «burbuja» de la Junta de Coordinación Política en el Senado y en la Cámara de Diputados Federales; y quienes ya tienen huesos viejos van con la coyuntura de sus propios dividendos, sin mirar por el interés ciudadano.

Con la integración de un Congreso hasta ahora perfilado de mayoría calificada afín, a reservas del sentido de las sentencias a las impugnaciones ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, emerge el nerviosismo porque con irresponsabilidad se emitan Decretos de Reformas a la Constitución y a las Leyes que vayan en sentido contrario al andamiaje de los contrapesos en una gobernanza democrática. 

Tendrá que haber corresponsabilidad entre los frentes de las mayorías y las minorías para que sobre el entramado de un ejercicio de la genuina política se den los consensos por sobre las diferencias ideológicas.   

El problema no son las Instituciones ni el Estado de Derecho que por definición se arraiga en una Constitución garante de libertad, los derechos fundamentales, la separación de poderes, el principio de legalidad y la protección judicial frente al uso arbitrario del poder.

Son los personajes con rostros, nombres, apellidos e intereses que no siempre hacen match con el interés de los mexicanos, los que contravienen a la Representación Popular y Soberana; quienes optan por intereses facciosos, mezquinos, con los cuales traicionan un mandato ciudadano que con su voto le dio el sí a un proyecto de nación encausado al progreso, a un estatus de calidad de vida, con los satisfactores de una justicia social consagrada en el artículo 4 constitucional.

¿Quién dijo que no importan las formas ni el fondo? Por supuesto que a los mexicanos les interesa que sus gobernantes tengan una actitud receptiva para diseñar e implementar políticas públicas estructurales que de raíz solucionen demandas ancestrales.

En medio del nerviosismo entre las colectividades, incluido el empresariado que invierte y contribuye como el detonante socioeconómico en donde se arraigue, el Régimen autodenominado «El Segundo Piso de la Cuarta Transformación» desde el Congreso de la Unión está obligado a cumplir con la juramentación en la toma de posesión a la investidura, a «mirar por el bien, así como la prosperidad de las y los mexicanos».

A saber, un Estado de Derecho perfectible exige el rigor del análisis, deliberación y, en su caso, la apertura a un parlamento ciudadano, sumadas las organizaciones civiles y ciudadanos individuales para robustecer la función legislativa de los Congresistas.

eduhdez@yahoo.com