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Las pizcas de metales pesados

La contaminación por cadmio (Cd) se ha convertido en un problema ambiental y de salud global importante, en particular en contextos agrícolas e industriales. Aproximadamente 1,500 millones de personas en todo el mundo corren el riesgo de exposición al Cd, principalmente debido a la contaminación ambiental y la ingesta de alimentos contagiados. El Cd es frecuente en suelos agrícolas y con frecuencia exceden los límites permisibles en aguas superficiales, lo que afecta los ecosistemas y la salud humana de varias regiones del mundo, incluyendo Asia, Europa y América del Norte. Además, las investigaciones indican que los niños que residen cerca de focos industriales presentan niveles de Cd en sangre hasta tres veces más altos en comparación con sus contrapartes urbanas. Esto resalta los riesgos desproporcionados que enfrentan las poblaciones vulnerables.

Las vías de exposición al Cd son diversas. Su entrada al organismo puede ser a través de la ingestión de alimentos y agua contaminados, la inhalación de partículas de las emisiones industriales y el humo del cigarrillo y, con menor frecuencia, el contacto dérmico con materiales que hayan estado en contacto con él. La ingestión de Cd puede provocar graves problemas de salud, que afectan principalmente a los riñones y aumentan potencialmente el riesgo de osteoporosis, así como ciertos tipos de cáncer, como de pulmón y de próstata. La exposición por inhalación, especialmente significativa para quienes tienen ocupaciones de alto riesgo, puede inducir afecciones respiratorias crónicas y aumentar el riesgo de cáncer de pulmón. Ciertos grupos demográficos, incluidos los niños, las mujeres embarazadas y las personas con problemas de salud preexistentes son particularmente susceptibles a los efectos nocivos del Cd.

El intestino actúa como la barrera primaria contra el Cd después de la ingestión oral, lo que lo hace muy sensible a la toxicidad de este metal. Incluso en bajas concentraciones, el Cd puede promover el estrés oxidativo, desencadenar una respuesta inflamatoria y causar hemorragia intestinal. El Cd no solo afecta la morfología del intestino; también altera la estructura de la comunidad microbiana, causando potencialmente un desequilibrio fisiológico y metabólico. Adicionalmente, la perturbación de la microbiota intestinal puede causar un aumento de los niveles de ácidos grasos libres y triglicéridos en el suero sanguíneo.

Los ecosistemas costeros están expuestos a la descarga de contaminantes provenientes de las actividades humanas, los cuales (en su mayoría) no cuentan con tratamiento alguno. Como consecuencia, incrementa el problema de la contaminación química por elementos como los metales que son de especial interés por su persistencia, toxicidad y capacidad de bioacumularse en los organismos expuestos. En el caso del Cd, la vida media biológica en humanos es de hasta 35 años. Este se acumula en las células inmunes, modula la función del sistema inmunológico, desencadena respuestas inmunológicas y contribuye a varios problemas de salud.

En el sureste mexicano, la producción de ostión es una actividad importante y se distribuye entre los estados de Veracruz, Tabasco y Campeche. A pesar del aporte nutricional que pueden brindar los productos del mar, la contaminación por metales tóxicos es un problema prevalente a nivel mundial. Estos metales pueden volverse nocivos cuando superan ciertas concentraciones umbral. Los metales tóxicos no pueden ser metabolizados por el cuerpo ni descompuestos de forma natural, por lo que tienden a acumularse y causar disfunciones graves (Aguilar et al., 2024).

Debido a la falta de monitoreo costero y de regulaciones ambientales efectivas, incluso las áreas protegidas en México están expuestas a contaminación por metales pesados. En un estudio sobre ostiones, se encontró que el Cd puede contribuir a condiciones cancerígenas en humanos que consumen ostiones. Con base en estos hallazgos, no se recomienda el consumo de ostiones para niños debido al mayor riesgo asociado con su grupo de edad.

En relación con otras fuentes potenciales, pero menos importantes de Cd, la ingesta de hígado de res como fuente dietética es un producto con una concentración alta (50μg/kg) (Commission of the European Communities, 2006). Al menos, su frecuencia de consumo es baja.

Ningún factor ambiental, incluidos los alimentos, se relacionó con el Cd en sangre (Dix-Cooper y Kosatsky, 2018). Contrario a lo que podría pensarse, esto no significa que nada tenga Cd, sino que hay muchas fuentes con un aporte pequeño y gradual que, después de un tiempo, se refleja en su concentración sanguínea. Entonces, evitar la acumulación no es tan sencillo como suspender el consumo de determinados alimentos.

Para cuidar de nuestra salud, además de corregir nuestros hábitos, debemos exigir inocuidad en lo que consumimos, sea comida, agua o aire. Los metales pesados como el cadmio, el mercurio y plomo parecen inofensivos por su baja concentración, pero su mal radica en dos cosas: su presencia generalizada y su acumulación. De nuevo, hay que ser firmes en que se nos provean productos limpios, y si esto falla, que las instituciones lo aseguren con transparencia.

 jorgequirozcasanova@gmail.com