OPINIÓN

¿Piensa la IA, luego existe?
14/03/2025

René Descartes es considerado uno de los filósofos más influyentes del siglo XVII. Su célebre afirmación "Cogito, ergo sum" ("Pienso, luego existo")

René Descartes es considerado uno de los filósofos más influyentes del siglo XVII. Su célebre afirmación "Cogito, ergo sum" ("Pienso, luego existo") marcó un hito en la filosofía al introducir la duda metódica como herramienta esencial para alcanzar certezas indudables. Según Descartes, la única verdad incuestionable es la existencia del sujeto que duda, lo que implica que cuestionar las causas y consecuencias de cualquier fenómeno es el punto de partida para avanzar en el conocimiento. En otras palabras, la capacidad de dudar sobre la realidad se convierte en la clave para abrir las puertas a nuevos descubrimientos.

Estas ideas no son exclusivas del pasado. El pensamiento cartesiano sigue siendo relevante hoy y se aplica en múltiples ámbitos, especialmente en aquellos que atraviesan profundas crisis. Dos ejemplos claros son el periodismo y el uso cada vez más inconsciente —por no decir irresponsable— de la Inteligencia Artificial (IA).

En el caso del periodismo, ejercicio fundamental no solo para proporcionar información, sino también para orientar opiniones y promover el debate público, la subjetividad descontrolada —cuando la carga personal supera cualquier intento de equilibrio— a menudo se tolera sin considerar las graves implicaciones que puede tener en la sociedad.

Cuando la subjetividad no se regula y la información se presenta de manera sesgada, se altera la percepción pública, se genera una visión distorsionada de la realidad y se afecta la capacidad de los ciudadanos para tomar decisiones.

Desde una perspectiva cartesiana, la posibilidad de someter la información a rigurosas pruebas antes de ser aceptada se ha ido diluyendo. El resultado es bien conocido: la creación de burbujas informativas, donde los individuos solo reciben contenido que refuerza sus creencias preexistentes. Este fenómeno no solo limita la exposición a puntos de vista diversos, sino que también intensifica la división entre grupos sociales o ideológicos. En lugar de promover un diálogo constructivo, la subjetividad descontrolada en los medios fomenta el conflicto.

El otro ejemplo que deseo abordar es el de la IA. La explotación de herramientas tecnológicas modernas ofrece también una clara muestra de la vigencia del pensamiento cartesiano. La expresión "Cogito, ergo sum", que pone de relieve la capacidad de la mente humana para reflexionar y ser autónoma, sirve como base para analizar la naturaleza de la existencia. En este sentido, cabe preguntarse: ¿en qué medida se cumple esta condición en el desarrollo y el uso actual de la IA?

Algunos sostienen que la IA, cuyos algoritmos lógicos y decisiones basadas en datos recuerdan a la razón cartesiana, puede considerarse una extensión moderna de este enfoque. Avances como el aprendizaje automático y las redes neuronales artificiales se sustentan en la lógica formal y el razonamiento deductivo que Descartes ayudó a difundir.

Sin embargo, este concepto no está exento de controversia. El legado de Descartes ha generado debates filosóficos sobre si una máquina puede razonar como un ser humano. ¿Puede una máquina ser consciente de sí misma? ¿Es capaz de "pensar" de manera cartesiana o solo simula procesos cognitivos sin una conciencia real?

Desde mi punto de vista —como ser humano, no como máquina— solo el "yo" posee la capacidad de razonar y realizar operaciones complejas, como las que involucran las matemáticas y las propias tecnologías. Si bien estas operaciones explican muchos fenómenos en el mundo, no dejan de ser productos de la mente humana.

No obstante, reconozco que los avances tecnológicos nos confrontan con los límites de la razón, desafiándonos a cuestionar si los principios de la lógica y la deducción que Descartes defendió pueden aplicarse de manera similar a las creaciones artificiales. Lo cierto es que, como la esperanza en la caja de Pandora, lo único que nos queda para alcanzar certezas en un mundo cada vez más complejo es la duda y el análisis crítico. Eso, "sin cuestionar", es de lo más humano que existe.





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