La sociedad pirrónica
07/02/2025
La sociedad
El pirronismo, la escuela filosófica fundada por el escéptico griego Pirrón de Elis, sostiene que debemos abstenernos de emitir juicios sin contar con pruebas o evidencias que respalden nuestras afirmaciones. Además, nos invita a evitar las conclusiones apresuradas, puesto que la percepción de nuestros sentidos no siempre coincide con la realidad objetiva.
Aunque Pirrón no dejó escritos, gran parte de lo que sabemos sobre su vida y enseñanzas proviene de Diógenes Laercio, quien relata que el filósofo, durante su participación en la campaña de Alejandro Magno, estudió con sabios indios y fusionó las filosofías griega e india para crear su propio sistema de pensamiento.
Si trasladamos las enseñanzas del pirronismo a nuestro presente, podemos argumentar que comenzamos a vivir en una sociedad negativamente "pirrónica". Un par de párrafos adelante expondré las razones que respaldan esta hipótesis.
Antes de desarrollar el supuesto anterior, es importante destacar que el pirronismo posee fortalezas notables como escuela filosófica: promueve una duda sistemática que previene la adopción de creencias dogmáticas o inamovibles, facilita la apertura a diversas perspectivas al rechazar las verdades absolutas y fomenta la suspensión del juicio, lo cual puede ser útil para mitigar los conflictos interpersonales.
Sin embargo, esta corriente también presenta desventajas: conduce a la parálisis frente a la acción, ya que, al cuestionar constantemente la certeza de las cosas, corremos el riesgo de quedarnos estancados y no tomar las decisiones necesarias. Asimismo, dificulta la interacción con aquellos que mantienen creencias firmemente establecidas.
Al retomar la idea de que ya formamos parte de una incipiente "sociedad pirrónica" —con un escepticismo extremo—, observamos que muchas de las dinámicas sociales actuales se caracterizan por una duda constante, la falta de consensos sólidos y la relativización de valores y creencias. Si todo parece dudoso y nada es absolutamente cierto, se hace cada vez más difícil establecer normas claras para la convivencia social, lo que puede desembocar en irresponsabilidad e inacción frente a problemas urgentes.
Nos enfrentamos a un panorama en el que se cuestiona cualquier acción, incluso aquellas que podrían ser beneficiosas para la comunidad. Por ejemplo, se critica al gobierno por no obtener resultados en áreas socialmente sensibles, como la seguridad, pero cuando se anuncian logros, como la captura de delincuentes, una parte importante de la población expresa escepticismo o se burla de los resultados, socavando el esfuerzo por generar un cambio positivo.
En este mismo sentido, lamentablemente se ha vuelto común que ciertos sectores descalifiquen las acciones gubernamentales destinadas a mejorar la vida de las personas, solo porque sus ideologías no coinciden con las del gobernante en turno. En las redes sociales, es frecuente el uso de emoticones de risa para referirse a temas serios, lo que refleja mediocridad y una falta de reflexión profunda sobre los problemas sociales.
Además, en la era digital, la proliferación de noticias falsas y desinformación alimenta la duda y la desconfianza. Al no saber qué fuente es confiable y cuál no, los ciudadanos se sienten desorientados. El pirronismo, en este contexto, encuentra una especie de manifestación contemporánea, ya que nos invita a dudar de todo sin una base clara de veracidad, lo que puede generar una sensación de parálisis generalizada.
Superar esta "sociedad pirrónica" requiere encontrar un equilibrio entre el escepticismo saludable y la necesidad de actuar de manera decidida. Si bien es fundamental cuestionar nuestras creencias y mantener una mente crítica, también debemos contar con principios éticos y valores que guíen nuestras decisiones. La clave está en no caer en la trampa de la duda infinita, sino en utilizarla como herramienta para mejorar nuestra capacidad de acción.
CANDILEJAS
La duda nos desafía, pero la acción nos transforma y fortalece.
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