La utopía vital: un país de lectores

Un país de lectores no choca ni se contradice con el optimismo de crear lectores

EN LAS MAÑANAS, UN RAYO DE SOL, tímido, se asoma por la parte baja de la puerta, como pidiendo permiso para entrar. Y yo lo dejo ser. Y entonces abro la puerta para que entre a plenitud. Con él la oscuridad del cuarto desaparece. Y alcanzo a ver lo que hay en la sala. Ya sé lo que hay, por supuesto, aún a oscuras. Pero ver los matices de colores y formas en ellos es como descubrir de nuevo la existencia del orden de las cosas. Y es la existencia misma que se devela con los rayos de sol.


ALEGRA COINCIDIR EN ALGO CON ALGUIEN, aún con las diferencias que pueda haber. Esas diferencias son normales porque nuestros sentidos están entrenados distintos. Cada quien traemos una pertenencia a la cultura propia, cada quien tuvo influencias distintas, sea en familia, barrio, región, religión (o no), casa según distancia del centro de la población, rural o citadino, hijo de padres del campo o de la ciudad, con estudios o sin ellos, los buenos maestros en suerte que nos tocaron y la cantidad de ellos, las lecturas distintas, etc. 

Y DIGO QUE ALEGRA COINCIDIR con las personas que leen como hábito. Somos una especie de cofradía, cómplices, seguros en que la lectura libre aumenta luces y disminuye oscuridades en el pensamiento de los hombres y las mujeres; poco a poco la lectura te va sacando de la caverna aquella de Platón, con la que este filósofo ejemplificaba de la condición del hombre que percibe como real el mundo de las sombras, y cree como verdades las mentiras más absurdas. Y son estos los que siguen a los flautistas de Hamelin, y son seguidores de los falaces.

MI ESCEPTICISMO SOBRE ALCANZAR un país de lectores no choca ni se contradice con el optimismo de crear lectores que tienda a ese fin, como una de las utopías que merece ser acariciada, alimentada, anhelada, alentada, promovida. Escucho sobre lo que hace el maestro Rubén Arcide no solo en su grupo y escuela, sino lo que hace con un grupo de cómplices para alentar a que leamos los más posibles; y lo hace con ideas novedosas, no importa que algo semejante o parecido se haga en otras partes del mundo por soñadores como él, pero aclaro, que no se quedan solo en el sueño, sino que estos lo transforman en realidad.

NO INTENTAR ALCANZAR LA META de un país de lectores, sería insensato para la humanidad misma. Intentarlo es razón de existencia con las características humanas que conocemos. No es imposible, mientras lo sigamos intentando, aquí, allá, en todas partes. Porque es la existencia misma que se defiende en la calidad humana. Es la resistencia contra todos los malos augurios. Contra las más grandes premoniciones apocalípticas. Si dicen guerra, yo digo libro. Si dicen holocausto, yo digo esperanza. Si dicen extinción, yo digo vida. Por lo tanto no es imposible, mientras escribo y tú lees. A eso me refiero en la complicidad de quienes lo intentan. Recordemos que Sísifo sube la piedra hasta lo alto de la montaña.

PERO LA PIEDRA CAE DE NUEVO. Y Sísifo inicia de nuevo a subirla, porque ese es su castigo. Y podemos afirmar, sin estar muy seguros, que la vida no es castigo, que la existencia es bella. Y es entonces que insistimos en las utopías, y una de ellas es la promoción a la lectura libre. Promover dicha lectura es afán y deber, es tarea esencial y hasta de supervivencia en nuestras escuelas. Porque en todo caso de nada o poco sirven los conocimientos aprendidos si no reflexionamos para qué me sirven en la vida. Si solo de manera rutinaria memorizamos. Y tampoco se puede promover con efectividad la lectura libre si no se es lector. Digo. No dudo al decirlo, sí. Y por lo tanto lo sigo afirmando.

ES GRATO COINCIDIR, VIBRAR en la misma frecuencia. No solo que haya los libros, sino que circulen, rolen, vayan de mano en mano, de alma en alma. Y hay tantas maneras de promover la lectura. Ninguna efectiva cuando el que dice promoverla no es lector. Y además eso se nota en el brillo de los ojos, en la palabra entusiasta efusiva. Y ese brillo y ese entusiasmo lo tiene Rubén Arcide. Por eso digo que es grato coincidir. Y escucho lo que cuenta, de sus experiencias, de sus proyectos, uno de ellos el comedor literario. Que habrá oportunidad de verlo. Y de tantos otros proyectos relacionados con la promoción a la lectura. La promoción de lectura en los camiones. Textos literarios en todas partes. "Links" (direcciones de enlace) para bajar libros digitales. 

Es De Los Pocos, Y No El Único. Y si digo pocos, es por alertar, no por minimizar. Es por alentar. Es por motivar a que haya muchos más como él. Es para urgir a reflexionar en cómo hacerle para que sean muchos más los promotores, sean maestros, o de cualquier otra profesión, o ciudadanos sin profesión pero con sabiduría, más con saberes (que este es el conocimiento aplicado), que se sumen, muchos, muchos más, a una cruzada estatal por la lectura libre. Porque cuando se dice que sin maíz no hay país, sin lectura libre no hay educación verdadera.

CONOZCO A MUCHAS PERSONAS que son promotores de lectura libre. Este concepto se refiere a las lecturas por gusto, de goce, y preferentemente son de literatura, pero asimismo pueden ser de ciencias o de otras cosas. Y entre estas: de recetas de cocina, biografías, historia, deportes, de filosofía. Lectura por goce no excluye temas, ni áreas del conocimiento. Solo que quienes leen literatura se desplazan como con alas por la vida cotidiana, pero también tienen bien puestos los pies en la tierra. Es decir, tienen los ojos visores atentos en lo que pasa alrededor de ellos. Y valoran la palabra por decir, y asimismo valoran el silencio necesario cuando callar es menester.

TODO LO ANTERIOR PARA DECIR que ayer escuché al maestro Rubén Arcide, con su palabra viva, estimulante, esperanzadora. Y que es de esos maestros que cualquier alumno y alumna quisiera ser parte de su grupo, cualquier director quisiera que formara parte del personal...  no me extiendo en esta proyección. Cuando nos despedimos le dije: "nunca habíamos platicado, pero al platicar hoy, parece como si hubiéramos platicado desde siempre". Los maestros lectores logran que entre luz por las rendijas debajo de las puertas, por los ojos y oídos en ruta a la mente de las personas. Y esa luz es tan necesaria, como el respirar humano. 

CIERRO CON ESTA CITA de no sé quién: "Por cada gota de dulzura que alguien da, hay una gota de amargura menos en el mundo".