Escribo que escribo
Y me sorprende la pregunta. Ese amigo escribe mucho. Y cada vez escribe mejor, aunque parezca lento su proceso.
¿CÓMO SABRÉ CUÁNDO llegue el tiempo de que ya escriba mejor?, me pregunta un amigo. Y me sorprende la pregunta. Ese amigo escribe mucho. Y cada vez escribe mejor, aunque parezca lento su proceso. ¿Ya leería a Kafka, Carver, Monterroso, B. Traven, Quiroga, Borges, Rulfo, Arreola? ¿A Márquez, Llosa, Fuentes, Carpentier, Faulkner, Hamsum? No le pregunté.
¿CUÁNDO ME DARÉ CUENTA que corro mejor?, me pregunta otro amigo. Y me sorprende la pregunta. No sé si mira videos de youtubers corredores, si entrena a diario y de manera correcta y si lleva reloj para medirse en la prueba y va superando su récord personal. Motiva ver carreras y ya vienen las olimpiadas de París, a donde llega lo mejor de lo mejor en los deportes, y por lo tanto de atletas.
Y A BOTE PRONTO NO TUVE respuestas ante esas preguntas. A lo mejor porque son preguntas que nunca me hago. Pero qué bueno que me las hacen para buscar respuestas. No para ellos, sino para mí mismo. Quiero correr y escribo. Correré en bicicleta a partir de mañana. Y escribo todos los días.
¿ME SIENTO BIEN ESCRIBIENDO?, es la pregunta que debemos hacernos. Al respecto decía Augusto Monterroso en uno de sus consejos famosos que vienen en su decálogo de once. ¿Y qué dice allí en ese? Muy sencillo: trata de dejar de escribir varios días. Haz un esfuerzo. Si te sientes mejor cuando no escribes, que cuando escribes, entonces ya está respondida la pregunta.
HAY QUIENES PERSIGUEN EL TEXTO, y habemos quienes perseguimos al texto. No hay mucha diferencia en eso. Lo importante es lo que resulta: una cuartilla, cinco o diez. Importante para uno. No sé si para los lectores.
RECORDEMOS QUE LA HERRAMIENTA es el lenguaje. Son nuestras palabras. Y me acordé de los caballos de cuando les ponían orejeras para que solo vieran el camino y no tuvieran distracciones. En ese ejemplo, no es lo mismo manejar quinientas palabras que cinco mil. O diez, quince mil palabras.
¿Y CÓMO PASAR DE MANEJAR quinientas palabras a cinco mil? Me refiero a palabras distintas. Es muy fácil: leyendo. Leyendo mucho. ¿Qué? de preferencia textos de literatura en sus distintos géneros: poemas, epístolas, cuentos, relatos, novelas, poesía. Pero no solo eso, sino escuchando con atención cuando están hablando con uno. Y escribiendo. Escribiendo. Escribiendo. Pero ya se dijo antes: si al dejar de escribir se siente mejor que cuando se escribe, entonces ya está.
LUIS ALONSO FERNÁNDEZ, escritor alegre y tenosiquense, fallecido en 2020, lo decía así cuando le hacían esa pregunta de si lo que se escribe es bueno: "Si tuvieras oportunidad de ir al futuro. Y sabrías que no vas a ganar premio literario alguno importante, sea Nobel, Cervantes o nacional, ¿seguirías escribiendo? Si la respuesta es sí, hay que seguir escribiendo sin dudar. Pero, leyendo. De manera imperceptible cada vez se irá leyendo y escribiendo mejor.
A LA PREGUNTA DE CÓMO saber cuándo ya se escribe mejor mi respuesta fue en el sentido de visión restringida, visión media, amplia, panorámica y visión de 360 grados, como metáfora del dominio del lenguaje. Cuando ya se escribe como un Dios terrenal de la palabra te darás cuenta que el tiempo llegó.
DIJO NANCY CON CLARIDAD Y PRECISIÓN, sí, como reloj suizo: "Te darás cuenta que escribes mejor cuando no te preocupes por eso".
SALVADOR ELIZONDO, "El grafógrafo": "Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo".