Mujeres y Hombres de Estado
En plena era salinista, una interparlamentaria en Estocolmo casi se convierte en un vergonzoso episodio para los legisladores mexicanos frente a sus pares suecos.
Cuando el salinismo estaba en todo su apogeo político y en lo más alto de la administración pública con Carlos Salinas de Gortari como habitante de Los Pinos, se realizó una reunión interparlamentaria en Estocolmo entre legisladores mexicanos y suecos, en la cual nuestros connacionales, senadores y diputados federales, estuvieron a punto de dar un espectáculo bochornoso ante sus pares nórdicos.
Y es que, por un lado, los legisladores del PRI defendían a capa y espada al titular del Poder Ejecutivo federal, y por otro, los de la oposición (PAN y PRD), lo atacaban con argumentos descalificatorios, y los suecos estaban asombrados al máximo, hasta que se escuchó una voz potente que en español dijo algo así: “Compañeros, este tema sólo nos incumbe a los mexicanos y la discusión se debe dar en México, así que respetuosamente los conmino a trabajar en los objetivos de esta importante reunión”. Y no resulta obvio decir que propios y extraños le hicieron caso y retomaron los temas que los habían convocado.
De regreso a México, cuando al interior del grupo de senadores del PRI se analizaron los resultados del viaje, esta anécdota salió a colación y una testiga presencial dijo: “El senador Porfirio Muñoz Ledo será lo que será, pero siempre será un Hombre de Estado y nunca hará algo en contra la Nación, sino todo lo contrario”. Y entonces todas y todos guardaron silencio, y con esta acción avalaron lo dicho por la entonces legisladora Silvia Hernández.
Esta expresión “Hombre de Estado”, mencionada en términos genéricos para referirse al ser humano incluyendo a mujeres y hombres, en esa ocasión fue dicha y reconocida como una virtud para la persona que la poseía.
Pero los tiempos han cambiado y ahora, como buen juego dialéctico que es la política, esta expresión también ha sido externada para descalificar a la gente a quien se le atribuye esta característica, y es que en una de las múltiples reuniones que el actual presidente de la república tuvo con dirigentes políticos del PRD en 2012, la utilizó cuando al dirigirse a Jesús Zambrano, entonces dirigente nacional de ese partido, dijo que después de la calificación de la elección con toda seguridad renunciaría a su militancia en esa institución política y que la mayoría de sus integrantes seguirán en el escenario político ya que, les espetó de frente: “Ustedes son hombres de estado”.
Pero para López Obrador ser “hombre de estado” es ser un acomodaticio, un vendido, un cómplice de todo lo malo que tenía el Estado mexicano, ese Estado al que en su discurso dicho después de que el Tribunal Electoral calificó la elección presidencial de 2012, acusó de ser “un Estado que no procura la justicia ni la democracia”, y que por lo mismo es “un instrumento de poder al servicio de un grupo de intereses creados”.
Pero no sólo quedó ahí su dicho sobre el “Estado Neoliberal” de hace una década, no, López Obrador abundó más y lo calificó, o más bien descalificó al nombrarlo como un “Estado Mafioso” sostenido por “traficantes de influencia, políticos corruptos, dueños y voceros de los llamados medios de comunicación”, entre otros integrantes del régimen imperante.
Y entonces, por simple lógica formal, cuando López Obrador les expresó a los dirigentes del PRD que eran “hombres de estado”, llanamente les dijo que eran parte de ese “grupo de intereses creados” y en una palabra los mandaba al diablo, como cuando años antes había mandado al diablo a las instituciones del “Estado Neoliberal”.
En 2018, López Obrador ganó la presidencia de la república y con ese hecho inició un cambio de paradigma en la conducción del ejercicio gubernamental que incluyó de manera primordial el trabajo de transformación de ese “Estado Neoliberal” a un “Estado Democrático de Derecho”, en el cual los cambios se dieron de manera cotidiana, tanto que las “instituciones” de aquel entonces se han reorientado o están por hacerlo en el sexenio entrante con Claudia Sheinbaum al frente de la presidencia de la república, como el Poder Judicial federal. O han desaparecido como el PRD con Jesús Zambrano al frente de él, o están por hacerlo como los organismos autodenominados “autónomos”.
Y en esta transformación resulta sintomático que los defensores del “Estado Neoliberal” lo encabezan “mujeres y hombres de estado” que han sido integrantes de aquellos “grupos de intereses creados”, con la ministra Norma Lucía Piña y el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León, a la cabeza.
Y es que no cabe duda: hay “Mujeres y Hombres de Estado” y “mujeres y hombres de estado”. Unas y unos con mayúscula, y el resto con minúscula.
*Escritor. Sus dos más recientes libros “Un fenómeno fallido llamado Xóchitl Gálvez” y “Prácticas Funerarias en la Ciudad de México”, fueron publicados este 2024.