El impacto de "La Ardilla" en el crimen organizado

El ex jefe de plaza de "Los Zetas" en Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León, Salvador Martínez Escobedo, alias "La Ardilla", fue uno de los hombres más buscados en México durante años debido a su participación en algunas de las atrocidades más escalofriantes en la historia reciente del país.

"La Ardilla" se convirtió en una figura clave dentro de la estructura de "Los Zetas", un cártel conocido por su extrema violencia y brutalidad.

La captura de un criminal peligroso

La detención de Martínez Escobedo ocurrió el 6 de octubre de 2012, cuando elementos de la Marina Armada de México lograron capturarlo tras una intensa operación de inteligencia.

La captura fue vista como un golpe significativo al cártel de "Los Zetas", y marcó el fin de la carrera criminal de uno de los líderes más notorios del grupo.

Martínez Escobedo era responsable de coordinar actividades delictivas en varias entidades del norte de México, y su captura fue motivo de alivio para muchas comunidades que vivían bajo la amenaza constante de su organización.

Las masacres que estremecieron a México

Entre los crímenes más atroces que se le atribuyen a "La Ardilla" está la orden de matar a 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010. Este acto de violencia desmedida conmocionó al país y al mundo, destacando la crueldad con la que operaba "Los Zetas".

• Pero la lista de horrores no terminó ahí.

Un año después, entre abril y mayo de 2011, Martínez Escobedo volvió a ser señalado como responsable de la desaparición y posterior asesinato de 122 personas que fueron secuestradas mientras viajaban en autobuses por la misma región. Estos crímenes dejaron una marca imborrable en la memoria colectiva de México.

Condena a 50 años de prisión

Finalmente, el 21 de agosto de 2024, Salvador Martínez Escobedo fue condenado a 50 años de prisión por la masacre de 122 personas. Esta sentencia llega después de más de una década de sufrimiento y búsqueda de justicia por parte de las familias de las víctimas.

Aunque la condena no puede devolver la vida a quienes fueron asesinados, representa un paso crucial en la lucha contra la impunidad que ha caracterizado a muchos casos de violencia en el país.