“O ya no entiendo lo que está pasando, o ya pasó lo que estaba entendiendo”
DESPUÉS de las elecciones 2024, actores públicos salieron de su letargo ante la reforma judicial.
- Lamentos democráticos extemporáneos: de votos, leyes y salchichas
- Entierro de la democracia mexicana, ¿esquina con tiranía?: Zedillo
- Invalidez de fallos judiciales sobre reformas constitucionales
LA FRASE que encabeza esta columna, define un desorden social para el observador, pertenece a Carlos Monsiváis: “O ya no entiendo lo que está pasando, o ya pasó lo que estaba entendiendo”. Mucho de lo que ocurre hoy merecería la mirada civil y analítica del cronista que perdió México en 2010.
Intentemos un recuento del destiempo político que es difícil de entender, aunque esté pasando.
DESTIEMPO OPOSITOR Y ZEDILLO
DESPUÉS de las elecciones 2024, actores públicos salieron de su letargo ante la reforma judicial. Hubo movilizaciones y pronunciamientos tardíos en contra, por trabajadores del poder judicial, jueces y hasta ministros. Estudiantes de derecho se manifestaron en las calles a favor y en contra. Esto tenía que presentarse, como bloque argumental contra la reforma (y para proponer ajustes) en los foros que organizó el Congreso de la Unión. No se hizo. Se alegó simulación y las voces opositoras fueron tenues. No hubo participación cohesionada y, en cambio, sí la tardía manifestación cuando se cocinó la mayoría calificada para aprobar la reforma.
A nivel individual, la medalla del destiempo es para el expresidente Ernesto Zedillo (1994-2000) que 24 años después vino a México como conferencista (15/09/2024). Por ‘casualidad’ habló del “entierro de la democracia y el fin de la república”, de una “venganza brutal del Presidente contra la Corte” y “del riesgo de instauración de una tiranía”; Zedillo, que dijo hablar en calidad de ciudadano (Radio Fórmula, 17/09/2024), con todo y su larga residencia en el extranjero, tuvo que abrir el paraguas por reacciones de AMLO (“es de risa y ridículo, que el creador del Fobaproa hable de democracia”), Sheinbaum (“es un representante del viejo régimen; está bien que opine, aunque no tenemos la misma visión de la democracia”), el senador por Morena, Ignacio Mier (“Zedillo se fue del país y ya nunca pensó en español”) y el Presidente de la mesa directiva del senado, Gerardo Fernández Noroña (“Zedillo: personaje siniestro y culpable de las matanzas de Acteal y de Aguas Blancas”). Más allá de cargos y descargos, el destiempo de Zedillo al hablar se convierte en destiempo opositor para forjar liderazgos. Si estos son los liderazgos que le quedan al neoliberalismo en México o a otra propuesta, ¿llegarán los votos?
EL CERRO DE LAS FALACIAS
VARIAS FALACIAS se lanzan alegremente a la plaza pública. Según el diccionario, falacia “es un razonamiento no válido o incorrecto, pero con apariencia de razonamiento correcto; es un razonamiento engañoso o erróneo, pero que pretende ser convincente o persuasivo.” La falacia aparenta un pensar correcto; y como razonamiento engañoso, la falacia busca convencer sin mostrar el cuadro completo de una situación.
En lógica, falacia es un argumento que parece válido pero que no cuadra con los hechos comprobados. De nuevo la apariencia es clave: ocultar y torcer datos resulta esencial para que la falacia se construya socialmente. Algunas falacias se cometen intencionadamente para persuadir o manipular a los demás, mientras que otras se cometen sin intención por descuidos o ignorancia. De cualquier modo, no tiene mucha lógica la política, donde por lo regular cada grupo muestra lo que le conviene y no todos los datos de una situación/problema.
Por ejemplo, a propósito de las impugnaciones jurídicas que se quieren realizar contra la reforma judicial, pocos sabemos un dato fundamental: el artículo 135 constitucional establece la manera en que puede reformarse la Carta Magna. Con esa base, el capítulo VII de la Ley de Amparo, específicamente en su artículo 61°, fracción I, muestra que el juicio de amparo resulta improcedente “contra adiciones o reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.” Por ello, no tiene sentido que jueces de Distrito (de Chiapas y Morelos) aceptaran demandas de amparo contra el ejercicio legislativo de deliberación sobre la reforma judicial; de similar manera, ya sin tiempo, la ministra presidenta Norma Piña lanzó una propuesta de reforma con 66 puntos que no procede porque el Poder Judicial no puede presentar iniciativas de ley. Eso corresponde a las cámaras de senadores y diputados, y al Poder Ejecutivo. Tampoco aplicaría, como ya se ventila, que los ministros echen para atrás la reforma constitucional que modifica la estructura del Poder Judicial. Desde hace 30 años, sentando jurisprudencia, la Suprema Corte reconoce que, de acuerdo al artículo 135 constitucional, es facultad del Poder Legislativo realizar reformas, con mayoría calificada en las dos cámaras y la aprobación en por lo menos 17 congresos estatales.
Falacia: recurso de quienes se ven rebasados por los hechos.
ANÁLISIS Y COHERENCIA
OTROS TIEMPOS. Héctor Aguilar Camín (13/09/2024) citó al canciller alemán del siglo XIX, Otto Von Bismarck: “las leyes, como las salchichas, dejan de inspirar respeto a medida que sabes cómo están hechas”. Esto lo celebró Camín en otros sexenios; ahora usó la frase para quejarse de la mayoría 4T que aprobó la reforma del Poder Judicial. ¿Tanta inteligencia dilapidada? Así parece. (vmsamano@hotmail.com)