Ser y estar en la espera
ESPERAS. YO SÉ QUE ESTÁS en espera permanente.
ESPERAS. YO SÉ QUE ESTÁS en espera permanente. Ya viene el fin del mundo nos decían desde niños. Y ni sabíamos que existíamos. Y menos que era el mundo. Y así sin más nos pusimos en situación de espera. Esperas. Aún no hay fin del mundo. Esperas ir a la escuela. Y de la alegría plena de la niñez, por la casa, los juegos, el perro y la gallina del patio, pasas a la escuela donde a la semana esperas la hora de salida para volver al paraíso.
ENTONCES ESPERAS LAS VACACIONES, el fin del ciclo escolar, el fin de los 6 años de la primaria. Y este llegaría con la ceremonia de graduación. Pero hay que volver otros tres años a otra escuela. Y esperas encontrar amigos y un amor... y los encuentras. Entonces te dices que esa espera valió la pena. Se suceden las aventuras de los amigos en los escapes de clase, las idas al cine y al parque, y llegó una novia con quien diste y recibiste el primer beso. Y esperas que dure esa alegría y dicha mejor que el paraíso. Descubres otro cuerpo luego del tuyo. Tus manos aprenden mil lecciones y tu corazón late frenético y esperanzador.
Y ESPERAS LA ENTRADA A LA UNIVERSIDAD, ya en la edad de los 18años, dispuesto a tragarte el mar de un solo buche. La revolución se mira posible porque también la esperas. Has seleccionado una ruta de carrera profesional. Que puede ser cualquiera. La espera sigue con los resultados de calificación de cada materia que se van acumulando para un promedio de medianamente aceptable hasta cada vez uno mejor.
EN PARALELO ESPERAS LOS FINES DE SEMANA, las vacaciones, llegue Semana santa, tu cumpleaños y la Navidad. Madre te espera por las noches, y padre para jugar algo de deporte los fines de semana. La espera en la esperanza de ellos está puesta en ti, como un hombre de bien que no se mete en problemas y no tiene líos con la justicia. Tú esperas a otro amor de tu vida, a un amor como lo has visto en las películas. No falla, se presenta ella como un notición en cualquier lugar, en ese fino detalle del destino, que abre la puerta a la dicha con una sonrisa como anuncio de dentífricos en la pantalla.
LA ESPERA HA VALIDO LA PENA. Caminas por las grandes avenidas comentando cualquier tontería para hacer plática y ella también responde a lo mismo. Le platicas del libro, y ella te escucha y te platica de otro libro, pero además de sus anhelos de viajes, de conocer el mundo por mar, agua, tierra, de tomarse fotos en Nueva York, Roma y París. Temas son las olimpiadas, las peleas de box y el beisbol de la serie mundial. Lo esencial es que coincides. Pero se presenta la muerte repentina, sea la tuya, y se acaba el texto, o la de ella, y podemos continuar. Fue un accidente en casa, te dicen, pero te investigan, sin que la debas y ni la temas. El amor ha sido perdido por causas ajenas a tu voluntad y ha sido la causa del destino, malévolo y traidor.
VIVES TU AUTO, PERO NO ES LO MISMO. No habrá otra persona para ti como ella. Te dices. Despiertas del sueño. Ella vive solo que ya no te quiere como amor, sino como amigo, y le dices que sí, que no hay problema, que la vida sigue y le deseas suerte en su nueva vida sin ti. Esperas un trabajo. Y lo consigues porque hablas bien dos idiomas. Te habían dicho que el inglés es el idioma de los negocios y del comercio, y el chino y el coreano del futuro, pero le dijiste "basta" al aprendizaje de esos otros idiomas, y te quedaste con el tuyo y el inglés al 50 por ciento.
EN LAS FRÍAS NOCHES DE SOLEDAD, y humedades de lluvia y otras, sueñas en casarte, tener hijos, casa y auto disponible. ¿Habías escuchado de las clases sociales. Pobre o clase media? Afortunadamente en esa espera se te van presentando nuevas oportunidades, tanto de trabajo, como de pareja como el mil amores. Decides al fin tomar decisiones que ubican tu vida. Te casas, tienes hijos que van creciendo en el día a día, y van tomando tu lugar en el cambio de generaciones, con las mismas esperanzas en estos tiempos nuevos. Ahorre para el futuro. Miras la última estación no aún muy cerca del ocaso. Y escribes cartas, esperando respuestas. Miras, en las noches, en lo alto el cielo, y el titilar de estrellas se mantiene, a veces la luna llena parece que te sonríe o está llena. Qué tan grande es el cosmos y nosotros somos apenas algo mínimo más que nada; eso sí, con preocupaciones y prisas
FINALMENTE MUERES. Una madrugada se cierran las posibilidades de existencia; el corazón se detiene. Dicen que hubo algunos estertores, respiración dificultosa, y al fin terminó el viaje en la vida. Ya no te das cuenta. Te velan y reflexionan para decidir si te entierran o te incineran. Mientras tanto se realiza el sepelio. Llegan los amigos y las amigas a platicar entre ellos para recordar los dos o tres chistes que repetías, les avisan que repartirán tus libros. Están allí familiares y compañeros del trabajo. Algunos mensajes en las redes sociales. Tan bueno que era. Alguien dice unas palabras de loas a tu vida. Se toma café acompañados de panecillos. Alguien dice tu nombre. Alguien llora de nostalgia. Algún beso no dado, algún verso no escrito. Y aparecen en un diario las palabras que escribiste para que se publiquen el día de tu muerte.
SEÑORES Y SEÑORAS: HA MUERTO NUESTRO AMIGO. Un buen hombre, con sus luces y sus sombras. Descanse en paz. Y la vida sigue. Hizo lo que pudo. Aunque es posible que pudiera más. Andaba entre la utopía y la realidad, muchas veces perdido entre uno y otro. No se culpa a nadie de sus desdichas, que las hubo, y sí a todos de sus dichas, cuanto hayan podido contribuir. Dicen que errores tuvo tantas como derrotas, y los triunfos fueron meritorios, aunque pocos, suficientes. Sabía que no necesitaba al final mucha tierra, más que la suficiente para cubrir un cuerpo. Herencia no hay, aunque lo lamente alguien, más bien nadie...
"SI LA MUERTE PISA MI HUERTO/ ¿Quién firmará que he muerto
De muerte natural?/ ¿Quién lo voceará en mi pueblo?/ ¿Quién pondrá un lazo negro/ Al entreabierto portal?/ ¿Quién será ese buen amigo/ Que morirá conmigo/ Aunque sea un tanto así/ ¿Quién mentirá un padrenuestro/ Y a rey muerto, rey puesto pensará para sí...", canción de Joan Manuel Serrat. Que bien cae como anillo al dedo, dijeran.