Pierde el miedo
PIERDE EL MIEDO A LA MUERTE. Si es ella la que te acompaña las 24 horas del día.
PIERDE EL MIEDO A LA MUERTE. Si es ella la que te acompaña las 24 horas del día. Despierto, dormido, de viaje, en el trabajo, en el goce de las risas y el café, anda contigo como tu siamesa. Y sabe en qué momento te lleva. Nunca lo sabrás tú. Ni el día en que te toque. A veces se es demasiado prudente por ese miedo. Te paraliza engarrotándote los muslos. Piérdele el miedo. Ella es la que te salva de lastres y es requisito para la salvación de tu alma.
PIERDE EL MIEDO A LA VEJEZ. No cualquiera la alcanza. Y llegarás con sonrisas. Otros llegan enfermos. Otros locos. Los más amargados. Pero muchos no pasan de los 40. Sea que eran débiles. Sea que no le encontraron sentido a la vida. Llegar a viejo tiene sus ventajas. Entre ellas la experiencia que de poco sirve, pero una gran cantidad de recuerdos que te hacen revivir. Vejez y muerte se conectan.
PIERDE MIEDO A LA MEDIOCRIDAD. Nada es relevante. Vida-muerte-vida es el ciclo. ¿Qué relevancia hay que andes bajo, arriba o en medio? Vive tu vida y punto. El ego y la vanidad hacen que te pierdas esas aventuras de mirar desde un punto medio las cimas y las simas, y entre ellas las prisas por subir y las estrepitosas caídas desde las nubes.
PIERDE EL MIEDO A ESTAR SOLO. Pierde el miedo a estar acompañado. Eres tú el qué vuelas en cualquiera de las dos circunstancias. En una perfeccionas tu vuelo. En otra enseñas a volar. Y ambas son experiencias maravillosas. La soledad es la madre de todos los estados del hombre. Es la maestra de la manada mostrando la importancia de que solamente solo te encuentras contigo mismo, y te valoras capitán de tu pequeña barca ante lo inmenso.
PIERDE EL MIEDO A LA DERROTA. No cualquiera se porta digno en ella. Los más lloriqueando, le echan la culpa al otro o al destino. Y no. La derrota es el empuje, el motor aliciente. El triunfo es el titiritero que maneja tu ego y te hace sentirte superior a los demás (que por cierto no son tus rivales). El cementerio nos espera a todos. La derrota es la mejor criba para conocer a los amigos. A los amores no, porque estos ya se fueron desde antes.
PERO PIERDE EL MIEDO AL AMOR. A estar enamorado. ¿Qué puede pasar? Nadie sabe lo que sigue. Pero lo que sí, es que lo bailado nadie lo quita. El amor es sustancia primigenia. Es el fuego de la vida. Es la nostalgia por ser solo uno entre dos. Y si le pierdes miedo entonces lograrías saber que es una espina que sostiene el mundo. Dadme amor como un punto de referencia, y encontraré el mapa de tus lunares.
PIERDE EL MIEDO AL DESAMOR. Lo que no fue es que no era. Peor es estar a todo box de palabras con quien no te quiere. Ya vendrá el fuego, la pasión, el ara para impulsarte. El desamor no es más que una lección entre muchas. Es el pulso que juega tu materia con otras materias. El desamor hace ver en el suelo el castillo construido en el aire. Es la mejor lección de realidad.
PIERDE MIEDO AL TIEMPO. Este se va. Inescrutables son sus designios y su móvil. Solo que a nosotros nos toca estar breve en su territorio. Hemos de irnos, por que sí. Y quede atrás modos y circunstancias. Para el alma y espíritu no hay tiempo, porque no lo necesita. Para la materia sí. Porque transforma el cuerpo y su lozanía en un montón de micropolvo que se integra a la tierra de donde vino desde los orígenes.
PIÉRDELE EL MIEDO AL ODIO. No te hace daño si no te enganchas. Si no respondes. El odio no es más que el fracaso personal. El odio es inofensivo si gira en torno a ti movido e insuflado por otros. Y los ves que poco a poco sucumben. Siempre y cuando seas refractario al odio. Si este anida dentro de ti contra alguien, no tengas duda que te irá minando de poco a poco, como un suplicio infernal, y por lo tanto eterno.
PIÉRDELE EL MIEDO A LA RUTINA, a las prisas, a las confusiones. Evítalas solamente. Ninguna es dañina si les sacas la vuelta, si las confundes. Mándalas a pasear y diles que saluden a "no vuelvas". Y si regresan haz de cuenta que no las conoces. Si vienen hacia ti de frente, cambia de acera o regrésate. Chupan vida y sangre. Te quitan entusiasmo y ganas de vivir. Hacen que te vuelvas ciego al amor y a la amistad.
PIÉRDELE EL MIEDO AL OCIO Y AL TRABAJO. Altérnalos. Haz las combinaciones que quieras. En el ocio descansa a placidez con un buen libro bajo tu cabeza. Cuando te incomode, empieza a hojearlo. Yo sé lo que te digo. Al inicio te dirás: "¿Y este, qué se trae?" Luego no querrás dejarlo. En el trabajo camina y piensa que te pagarán por ello. No sabes lo que te ahorras en consultas médicas y en medicinas. El cuerpo lo agradece. Recuerda siempre uno de los consejos para vivir: respirar. Y si lo haces profundo sentirás como tus venas se ensanchan para permitir que fluya la sangre a plenitud.