Paraderos
Octavio Romero Oropeza defiende a Pemex de las acusaciones sobre la contaminación del río Seco, señalando que el petróleo no es rosa.
“El petróleo no es rosa”, respondió Octavio Romero Oropeza, director general de Pemex, a los señalamientos y acusaciones hechas por actores políticos y organizaciones gremiales de diverso género, menos ambientalistas (¿qué cosas, no?), que aseguran que la contaminación del río Seco es obra y gracia de la refinería “Olmeca”.
En su visita al estado el pasado domingo, en representación del presidente López Obrador en el informe protocolario de labores del gobernador Carlos Manuel Merino Campos, el titular de Pemex aseguró que la petroquímica no genera contaminación por ser una planta con tecnología de vanguardia.
En efecto, está diseñada con tecnología de punta para reducir al máximo las emisiones de contaminantes, como el bióxido de azufre, y éstas se esparcen por el aire, de acuerdo al titular. Por ello, sostuvo Romero Oropeza, no representa riesgo.
Pese a los estudios que se han hecho para conocer el origen del tono rosa de las aguas del río Seco, cercano a la planta petroquímica de Dos Bocas, descartaron la presencia de grasas, aceite o crudo en el afluente, algunos críticos insisten que la refinería es la causante de la contaminación acuática.
Es válido que actores políticos u organizaciones de diversa índole cuestionen al gobierno y le exijan cumpla su responsabilidad de cuidar el medio ambiente y la ecología circundante a la infraestructura petrolera, para evitar daños irreversibles. Otra cosa es que en aras de rentabilidad política, se falte a la verdad.
Asegura el director de Pemex que lo que la petroquímica sí hará, será impulsar el desarrollo económico del estado, pues requerirá de mucho mantenimiento y trabajo, y eso detonará “todo una red de servicios que va a impactar a Tabasco y al sureste”.
Desde que se empezó a construir la planta petroquímica, los detractores y adversarios del presidente López Obrador cuestionaron la obra y vaticinaron que sería un fracaso. Cualquier incidente en su construcción era magnificado.
Ahora es una realidad y es de esperar –y exigir- que contribuya a la autosuficiencia energética del país, al mismo tiempo que se eviten daños ambientes.