López Obrador en el estribo: de los ideales a las realidades, política y comunicación
Seguramente sonreiría AMLO si recordamos aquel dicho popular: “el que mucho se despide, pocas ganas tiene de irse”.
- Importancia histórica de AMLO y la 4T: atender pobreza y desigualdad
- AMLO, cualidad de otra mirada política: ciudadanizar el Poder Ejecutivo
- Gobernar, con vista a los de abajo: continuidad 4T, remachada en urnas
A PUNTO de su viaje sin retorno (político) a Palenque Chiapas, antes de usar el estribo, veamos un tema fascinante de la política contemporánea: ideales y realidades de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), Presidente que mucho se despide (nadie había hecho “giras del adiós”) y de quien sus adversarios enfatizan que “seguirá dictando políticas a la Presidenta electa”.
Seguramente sonreiría AMLO si recordamos aquel dicho popular: “el que mucho se despide, pocas ganas tiene de irse”.
La versión del “poder detrás del trono”, aplicada a AMLO, resulta forzada por tres razones: 1) el poder real, con entramado institucional, no se comparte y Claudia Sheinbaum lo sabe; 2) la edad y salud física de López Obrador, que cumplirá 71 años el 13 de noviembre, con dos paros cardíacos a cuestas; 3) hay ideales compartidos entre AMLO y Sheinbaum, eso está claro, lo que incluye una visión de país con libertad para decidir y responsabilidad para asumir costos individuales. Ninguno de los dos, vistas sus trayectorias públicas, se prestaría a simulaciones calibre maximato. Bastantes nudos desataron para llegar a un espacio de poder legitimado. Prestarse a operetas bananeras, como sospechan sus críticos, no tendría sentido ético y menos estratégico. Ambos perderían la legitimidad con la que llegaron al ejercicio del poder institucional.
Exploremos el adiós de López Obrador desde otro ángulo.
CONTRA EL OLVIDO NEOLIBERAL
IDEAL: desde el primer día del sexenio, atender la herida histórica de pobreza y desigualdad fue prioridad declarada de presidente López Obrador. Realidad: las estrategias fueron tres: 1) programas sociales agresivos, que abarcan como beneficiarios extendidos a 55 millones de personas y el mayor presupuesto de América Latina; 2) declarar non grata a la corrupción, el sistema paralelo de funcionamiento político; 3) establecer un instrumento de comunicación, conferencias presidenciales diarias, que fijó agenda y confrontó a los adversarios, mientras buscaba popularizar el poder a través de un estilo discursivo claro y popular: giros coloquiales de lenguaje, franqueza y réplicas que sacudían la arena pública. La institución presidencial entró así a otra dinámica política. Ganó presencia y también se le criticó por romper la discreción del Poder Ejecutivo en México.
El logro comunicativo de las mañaneras (“de pedagogía política, de revolución de las conciencias”) obliga a explicar con mayor profundidad la identidad del hombre que pacíficamente planteó y logró –por lo que se vio en las urnas de 2024- el cambio de régimen.
Véase la valoración del periodista Pedro Miguel, miembro del Consejo Nacional de Morena: “Andrés Manuel López Obrador es insustituible. Ha sido el historiador, el cronista, el enunciador, el ejecutor y el publicista del movimiento”. De ese tamaño es el reto de liderazgo 4T para Claudia Sheinbaum y quienes se apunten para 2030. López Obrador reitera: “me jubilo, me voy a Palenque y los voy a extrañar, sobre todo al pueblo”. Aunque una cosa es que lo sustituyan en el cargo y otra que lo sustituyan en el liderazgo.
Para Sabina Berman (Largo aliento, 17/06/2024, canal 11), AMLO enfrenta a periodistas despistados “que no captan que el país cambió y no tienen los instrumentos conceptuales para describirlo”. Lo mismo, pero con otro enfoque político, ocurre a periodistas que “ahora son paladines de la libertad de expresión”, según calificó Paco Ignacio Taibo II. Ya se ha dicho en otras ocasiones que, para esa confrontación mediática, AMLO remite a su trayectoria política: credibilidad y coherencia frente a la ciudadanía. Esto se construyó lentamente, en recorridos municipales, con plazas semivacías que poco a poco, a lo largo de los años, se llenaron. Como político que impulsó la ciudadanización del poder, AMLO forma parte de la historia de México. Ese ideal se logró, aunque puede haber retrocesos, y otros (lejos de Palenque) tendrán que defender esa lección de AMLO. Sus críticos, lógico, ven otro árbol y al fondo el bosque.
CIUDADANOS Y REALIDAD POLÍTICA
LA DECISIÓN de gobernar de cara al ciudadano, no para las élites, representó el punto de arranque de un fenómeno de comunicación que asombró al mundo. Construido el instrumento, una de las preguntas cruciales a futuro tiene que ver con las ‘decisiones informativas’ de la 4T sin López Obrador. ¿Se puede utilizar la conferencia presidencial como parte de la narrativa 4T? Sheinbaum ha dicho que las mantendrá; también habló de flexibilidad y toque personal. Parece sensato: hay que gobernar y en el siglo XXI debe ‘narrarse’ a la ciudadanía cómo se gobierna. Si se frena la ciudadanización del poder, la credibilidad se erosionará.
En el temperamento de AMLO pesó el trópico y con ello las formas intensas para enfrentar problemas. No es el estilo Sheinbaum, que muestra una forma más técnica y disciplinada para –a partir de los hechos- implementar soluciones consensuadas. ¿Podrá hacerlo frente a una oposición sin proyecto y voluble que, además, está noqueada por magros resultados electorales? Entre el ideal y la realidad, el proyecto 4T es ruta de los de abajo. Falta lo más difícil: la continuidad sin rupturas. (vmsamano@hotmail.com)