Llora, camionero
"ESTOY PREOCUPADO...me preocupa mucho mi trabajo".
Así dice, entre sollozos, un chofer de tráiler, luego de un choque sin lesionados, solo daños materiales. "No sabes cuánto he batallado para conseguirlo", dice, en referencia a su trabajo, mientras se enjuga sus lágrimas. Conmueve, por supuesto. ¿Cuántos como él?, que sin trabajo, con familia por mantener, finalmente lo consiguen, para llevar alimentos a sus hijos, comprar una medicina, libretas para la escuela. Y luego, un accidente lo pone en riesgo de perderlo, y volver a esa búsqueda desesperada y peregrina de empleo.
ES DE ALTAMIRA, TAMAULIPAS. Maneja uno de esos tráilers que parecen interminables cuando nos rebasan o los rebasamos. La mayoría de ellos, los chóferes, son muy responsables. Circulan preferentemente de noche, aunque lo hacen también de día. Ellos hacen circular las mercancías que se requieren para el consumo, o las piezas de las fábricas, que se necesitan en eso que llamamos producción. Sus jornadas de trabajo son largas. Saben que su familia les espera. Siempre están en las oraciones de sus seres queridos para que vuelvan con bien.
SON LOS CAMIONEROS, que Roberto Carlos les compuso una canción: "...Ya rodé por mi país entero/ Como todo camionero/ Tuve lluvia y cerrazón/ Cuando llueve el limpiador desliza/ Va y viene el parabrisas/ Late igual mi corazón/ Loco por lo dulce de su beso/ Miro lleno de deseo su retrato en el panel/ Es en el calor de su abrazo/ Que me olvido del cansancio/ Y me abastezco de su miel.../" No sabemos de sus emociones. Solo vemos el pasar por las carreteras, moviendo a los autos pequeños por el impulso del aire. O los vemos estacionados en los grandes estacionamientos de comederos especiales para ellos.
SALIÓ DE MONTERREY. Se llama Cesar Cobos. Es joven como de 40 años. Llora ante el riesgo de que lo despidan. Con su cabina impactó los cables de teléfono bajos, por donde transitaba en su paso por Ciudad del Carmen, derribando dos postes. Va rumbo a Mérida. Dichos tráilers están asegurados por los daños que puedan causar. Los vecinos que se acercaron y la policía quedaron impactados con su actitud de nobleza, y de temor por el empleo en riesgo de perder. Solo daños materiales. Su trabajo, un bien, valorado por él, cuyo pago es el bienestar mínimo para su familia.
LLORA MUCHACHO. Libera la tensión. Imagino tus días, semanas y meses buscando trabajo. Llenando solicitudes. Y escuchando el "ya te vamos a llamar". Y desesperado miras a tu esposa e hijos con la mirada de esperanza al verte llegar con una bolsa de alimentos, y vuelves con las manos vacías, con la fatal noticia que aún no has encontrado trabajo. Y sus manos comprensivas en tus manos. En cambio los abrazos de alegría cuando al volver les dices que ya, al fin, luego de la espera de cuando te dijeron que te van a llamar. Y teniendo el trabajo, el temor de perderlo, de entrar de nuevo a la incertidumbre del hambre, de las penurias, del pedir prestado y fiado.
LLORA, MUCHACHO, que es mentira eso que nos inculcaron que los hombres no deben llorar. Que mariquita el que llore. Y lograron en nuestra sociedad que los hombres reprimamos nuestros sentimientos. No te apene ver el video miles de veces visto, donde tú estás llorando por el temor de caer preso, de que te pidan "mordida", de que pierdas el trabajo que tanto te costó conseguirlo. Llora. Que la sociedad sepa que los verdaderos hombres temen perder su trabajo, y que al perderlo no puedas llevar pan a tu mesa, comprar los cuadernos y los lápices para que tus hijos no pasen vergüenza al llegar a la escuela, y con el estómago vacío.
CASI SEGURO QUE TE OFRECIERON otros modos de conseguir dinero para el sustento y de manera más fácil, pero los rechazaste. Por eso tu llanto, porque dentro de tí, van los valores inculcados por tu padre y madre, y los abuelos. Porque valoras el trabajo legal como un bien individual (el que lo tiene) y un bien colectivo, porque contribuyes inculcando valores a tus hijos y sobrinos. Y que dijiste, "pobre pero honrado". Mejor ganar menos y tener paz y tranquilidad, que mucho y fácil, arriesgando la libertad y la vida. Por eso llora. Que el hombro social permita te recargues en él. Tu llanto es muestra de la limpidez de tu alma, de tus buenos y nobles sentimientos.
SÉ QUE A VECES ES DIFÍCIL para uno manejar por carretera entre los tráilers. Y hemos visto, molestos, tráfico detenido por los mastodontes motorizados varados en carretera por choque o descompuestos. Y aunque sabemos que los manejan personas como tú y yo, no nos detenemos a pensar en sus vidas personales, en su sacrificio, en su cansancio, en sus ilusiones y en sus búsquedas. Acudimos al lugar común de que van sedados con café o refresco de coca. O sustancias. Todo ello para vencer el sueño, dominar el estrés y mostrarse alegres, ligeros, como si anduvieran en otras dimensiones. Y también son asaltados, con charolas y sin ellas. Yo cuando manejo largas horas, voy tomando café o cocacola, escuchando música. Y una vez viajé de copiloto con un amigo de Villahermosa a Tampico. Y tengo un ahijado cuyo trabajo es ese, camionero y lo realiza con alegría y entusiasmo.
POR ESO LLORA MUCHACHO. Que tu alma noble nos muestre la luz en este mundo hostil y frío. Que tus lágrimas conmuevan a los indiferentes corazones de piedra. A los que van por la vida sin darse cuenta de lo que significa el ser humano. Que se valoren tus lágrimas como el discurso del miedo que se enfrenta, no que nos domina. Que se requiere detenerse en este mundo de prisas para reflexionar sobre la vida personal y el destino colectivo. Llora cada vez que necesites. Que ese fluir de lágrimas sea como el agua que va cantando por los ríos de la vida. Que el agua estancada apesta y hace daño. Las lágrimas reprimidas estallan en violencia doméstica.
LLORA, QUE TUS LÁGRIMAS SON FECUNDAS, muchacho camionero. Los hombres y mujeres lloren en lugar que revienten por dentro. Y esas lágrimas sean preámbulo o parte de que estamos construyendo un mundo nuevo. EL mundo requiere mayor sensibilidad ante la naturaleza. Mayor sensibilidad ante la existencia. Ante el sufrimiento de los otros. Si se construye con lágrimas, estas serán al final de alegría.