La luminosa espera (II)
La espera no se justifica. La vida no se detiene. La esperanza muere a lo último, aunque a veces agoniza
HAY ESPERAS MEMORABLES en la literatura. En "El coronel no tiene quién le escriba", de García Márquez, el personaje principal, un viejo setentón, espera que llegue la noticia que por fin va a cobrar su pensión por los servicios en el ejército prestados a la patria. Y cada mañana acude al puerto a ver la llegada del correo y ver si ese día sí, y como no, entonces a mantener viva la esperanza, que pueda ser mañana. Constantin Cavafis, poeta griego, en su poema "Esperando a los bárbaros", cuenta metafóricamente, de que toda la ciudad y los distintos (por sus funciones) habitantes tienen detenida toda actividad habitual porque están a la espera de la llegada de los bárbaros. Que no llegan. Y son la solución.
Y SAMUEL BECKETT, IRLANDÉS, premio Nobel de literatura, en su novela "Esperando a Godot", dos vagabundos intercambian charla, desesperante en sus diálogos, porque esperan a un tal Godot, que tampoco llega, pero están preparados, listos. Empieza y termina dicha obra con la misma situación de espera. Como alegoría de la vida es la que plantea el autor. Todos esperamos, no sabemos qué, porque aún no hemos resuelto con la filosofía y las tantas religiones y reflexiones empíricas (si es que se hacen) de lo que somos, de nuestro destino, de la razón de la existencia, del por qué estamos aquí, y dónde estaremos luego de la muerte.
NI LA ESPERA NI LA ESPERANZA son nuestras. Es la vida que resiste con decoro. Es la vid que sabe el destino de las uvas, hacia el vino y la garganta, con los tragos a los ensueños. Es la justificación de este pasar del tiempo que nos lleva al polvo. Es el libro de crucigramas por resolver mientras pasa la vida. La espera no se justifica. La vida no se detiene. La esperanza muere a lo último, aunque a veces agoniza. Esperamos la dicha, la felicidad, el amor. Esperamos la salud. Esperamos la llamada de Dios. El encuentro con el ángel. La llegada de los extraterrestres. La hora del sublime café.
DIOS NO HA LLEGADO "pero viene". La justicia social no ha llegado, "pero viene". La humanidad toda espera. Unos -mientras esperan no saben qué o ni siquiera saben que están en espera- ven programas de televisión o las series de las plataformas digitales. Otros esperan no saben qué mientras trabajan entre ocho y catorce horas. ¿Esperan? Sí. Otros leyendo otros mundos que no son propios, aunque les enriquecen con imágenes. Otros esperan ascensos. Otros el sí de la persona que pretenden. Cuando se va la luz, esperamos que llegue. Y las más de veces resplandece, mas la verdadera luz no llega.
CIERRE SERRAT ESTA ARENGA sobre la espera, con versos de Antonio Machado: "Al olmo viejo, hendido por el rayo/; y en su mitad podrido/ con las lluvias de abril y el sol de mayo/ algunas hojas verdes le han salido/... Olmo, quiero anotar en mi cartera/ la gracia de tu amor reverdecido/ mi corazón espera/ también hacia la luz y hacia la vida/ otro milagro de la primavera." Y bien, seguimos esperando. (FIN)