Los libros: foco, deseo y brújula

UNA IMAGEN QUE RELACIONO con los libros abiertos (y siendo leídos), es la de un foco encendido que desaparece a la oscuridad

UNA IMAGEN QUE RELACIONO con los libros abiertos (y siendo leídos), es la de un foco encendido que desaparece a la oscuridad. Si el libro lo tengo guardado sin abrirlo, es como un foco apagado. No es nada casual esta imagen. Por algo a la Edad Media se le llamó edad oscura u oscurantismo. Y al renacimiento se le llamó el siglo de las luces. Quien es lector es como si tuviera un foco encendido dentro de su cerebro y su corazón.

EN EL DÍA DEL LIBRO empecé por los libros de texto gratuitos como base de mi formación y la de muchos, quiero decir la mayoría. Eran cinco o seis con una portada a la que llamábamos "La Patria", y admirábamos la belleza en sus rasgos de la persona que posó para la pintura. En esa edad de seis años no sabíamos nada de ella, y cuando llegaba a nuestro cerebro la palabra Patria, inmediatamente era la imagen que se nos venía en el pensamiento.

¿CÓMO FUE QUE MIS PADRES siendo analfabetas decidieron que mis hermanos mayores estudiaran la escuela primaria y lo mismo yo, y luego mis hermanas menores? Nunca se los pregunté, pero de seguro con sus experiencias sabían que había algo en la escuela y en los libros que les transformaba la mirada a las personas y les aseguraba mejores oportunidades para transitar en la vida.

Y EN EL PRIMER DÍA DE CLASES nos los entregaron -los libros, los libros- y muy dentro de mí, y de seguro de los demás compañeros, nos alegraron la existencia al hojearlos (sin saber leer ni escribir), ver sus dibujos y oler ese característico aroma a nuevo que se desprende de ellos. Y por la tarde seguimos maravillados con esos instrumentos  muy humanos, cartillas de humanidad (ni más ni menos). Pero yo ya sabía leer.

ASÍ LOS SEIS AÑOS DE LA PRIMARIA, con libros nuevos cada año. Alborozo en cada lección, cuando fuimos descubriendo nuevos conocimientos. Yo sabía leer de antes de entrar a primer grado, porque (sin estudiar preescolar, que ya había, cerca de la casa estaba el 20-30, así de nombre) uno de mis hermanos mayores me enseñaba por las tardes y logró que antes de ir a primer grado yo supiera leer, cuando menos en eso que llamamos deletrear. Así que los disfruté desde el primer día. Recuerdo algunos temas y lecciones: la tierra parte del sistema solar; el ciclo del agua; Vida en el campo y la ciudad; Benito Juárez, un indio zapoteca, etc. Y sin duda las adivinanzas, los refranes, los cuentos, las leyendas y los poemas.

YO SOY LOS LIBROS QUE HE LEÍDO. No muchos, no tantos, pero sí de una manera habitual ha sido una forma de transitar en mi vida. Lo son como si fueran mi pasaporte para cruzar fronteras de un tema a otro, de una civilización a otra. Es como un salvoconducto: me ha salvado del tedio, del aburrimiento, de malas compañías, de horas vacías, de no tener temas para platicar con la chica de la adolescencia que me gustaba. Y es máquina del tiempo que me ha trasladado al pasado, futuro, me ha regresado al presente, pero sobre todo me ha permitido viajar al interior de mí mismo.

LOS LIBROS DE RIUS SIN DUDA me esclarecieron muchas cosas, además que venían con dibujos. Eran de divulgación, de temas que nos hicieron reflexionar sobre mucho de lo que ha sucedido en la humanidad para que haya explotados y explotadores. Y si bien lo destaca en el sistema capitalista, divulga la vida de revolucionarios, pero no se escapan de la crítica ni el clero católico ni los regímenes totalitarios que tuvieron el apodo de socialistas. Rius fue ateo empedernido, pero hizo siempre reconocimiento a un Jesucristo humano y luminoso. Los empecé a leer en la Normal gracias a mi amigo Ubaldo Bogar, que me los prestaba luego de conseguirlos y leerlos él. Ambos tuvimos una influencia de un compañero que nunca dejaremos de nombrarlo: Óscar Eligio Villanueva Gutiérrez, lector empedernido, filósofo y polemista aguerrido a esa edad de los 18 años.

QUE VIDA ES MUERTE, lo aprendí en los libros. Que hay geografía más allá de mi nariz. Que la verdad no es propiedad de nadie. Que aprendemos primero por nuestros sentidos. Que el agua es escasa y hierve a los 100 grados. Que hay deforestación y vamos al suicidio colectivo. Que las guerras son por intereses económicos. Que la plusvalía es ganancia de los trabajadores que se la queda el patrón. Que la esclavitud fue legal y a la vez inhumana. Que los animales son naturaleza y nosotros somos animales racionales. ¿Y las guerras son de razón? ¿Los feminicidios son de razón? ¿La corrupción es de razón? ¿La explotación del ser humano? ¿La extracción en las minas es de razón?

HAY LIBROS PARA TODOS los gustos y pareceres. No le intimide ser lector de autores que otros desprecian. Usted lea lo que considere. Lo importante es la lectura. Si es la Biblia, excelente. Si es el Quijote o La Celestina. Si es el Libro Negro, de Papini. O La romana, de Alberto Moravia. Yo recomiendo los cuentos de Augusto Monterroso, Rulfo y los de Francisco Rojas González. Y usted me puede recomendar de lo que ha leído, y con gusto me asomo. Yo tengo una estrategia: le leo dos páginas, y si me atrapa el autor, sigo leyendo. No leo por obligación. Leo porque gozo, disfruto, y el plus es que aprendo.

A VECES ME PONGO FORMAL. Y escribo: hoy es un día muy importante para la humanidad. Es el Día del libro. Jorge Luis Borges, escritor, dijo que entre todos los inventos del hombre el más importante es el libro, porque es extensión de la imaginación. Y así puedo seguir lo que dijo Octavio Paz y tantos otros escritores de fama. Pero no. Cada quien tiene su relación o no con el libro. Y de eso depende en gran medida cómo nos vaya en la vida, tanto en lo individual como en colectivo. Solo sé que el libro y su lectura me han hecho ser quien soy, y me ha dado ruta. Ha sido como una brújula. Siii, el libro es  metafóricamente, brújula y foco. Y deseo también. Deseo enorme de ser conciencia viva.