Un balance negativo para el PRI con Alejandro Moreno “Alito”, irá peor
Después de la 24 Asamblea Nacional, el PRI parece destinado a desaparecer de la vida pública nacional bajo la dirección de Alejandro Moreno Cárdenas.
Después de lo ocurrido en la 24 Asamblea Nacional del domingo pasado, el PRI se perfila como el próximo partido en desaparecer de la vida pública nacional. Es un camino sin retorno, inexorable. Su fecha de caducidad es la próxima elección federal, programada dentro de tres años.
Su dirigente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, organizó un cónclave partidista para modificar a su conveniencia los estatutos priistas con la idea de prolongar su gestión hasta por tres periodos consecutivos, sin que nadie le haga sombra.
Es un acto a todas luces antidemocrático, impropio de un líder partidista que se dice demócrata, que atenta contra los principios básicos de ese instituto político.
En el discurso “Alito” presume que el PRI es el creador de las principales instituciones democráticas del país, pero en los hechos actúa como un vulgar sectario dominado por la ambición y las ansias de poder, que avasalla y atropella a todo aquel que se opone a sus planes.
Hizo lo que mejor sabe hacer: comprar lealtades, cooptar dirigentes para que ellos mismos puedan reelegirse y fustigar a quienes al interior del PRI disienten de él, acusarlos hasta de ser los asesinos de Luis Donaldo Colosio. Está obcecado en convertirse en el enterrador de los despojos del Revolucionario Institucional.
Será la muerte del PRI, advierten disidentes, como Dulce María Sauri. Ven difícil, casi imposible, que ese partido conserve el registro en las elecciones de 2027. “Alito” Moreno sigue la misma ruta tomada por los “chuchos” en el PRD.
El destino de un partido no puede estar supeditado al capricho y voluntad de un solo hombre que se niega a entender la realidad lacerante que ha golpeado con fuerza a los priistas en la reciente elección presidencial por la mala conducción de su dirigente.
En la gestión de Moreno Cárdenas el PRI ha perdido gubernaturas, diputaciones federales, senadurías, alcaldías y diputaciones locales en la mayoría de los estados donde ha habido elecciones, y por supuesto, la Presidencia de la República.
Por mucho menos de eso, líderes partidistas han renunciado, pero “Alito” vive atrapado en su fantasía, negado a la realidad y culpando a otros de sus propios errores.