Desde la geopolítica
14/03/2025
El mundo post-Ucrania ¿perfilando el tripolarismo?
Bien decía Lenin que "Hay décadas en las que no pasa nada, y hay semanas en las que pasan décadas". Hoy, esa frase cobra una relevancia inusitada ante los recientes movimientos geopolíticos: la (fallida) reunión entre Zelensky y Trump, el encuentro de los líderes europeos en Londres y las conversaciones entre Estados Unidos y Rusia sobre la guerra en Ucrania..
Días atrás, se esperaba que Zelensky y Trump firmaran un acuerdo sobre tierras raras, iniciando un proceso de pacificación con un alto al fuego. Zelensky está acorralado y luchando contra el reloj, porque sin el apoyo militar estadounidense, Ucrania solo "tiene reservas de guerra para 6 meses". No lo digo yo, lo dijo Fedir Venislavsky, miembro del Comité de Defensa del Parlamento de Ucrania.
Durante su campaña, Trump prometió acabar con la guerra y alcanzar un acuerdo con Vladimir Putin, una propuesta de paz impuesta que excluía a Ucrania y a Europa de la mesa de negociaciones. No es sorprendente que esta estrategia haya sido recibida con escepticismo y descontento en Europa, que en respuesta se reunió en Londres para redefinir sus esquemas de seguridad regional.
Trump ha dinamitado la alianza tradicional entre Estados Unidos y Europa, un vínculo forjado tras la Segunda Guerra Mundial. Este giro representa uno de los cambios más significativos de nuestra era, pues deja en claro que Europa ya no puede depender de Estados Unidos ni de la OTAN para su seguridad. En respuesta, los líderes europeos acordaron en Londres incrementar su gasto militar. Las grandes alianzas están mutando y la geopolítica global se reconfigura. Surgen entonces las preguntas: ¿Quién asumirá el papel de garante de la seguridad europea? ¿Será Francia con su paraguas nuclear? ¿Volverá el Reino Unido a desempeñar su rol histórico de actor equilibrista? ¿O acaso Europa retomará su antiguo plan de construir un ejército unificado?
Mientras Europa debate estas cuestiones, en Riad, Arabia Saudita, delegaciones de Rusia y Estados Unidos discuten los términos del mundo post-Ucrania. Incluso se rumora sobre la posibilidad de reactivar el Nord Stream 2. Nos encontramos ante un acuerdo posguerra en ciernes, que dará forma a un nuevo orden global donde tres grandes actores emergen como protagonistas: Rusia, China y Estados Unidos.
Todo esto no es nuevo, conviene estudiar los grandes procesos diplomáticos, porque la historia nos muestra que los mayores reordenamientos del mundo han sido decididos por un pequeño grupo de potencias dominantes. En 1815, el futuro de Europa se definió en el Congreso de Viena, con Gran Bretaña y Prusia a la cabeza, tras la derrota de Napoleón en Waterloo. En 1919, el Tratado de Versalles intentó reconfigurar el orden internacional después de la Primera Guerra Mundial, aunque dicho esquema colapsó con el ascenso de Hitler y el estallido de la Segunda Guerra Mundial. En 1945, Yalta marcó el destino del mundo con los "tres grandes" —Estados Unidos, la Unión Soviética y Reino Unido— decidiendo el futuro del mundo. Más tarde, en San Francisco se perfiló la creación de la ONU, mientras que en Bretton Woods se sentaron las bases del sistema financiero global que aún nos rige.
Hoy, el destino del mundo parece decidirse en Riad, con Rusia y Estados Unidos negociando una nueva fase de su relación bilateral. Y no lo digo yo, lo dijo Keith Kellog, enviado especial de Trump para la Guerra en Ucrania, en una conferencia en el Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores). Allí mencionó que Trump busca un "reset" en su relación con Rusia y considera que "el aislamiento continuo de Moscú no es una estrategia viable". Estas palabras marcan un punto de inflexión: Estados Unidos está abandonando la estrategia geopolítica de Zbigniew Brzezinski y George Kennan, que promovía la división y contención de Rusia.
Ahora el esquema del sistema internacional se orienta hacia la estabilidad tri-partita. En Relaciones Internacionales, ha esto se le ha llamado como la "tripolaridad". Un concepto que data de los estudios de Alexei Arbatov y Vladimir Dvorkin, quienes en 2013 publicaron el artículo The Great Strategic Triangle (El gran triángulo estratégico), en el Carnegie Moscow Center del Carnegie Endowment for International Peace, esbozando los primeros esquemas geopolíticos del orden tri-polar.
Desde mi perspectiva, solo es una versión más de la dinámica imperial que ha persistido en la historia de las relaciones internacionales. Los poderosos pelean zonas de influencias y deciden el futuro del mundo. Así lo plantea la teoría neorrealista de las relaciones internacionales, y así lo evidencia la historia. Son los grandes imperios los que configuran el futuro del mundo. Así que más que tripolarismo, para mí, se trata de un neo-imperialismo, o bien, de un tri-imperialismo.
La pregunta no es si estamos en un mundo tripolar, sino si este nuevo orden global es realmente distinto de los viejos imperios. ¿Tripolarismo o tri-imperialismo? Eso lo analizaremos la próxima semana.
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