Caminante y Siervo
El padre Rubén Ponce de León Murillo, un viajero incansable, plasma en su libro Caminante y Siervo su experiencia espiritual desde una perspectiva nómada.
Solo diré que el padre Rubén Ponce de León Murillo es un viajero, un nómada eterno. A través de mis lecturas marítimas, fluviales y montañosas, también he puesto mis ojos en los escritos de Ponce de León, autor del libro: Caminante y Siervo, una experiencia espiritual publicado en 2015.
Si bien la literatura no solo da cuenta de sucesos por medio de la novela, el cuento y la poesía, porque también leemos crónicas, cartas y diarios, resulta importante el acercamiento lector a Caminante y Siervo, donde Ponce de León, ex párroco en Jalpa de Méndez, se define como un “caminante”, “peregrino”, y “homo viator”, al cumplir sus primeros 40 años de religioso consagrado.
Su obra, y seguro estoy habremos de leer otras debito al acierto en la elección de su albacea literaria, Ángeles Coria, es un testimonio —a manera de diario— sobre su experiencia espiritual alcanzada en la ciudad italiana de Roma, misma urbe en la que recibió el sacramento de ordenación sacerdotal un 29 de junio de 1975, de manos del Papa Paulo VI.
En palabras de Ponce de León, “Estos años en Roma, a donde había llegado desde un estado de angustia y de culpa, de desilusión y resentimiento, el Señor me ha dado la paz profunda de la reconciliación conmigo mismo, con Dios y con mi prójimo”.
Entre las palabras que tejen el diario del sacerdote, y que se asemejan a un leitmotiv, están: “caminante”, “peregrino” y “viajero”, y a las que agrego: “caravanero”, “danzante” y “remero” de cayuco.
Para él, “Roma era como imaginar Emaús. ¿No es verdad que desde entonces mi camino era una huida? […] En el desierto de Roma, en este camino difícil, empecé a sentir que alguien se me acercaba y me preguntaba: ¿Por qué vas tan triste por el camino?”
Esta tarde (sábado 10 de agosto, 2024, 17:00 horas), más allá de leer líneas biográficas, evoco al caminante, al que parló italiano y latín, y al que buscó nuevos puertos y ciudades de tierra adentro, como nuestra Jalpa de Méndez, nuestro “camino de arena” donde echó raíces y cantera para edificar dos templos: el espiritual y el material.
Para el clérigo, después del camino siempre estuvo la patria, misma que alcanzó con la meta: “Así mi Emaús (Roma), que a primera vista parecía expresar una regresión, una fuga, se revela en cambio un esfuerzo decisivo para comprender un nuevo caminar: una nueva puerta abierta hacia el futuro y hacia Jerusalén (Tabasco)”, nos dice —en 2015— el michoacano que con los años se abrazó a la identidad del tabasqueño.
En estos apuntes, escritos con la forma de diario y usados en retiros espirituales, están atrapados los pensamiento del guía y amigo de un sinfín de jalpanecos, sin olvidar que el escritor y editor Mario Cerino Madrigal también ha puesto ladrillos para impulsar estos pensamientos a través de los libros: Rubén, intelecto y fe y Por amor a las ideas y las palabras, este último en el que escribí la crónica “¡Por esa calle va Rubén!”, un relato sobre sus funerales y la repatriación a Jalpa de Méndez de sus restos mortales un 29 de septiembre de 2021.
Por lo anterior, celebro la entrega de estas llaves a la Fundación “Rubén Ponce de León Murillo”, seguro estoy que ya han abierto el umbral donde estará depositado el legado del presbítero y en donde habremos de seguir alimentándonos de sus conocimientos (De Ponce de León está pendiente la publicación de su diario “Binomio: vida-muerte”) puestos en la escritura, justamente en este espacio que será Biblioteca y Centro Cultural.
@Librodemar
*Texto leído el 10 de agosto de 2024 durante la entrega de llaves, de parte del gobierno municipal de Jalpa de Méndez presidido por la alcaldesa Nuris López Sánchez, del inmueble en el que se instalarán la Biblioteca y el Centro Cultural “Rubén Ponce de León Murillo”, en la calle José María Morelos, Barrio de San Luis.