Política y empatía, desafíos de la polarización; la tecnología nos aleja en lugar de acercarnos

En ese barco vamos todos, aunque el país se dividió en las urnas de la siguiente manera:

LA EMPATÍA (ponerse en los zapatos del otro) no goza de popularidad entre adversarios políticos. Riña y descalificación son parte del debate público. En el ambiente de polarización social que –lo hemos señalado, pero es útil recordarlo- precede a la polarización política, México enfrenta retos impostergables de desarrollo económico, combate a la pobreza y desigualdad.

En ese barco vamos todos, aunque el país se dividió en las urnas de la siguiente manera: de cada 10 votos, 6 fueron para Morena y la coalición Sigamos Haciendo Historia (PT, PVEM), 3 para el Frente Fuerza y Corazón (PRI-PAN-PRD) y uno para Movimiento Ciudadano (MC). Es la configuración actual de representatividad: 6-3-1. El país, aunque polarizado, no está partido por la mitad: hay mayoría clara que en las urnas eligió el proyecto de nación 4T

¿Qué hacer, desde la esfera pública, para trazar rutas de empatía?  

MATERIA FALIBLE

EL SER HUMANO, con cualidades y contradicciones, resulta la materia prima de la política. El deterioro del ser humano significa sin más el deterioro de la política. El siglo XXI es encrucijada de valores que lleva a la política en diversas direcciones. La política moderna refleja relatividad de valores humanos en forma de opinión pública. Vivimos en el planeta horas sombrías, con discurso político que entroniza la confrontación y el choque como medidas de negociación. Rusia y Ucrania: primero golpear y luego negociar; Israel y Palestina, ataques, que luego llegarán las misiones humanitarias y la diplomacia. Y una larga lista. La agresividad violenta es el discurso dominante, aunque la ONU diga otra cosa.   

Una frase que desnuda el problema de los valores humanos en la política, la tiene el pensador Elías Canetti: "El ser humano, que se considera la medida de todas las cosas, sigue siendo en esencia un desconocido". No quedamos bien parados como humanidad. Ahora bien ¿es posible volver a pensar los valores humanos que ahora se deshacen en nuestras manos? Pensamiento de las empresas transnacionales: si hay ganancias (por precios altos), los valores son secundarios.

"Evidentemente, toda vida es un proceso de demolición". Esta frase parece dictar el rumbo de la modernidad que habitamos. El filósofo francés, Gilles Deleuze, usó esta frase para advertir "cómo la empatía es un proceso en extinción entre los seres humanos". Conforme se desarrolló el siglo XX y nos adentramos en el siglo XXI, la demolición de los valores ha representado la devaluación de la vida. Casi nadie se pone en los zapatos de los demás. El individualismo de la ilustración, con valores humanistas como estandarte ético, se eclipsa entre dispositivos electrónicos que dificultan el contacto presencial, el cara a cara. La red social verdadera es confundida con la red social virtual. Así las cosas, aparece un individualismo divorciado del perfil humanista, que se entroniza como consumo y placer. Así se reproduce una estructura desigual del mundo.   

VIDA COTIDIANA, PSICOSIS Y ESTRÉS

SI LA PARTICIPACIÓN política es reflejo de la sociedad que se habita, México tiene razones para documentar cierto optimismo. La identidad sociocultural de la 4T ha llegado a los estratos pobres de la población, para producir un empoderamiento con dignidad. Por lo menos es lo que se espera. Este proceso sigue su marcha, con dinamismos insospechados y poco visibles en la cobertura mediática tradicional. Ya impregna espacios virtuales. Quizás ahora, con el segundo tsunami electoral guinda, los procesos populares de reapropiación de la vida política serán tema de conversación pública en televisoras y estaciones de radio.      

Sin embargo, todavía la vida cotidiana es parámetro de valores trastocados. Aquí entra en escena la violencia padecida en diferentes regiones del país. Cuando las vidas de otros no importan, la empatía se despide. El placer, el consumo y la violencia se dan la mano en una inercia que prolonga rasgos inhumanos en las calles.

En las clases pudientes no se acepta el mensaje de deterioro cultural por el confort de vida. No se acepta, en los medios tradicionales, que la acción política se deteriora en la información vertiginosa y obesa, que es sobreinformación y desinformación. Mientras a nivel mediático se multiplican tragedias y atentados sin asombrarnos por ello y sin preguntarnos por su origen cultural, la discusión sobre causas profundas estará incompleta y no podremos mejorar como especie.

RETORNO A LO BÁSICO

HOY, MIENTRAS un bando festeja la victoria con buenas razones y otro bando lamenta la derrota por razones evidentes (que no quisieron ver), vale la pena recordar una verdad de Perogrullo: los valores humanos implican la construcción de un marco común. Esfuerzo de leal empatía. Ahora bien, el único marco común visible para las empresas, la tecnología, nos aleja de valores humanos. La política en las redes sociales virtuales es pasto de rencores y rumores. La inmensidad digital desdibuja rostros. Y la política moderna no encuentra salidas de empatía. Es hora de mirar de otro modo al adversario. Aún es posible. ( vmsamano@hotmail.com)