Reposo del caminante

Carlos y la fraternidad para contar


"Todo será posible menos llamarse Carlos...", reza un adagio tropical. Pero en esta ciudad un tanto surrealista todo es posible. En el escenario, custodiado sobre una mesa circular, a la que sin duda le hizo falta una buena taza de café humeante, estaba el amigo, el periodista, el editor,  el escritor temprano, el lector apasionado Carlos Coronel.

La curiosidad a veces es buena compañera aunque la comunidad de gatos diga lo contrario. Ella, la curiosidad me llevó al Centro Cultural Villahermosa esa noche a escuchar tres cuentos de muy buena factura. El público, cercanos amigos y conocidos del autor se dieron cita a pesar de la apretada cartelera Cultural Villahermosina.

Las butacas salteadas  dieron refugio a un Cronista Municipal,  un astrónomo, un narrador oral, un artista plástico, una  bella comunicadora, un promotor cultural, un abogado proveniente del oriente, una Psicóloga Social, un mediador de lectura, y un escritor metido a flamante funcionario de cultura. Me pareció un grupo sin grupo a quienes la palabra y la fraternidad habían convocado.

Desde la butaca # 6 miraba al autor con gratitud por la invitación a escucharlo. Tuve la sensación de encontrarme en esos espectáculos de primera fila donde hay un acercamiento más íntimo, más natural con quien se mueve sobre la tarima o escenario.

La narrativa de Carlos cumplió con mi expectativa sobre la noche. Al  finalizar su intervención un momento me golpeó arteramente con nostalgia y fue el tiempo.

Miré a mi alrededor, ahí estaban los tres Luises como una versión tropical y contemporánea de aquella  película de 1947.

Lejos ya de sus asientos, el  cronista municipal,  el astrónomo, el narrador oral, el artista plástico, la  bella comunicadora, el promotor cultural, el abogado proveniente del oriente, la Psicóloga Social, el mediador de lectura, el escritor metido a flamante funcionario de cultura desaparecido. Carlos bajaba con sus escritos bajo el brazo, la noche dictaba sobre mí esta sentencia poética:

"Al olvidar mi nombre siento comodidades / de lluvia en un paraje donde nunca ha llovido./ Una presencia de lluvia con paisaje/y un profundo entonar del olvido".


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