Praxis política al estilo griego
16/06/2023
Praxis política al estilo griego
Las altas temperaturas que hemos experimentado en las últimas semanas —casi extremas— no son únicamente físicas, sino también políticas. La efervescencia que trae consigo el proceso electoral del próximo año de seguro irá en aumento, más en estas tierras nuestras, donde la sociedad padece una especie de permanente elección.
Puesto que el escenario se presta, y considerando que además me resulta difícil sustraerme de las grandes aportaciones de la civilización griega, destacable por su legado arquitectónico, mitológico, filosófico y político, es oportuno recuperar algunas lecciones de la historia, la literatura y la cultura de ese pueblo que construyó un envidiable modelo de organización social y política para resolver los problemas de la gente y buscar el bien común.
Quizá a uno que otro interesado en la política contemporánea le sirva este ejercicio de reflexión, a partir de las siguientes tres lecciones:
I
Hay una historia narrada en la Ilíada y la Odisea de la que quizá ha leído o escuchado: la historia de la Guerra de Troya. Pues déjeme decirle que de este episodio se desprende una enseñanza política fundamental. En la guerra, que como suele decirse es la continuación de la política, no es suficiente tener la fuerza: hay que usar la inteligencia y la estrategia; la astucia, dirían algunos.
Fíjese que diez años tardaron los griegos con todas sus fuerzas dirigidos por Agamenón sitiando Troya sin poder derrotarla. Solo la astucia de la construcción del caballo que pudo superar las murallas de la ciudad con guerreros ocultos en su interior logró la hazaña de la conquista. Esta legendaria escena puede traducirse en enseñanzas buenas y malas para nuestro tiempo. Por ejemplo: hay problemas públicos que se resuelven con buenos diagnósticos y estrategias puntuales, es decir, con inteligencia y no con derroche de dinero.
Pero, por otra parte, la argucia con la que se ganó la guerra también nos enseña que el uso de las artimañas en la política quebranta los principios de la moral. Por eso, después de la destrucción de Troya, los dioses dejaron de ser benevolentes con los griegos y estos terminaron sufriendo muchas calamidades.
II
Grecia sitúa en lo más alto la estimación del trabajo. El filósofo Hesíodo revela el valor del trabajo como la segunda fuente de la cultura, después del arte. A través del trabajo y la fuerte preparación, el hombre puede tener su propia subsistencia y hacerse de los medios para vivir digna y decorosamente, pero hay quienes en algún momento experimentaron la posibilidad de hacerse ricos sin mayor desgaste, seduciendo la nobleza de otros y codiciando los bienes ajenos de manera injusta. Son ellos los que han desvirtuado el fin de la política, convirtiéndola en un negocio.
Lamentablemente, para muchos la política es el medio propicio para lograr el bienestar económico sin mucha inteligencia y esfuerzo. Por ello, bajo la máscara de políticos profesionales, sin convicciones ni ética pública, los vemos en una elección aspirando a un cargo y en la siguiente buscando otro. Viven de la política y no para la política. Son ellos los que han provocado que pierda su respetabilidad y de noble oficio pase a ser calificado como un ejercicio denigrante.
III
En el siglo V a.C., Atenas se convirtió de manera definitiva en el centro cultural de Grecia. Ahí, en Atenas, se dieron nuevos pasos hacia la realización de la democracia. Quizá el acontecimiento más importante fue una votación directa en la plaza, donde los ciudadanos utilizaban pedazos de cerámica en los que escribían el nombre de algún ciudadano indeseable. Los votos se colocaban en una urna y luego se contaban; la mayoría decidía qué individuo debía ser exiliado de la ciudad. Era el denominado voto de destierro, también llamado ostracismo, que se utilizó por primera vez en el año 487 a. C. ¿Se da usted cuenta? Era una elección no para escoger a los mejores sino para expulsar a los peores. Si bien en la época moderna no se les puede desterrar, sí debería ser una variable para facilitar la decisión de cerrarle el paso a quienes carezcan de valores y ética pública. Es cierto que estamos llamados a escoger a los mejores, pero podemos empezar por darle la espalda a quienes hacen de la política un negocio personal.
Hay muchas enseñanzas más, valiosas de principio a fin y aplicables a diferentes coyunturas. Me he permitido recuperar y dar sentido a las tres anteriores para ejemplificar que Grecia es una tierra cuya luz continúa iluminando la vida pública. Todos, en buena medida, seguimos aprendiendo de sus principios en la ciencia, la moral y el buen gobierno. ¿No le parece?
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