La primera enseñanza
La tarde de ayer, en el marco de la Feria Internacional del Libro de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, presentamos la obra "La primera enseñanza"
La tarde de ayer, en el marco de la Feria Internacional del Libro de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, presentamos la obra "La primera enseñanza", del reconocido escritor y académico Felipe Garrido, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores en 2011 por la colección de cuentos "Conjuros" y Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015.
Me tocó en suerte leer y releer la nueva edición de este libro, en mi calidad de editor del sello Bibliófagos que, conjuntamente con Laberinto Ediciones, impulsó su publicación. Gracias a este singular ejercicio de lectura pude transitar por una vía jugosa de significaciones.
"La primera enseñanza" cuenta las experiencias de un marinero que, como se expresa en las primeras líneas, "regresa a la isla después de tanto tiempo". Ahora convierte a las palabras en su nuevo mar. Comparte lecciones, narra historias, disipa dudas. Hay en él un acentuado interés por revelar la grandeza del Ser: fuente de toda felicidad, conciencia y verdad.
Por las páginas del libro circulan pasajes místicos que nos hacen recordar, por ejemplo, la sabiduría del Rey Salomón para dirimir litigios y altercados, o el pesaroso remordimiento de un hijo derrochador que vuelve al padre, quien lo recibe con los brazos abiertos y nos enseña que el perdón no solo puede restaurar las relaciones rotas, sino que es el ingrediente principal para inyectarle paz al corazón y evitar que sea corroído por la amargura.
No es casual que las prédicas del marinero ilustrado conciten tanta atención e inspiren a otros personajes a expresar también sus perspectivas, opiniones y sentires con respecto a un amplio abanico de temas. No es casual porque los relatos están tejidos con el hilo de muchas historias y experiencias que nos resultan familiares.
Hace algunos meses, en un viaje rumbo a Pachuca para participar en la Feria del Libro de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Felipe Garrido me confió que el pintoresco personaje del marinero era un auténtico tramposo, capaz de hacer pasar por suyas las frases que otros escribieron, los versos poéticos que otros compusieron, las fábulas que otros contaron. No obstante, pienso que detrás del rostro de este presunto plagiario anida en realidad la esencia de alguien que demuestra ser un apasionado lector, tanto como para desarrollar la habilidad de discurrir sobre distintos tópicos.
Como dije antes, muchas de las conversaciones protagonizadas por el marinero nos resultan familiares, porque se encuentran urdidas, fraguadas con referencias que provienen de otras fuentes: las de la experiencia, las de la filosofía, las del misticismo, las de la historia.
Es difícil —por no decir imposible— encontrar a un lector que no se tope con alguna de ellas en cierto momento. Se trata del fenómeno conocido como interdiscursividad o intertextualidad, es decir, el aspecto de un discurso que lo relaciona con otros discursos.
A mí me pareció interesante la tenacidad del marinero ilustrado por explicar la esencia del Ser y de inmediato me remitió a la metafísica de Platón, filósofo que hace una alegoría interesante ligada con el antiguo arte de la navegación.
Según la imagen marinera que nos comparte Platón había dos navegaciones: la "primera navegación" era la confiada a las fuerzas físicas del viento y de las velas de la nave. Así se representaba emblemáticamente la filosofía de los naturistas que explicaban la realidad a partir de los elementos físicos, como el aire, el agua, la tierra y el fuego. Pero la "segunda navegación" aparecía cuando las fuerzas físicas de los vientos ya no eran suficientes. Una vez que el viento caía, cuando las velas quedaban sin funcionar, todo se confiaba a las fuerzas humanas que debían empujar la nave con los remos. Para Platón, la "segunda navegación" representa a la filosofía que, con las fuerzas de la razón, se empeña en descubrir las verdaderas causas de la realidad.
¿No es acaso algo parecido lo que ocurrió con el marinero ilustrado en esta bella obra, escrita con prosa enérgica y elegante por el maestro Garrido? El marinero ilustrado baja de su velero una vez vencido el viento y decide remar con la razón para contar historias y lecciones en la cantina y las calles de la isla. Superada la primera navegación, opta por la segunda, y en esta última habla de "doctrinas no escritas" y trata de ilustrar a sus escuchas. Se le oyen decir cosas como:
"Tienes que despertar tu conciencia. Tienes que salir de la ignorancia. Tienes que limpiar tu mente de todo deseo".
"La felicidad no depende de lo que tengas; depende de que sepas ser feliz. Que sepas buscar en tu interior el conocimiento verdadero, que no aprecia en más la riqueza que la pobreza, la salud que la enfermedad. La felicidad reside en el desprendimiento".
"La verdadera sabiduría se alcanza en el vacío de la mente, en el reino del silencio. Ese conocimiento nos libera de toda esclavitud".
Podríamos seguir enlistando muchos pasajes e ideas más. Son ingredientes que le dan sazón a este banquetazo, no el de Platón, sino el de Felipe Garrido, quien con ingenio, garbo y sutil ironía nos ofrece en "La primera enseñanza" una serie de relatos que nutren, que proveen de vitaminas a la imaginación.