El amor con la literatura

Se menosprecia cada vez más la relevancia de las palabras


Estamos a pocos días del 14 de febrero, una de las fechas del año comercialmente más rentables, a costa de las nociones de amor y amistad.

En el tradicional "Día de San Valentín" se ensalzan el noviazgo, el cariño, el afecto y todos aquellos sentimientos convenidos con otras personas. Las formas de celebrar y expresar las emociones han variado con el paso del tiempo; por ejemplo, en el mundo hiperconectado y angustiado por tantos mensajes que pueblan nuestros dispositivos móviles, en vez de cartas escritas a mano se envían textos de WhatsApp. Se menosprecia cada vez más la relevancia de las palabras.

Lo mismo ocurre con algunos buenos hábitos, como el de la lectura, que a decir verdad no ocupa un lugar central en las parejas —al menos durante estos festejos—, aun cuando grandes obras de la literatura universal han dejado testimonios ilustres de relaciones de amistad y amor intensos.

Ahí está el trágico asunto amoroso entre Paolo y Francesca, dos personajes del "Infierno" en "La Divina Comedia", de Dante Alighieri, que a la postre inspiró otras obras literarias y artísticas, como el poema titulado "Historia de Rímini", de Leigh Hunt, o la famosa escultura "El beso", de Auguste Rodin.

Paolo Malatesta y Francesca Da Rímini, contemporáneos del propio Dante, estaban muy enamorados, pero sus familias se encontraban enfrascadas en una guerra. Con el propósito de negociar la paz, Francesca fue ofrecida en matrimonio al deformado y violento Gianciotto, por desgracia hermano de Paolo. Ante tal infortunio, la pareja de enamorados pone por delante el sentimiento que los une: se vuelven amantes aun en contra de todos los peligros, pero resultan sorprendidos, apuñalados hasta la muerte y arrastrados sin rumbo por una violenta tormenta en el segundo círculo del infierno.

No pueden quedarse atrás Abelardo y Eloísa con su amor prohibido en la Edad Media, idilio que se constituyó en la figura legendaria de la pasión amorosa. Gracias a las cartas que ambos se enviaron a lo largo de su vida, y que son un referente literario medieval, sabemos que comenzaron su romántica historia de forma muy excitante. Todo cambió cuando se hizo público su amor. Abelardo era maestro de Eloísa, pero en la Francia del siglo XII la docencia solo estaba destinada a aquellos que guardasen celibato, requisito que, evidentemente, no fue cumplido por Abelardo.

Cabe señalar que una interesante novela epistolar basada en esta historia es "Julia, o la nueva Eloísa" (1761), originalmente titulada "Carta de dos Amantes", de Juan Jacobo Rousseau.

Y si de amistad se trata, Walter Pater nos regaló la histórica novela filosófica titulada "Mario: el Epicúreo" (1885), un chico sensible que se hace amigo de Flavio, un ardiente estudioso de las palabras que despierta en él un auténtico amor por la literatura. Amplias son las horas que ambos pasan deleitándose con la lectura de obras como "El asno de oro", de Lucio Apuleyo.

La historia del joven Mario es profundamente poética, una biografía del espíritu. Tras la muerte de su amigo Flavio y de su madre, queda sumido en los problemas fundamentales de la vida y trata de encontrar respuestas en la filosofía epicúrea y las doctrinas del estoicismo.

Puede usted notar que, si de amor y amistad en la literatura se trata, las referencias anteriores nos indican que hay un mundo más allá de Romeo y Julieta, de Hamlet y Ofelia, de París y Helena en La Ilíada (por cierto, también dos almas que penan su lujuria en el segundo círculo del infierno), o de Don Juan Tenorio y Doña Inés.

Siempre hay que encontrar un ancla para acentuar el hábito de la lectura y el 14 de febrero es un buen pretexto. Muchas cosas se pueden disfrutar en la vida, pero puedo asegurarle que una de las más placenteras e inspiradoras es pasarla haciendo el amor con la literatura.