Plano tangente

Canibalismo celular

“Fundamentalmente el ayuno no es una cuestión de estómago, sino de corazón.”

San Agustín

La autofagia es un proceso celular a través del cual las células degradan y reciclan componentes innecesarios o dañados en su interior. Este mecanismo es esencial para la limpieza y el mantenimiento de la salud celular. Durante la autofagia, las partes de la célula, como proteínas y orgánulos dañados, se encapsulan en una vesícula llamada autofagosoma. Luego, el autofagosoma se fusiona con un lisosoma, donde los contenidos se descomponen y se reciclan. Un nivel basal de autofagia está constantemente en marcha en células y tejidos, asegurando la eliminación celular y la homeostasis energética.

Este proceso es crucial para la supervivencia celular, especialmente en condiciones de estrés, como en una escasez de nutrientes. Esto explica que la autofagia se active gradualmente durante el ayuno, sin necesidad de llegar a ayunos extremos. Algunos estudios indican que se requiere un mínimo de 12 horas de ayuno para poner en marcha el proceso de autolimpieza celular. Ayunos más prolongados, de 16-18 horas, resultan en una autofagia más profunda y beneficiosa, aunque no existe un número de horas definido para iniciar la autofagia, sino que aparece de forma gradual a medida que el cuerpo entra en estado de ayuno. Por lo tanto, el ayuno intermitente con ventanas de 12-18 horas sin comer es una forma eficaz de activar la autofagia y obtener sus beneficios, como la regeneración celular, el aumento de la longevidad y la prevención de enfermedades, incluyendo el cáncer, enfermedades neurodegenerativas e infecciones.

Otra forma de inducir la autofagia es con la actividad física. El ejercicio promueve la autofagia en los tejidos periféricos y el cerebro. De hecho, puede ser que de ella deriven muchos de los beneficios atribuidos al ejercicio, como la salud metabólica y las mejoras en la función cognitiva. Las contribuciones del ejercicio para la salud y el bienestar muscular son numerosas y están bien documentadas. Sin embargo, los mecanismos desencadenados por el ejercicio son menos claros.

Por lo pronto, se ha reconocido que el ejercicio moviliza una respuesta de autofagia bifásica, lo que conduce tanto a una inducción aguda como a una potenciación a largo plazo del proceso. Específicamente los mecanismos moleculares activados durante el ejercicio intenso conducen a una respuesta adaptativa prolongada.

En conjunto, la actividad física en ayunas potenciaría la activación de la autofagia en el músculo esquelético. En un estudio, atletas bien entrenados se sometieron a sesiones de ejercicio y ayuno y aumentó el flujo autofágico después de una hora.

Investigaciones recientes han enfatizado cada vez más la estrecha correlación entre la autofagia y la diabetes. La autofagia contribuye al mantenimiento de concentraciones saludables de glucosa en sangre, o glucemia, y mejora la secreción y sensibilidad de la insulina mediante la eliminación de proteínas anormales y sustancias nocivas dentro de las células. La degradación de toxinas es crucial para la supervivencia y el funcionamiento apropiado de las células beta (β) pancreáticas, lo cual es parte de la prevención y el tratamiento de la diabetes. En personas con diabetes, la autofagia suele estar inhibida o alterada, lo que lleva a la acumulación de sustancias dañinas dentro de las células y puede exacerbar la resistencia a la insulina y la inestabilidad metabólica.

Además de los beneficios principales de la autofagia, como la eliminación de células y componentes dañados, el reciclaje de nutrientes y la regeneración celular, la autofagia también puede participar en la eliminación de patógenos y células dañadas. Esto viene con un fortalecimiento del sistema inmunológico y una reducción en el riesgo de enfermedades autoinmunes. Además, previene la inflamación generalizada y puede causar la muerte de células tumorales en sus inicios. No obstante, en tumores hostiles y metástasis, el papel de la autofagia se voltea y se torna un mecanismo de sustento para las células, pues contribuye a la resistencia farmacológica, a la obtención de nutrientes y, por tanto, a su supervivencia.  

También la autofagia ayuda a eliminar proteínas mal plegadas y orgánulos dañados que se acumulan en enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson, por lo que puede retrasar o prevenir el desarrollo de dichas enfermedades neurodegenerativas. Muchos de estos padecimientos parten de la insuficiencia de energía en las neuronas. Entonces, al reciclar y renovar las mitocondrias, las “centrales eléctricas” de las células, mejora su eficiencia energética.

Por sus aportaciones para la salud, resulta deseable adoptar hábitos que ocasionalmente fomenten la autofagia. Por ejemplo, se pueden modular las horas de comida, sobre todo cena y desayuno, para lograr intervalos de ayuno que alcancen las 12 horas o, si existe la posibilidad, puede incorporarse el ejercicio en la rutina diaria o semanal. Al momento de romper el ayuno, sin embargo, también hay que tomar ciertas precauciones. Vale la pena evitar alimentos ricos en azúcares simples para prevenir picos de azúcar en el organismo y, por el contrario, aprovechar alimentos con bajo índice glucémico. Todo abona, y con estas pequeñas costumbres se va adoptando un estilo de vida saludable. (jorgequirozcasanova@gmail.com )