Operativo mochila, ¿O reforma educativa?
Creer que el “Operativo Mochila” resolverá o frenará a los niños y jóvenes violentos que asisten a las escuelas
Creer que el “Operativo Mochila” resolverá o frenará a los niños y jóvenes violentos que asisten a las escuelas, se me hace una medida muy ingenua por no decir inútil. Esa medida no les quitará lo violento a aquellos niños y jóvenes que ya traen la violencia por dentro desde el hogar.
Desde los hogares mexicanos y tabasqueños de antemano, día a día, se están gestando los niños violentos porque la violencia la aprenden de sus propios padres y en sus propias casas. Ahí mismo se están gestando los jóvenes suicidas que lamentablemente aumentan cada año. Ahí mismo surgen aquellas jóvenes que se van a vivir a otros lados sin medir los riesgos o se casan al vapor porque ya no soportan vivir con sus padres. También en el hogar madura el sadismo y perversidad de aquellos jóvenes que practican el bullying en las escuelas.
Desde los hogares mexicanos van surgiendo jóvenes vulnerables, susceptibles de ser atrapados por los carteles del narcotráfico que le permiten ganar mucho dinero y les dan un sentido de pertenencia: ese sentimiento de pertenencia se lo daban antes las pandillas del barrio. Si el hogar, los padres no le dan un sentimiento de pertenencia a esos jóvenes, éstos lo buscan en la calle, fuera de su casa.
Además, los hogares mexicanos están invadidos por una televisión cuya programación está saturada de violencia, donde el héroe a imitar es aquel que es más hábil para pelear y asesinar; aquel que es el más ducho en el manejo de las armas que, como John Wick, le permite asesinar a cientos de personas: ¡ése es el héroe! Y las autoridades ni las manos meten porque ello iría en contra de la libertad de las televisoras. Y los padres en casa, como los de la película de la niña Matilde, se la pasan viendo televisión y no les interesa la vida escolar de sus hijos.
El muchacho que es rechazado y ninguneado en su casa y luego en la escuela se encuentra un maestro que no es tan buen maestro y también lo rechaza, entonces la frustración o el rencor se multiplican y explotan en violencia: la calificación reprobatoria de un alumno no es la real causa que un muchacho agarre a golpes a un maestro, la causa real es saberse rechazado también.
Lo que me da la autoridad moral para afirmar lo anterior son los 47 años de experiencia que tuve como docente tanto en el Colegio de Bachilleres en la ciudad de México, como docente titular en la UNAM en la Facultad de Economía y 32 años en la UJAT en la División de Ciencias Sociales y Humanidades: con pleno orgullo y mucha satisfacción les digo que mis alumnos me llegaron a estimar, a admirar y algunos a querer como amigo. Alguien que me lee y fue mi alumno dirá si tengo o no razón.
El buen maestro tiene la difícil tarea de trabajar con el “material humano” que le llega de los distintos hogares, no de todos llegan alumnos-problema; hay muchachos estudiosos, respetuosos, nobles que evidencian que vienen de hogares bien avenidos, donde el padre y la madre se ocupan y preocupan por ellos, de su salud y su limpieza. Hay madres fodongas que, sin preocuparse por la nutrición y salud de sus hijos, no se toman la molestia de prepararle un lunch que nutra a su niña o a su niño y, con tal de seguir durmiendo, le compran unas Sabritas o cualquier alimento chatarra y un refresco embotellado y que te vaya bien. Al rato andan llorando que el niño le resultó diabético o enfermo con leucemia.
En fin, desde los hogares se van gestando y madurando en potencia las futuras patologías sociales que tanto abaten hoy a nuestra sociedad como la obesidad, la diabetes, el maltrato a las mujeres o a los hijos, las violaciones o feminicidios, la drogadicción. Después de lo dicho el “Operativo Mochila” se me hace una vacilada. ¡Hace falta una profunda reforma educativa integral en el país, donde junto con la escuela participemos todos, y que no sólo contemple en capacitar sino en formar buenos seres humanos! (* Catedrático e investigador universitario)