Niños Peaky Eaters
Es importante identificar la presencia de síntomas de alarma para consultar y descartar causas orgánicas
Picky Eater" es el término anglosajón que se le da a los niños que son quisquillosos o selectivos a la hora de comer y está relacionado a una alteración de la conducta alimentaria que generalmente es leve, transitoria y no relacionada con un compromiso nutricional.
Es importante identificar la presencia de síntomas de alarma para consultar y descartar causas orgánicas que usualmente solo corresponden a un pequeño porcentaje de los casos.
Si bien esta es una tarea conjunta entre los padres y el pediatra que esté atendiendo al niño, existe una forma de identificar este tipo de comportamiento:
Prefiere un alimento sobre otro.
Rechaza alimentos específicos como vegetales o ciertos grupos de alimentos y prefieren otros con azúcar y harina.
Se niega a probar alimentos nuevos o tiene miedo a hacerlo.
Come un número limitados de alimentos.
Tiene claro que alimento le gusta y cuales no.
Busca excusas para interrumpir las horas de comida.
Come muy lento.
Si cumple algunas o todas estas características y está en edades entre los 2 a 5 años, puede ser un niño quisquilloso que tiene una alteración en la conducta pero que usualmente no está relacionado con alteraciones nutricionales, esto quiere decir que tiene una ingesta limitada pero su crecimiento es normal y saludable; otra cosa diferente es si el niño presenta alguna patología de base que explique esa mala conducta alimentaria, en ese caso es de suma importancia visitar al médico. Es importante la edad, por que los niños mayores y adolescentes que son selectivos solo por que no les gustan ciertos alimentos no se consiederan dentro de este espectro y el manejo es totalmente conductual.
Existen múltiples factores que favorecer este comportamiento, algunos pueden ser:
Factores genéricos: por una alteraciones en los quimiorreceptores del sabor.
Factores maternos: si la mamá tiene una dieta restrictiva durante el embarazo o la lactancia, es más probable que a la hora de exponer al niño a la alimentación complementaria, no esté familiarizado con el sabor de los alimentos y se genere el rechazo.
Malas conductas alimentarias por parte de los padres: si los papás se alimentan mal es muy probable que el niño también lo haga, ya que los niños aprender por imitación.
Factores emocionales: si al momento de comer el niño se siente angustiado por regaños, afanes o quejas, se va a generar una sensación o experiencia negativa en relación con la comida.
Tener distractores en el momento de comer: el uso de pantallas, celulares o juguetes hacen que el niño pierda fácilmente la atención.
Las relaciones sensoriales con la comida: no permitirle al niño tocar, oler o saborear la comida o limpiarlo excesivamente, puede generar alteraciones que lleven al rechazo de los alimentos.
Limitaciones en la variedad de los grupos de alimentos que se le den al niño, en la etapa de inicio de la alimentación complementaria.
El comportamiento de los padres a la hora de comer: excesivamente controladores, forzar al niño a comer, permisivos con tiempos de comida muy largos, excesivamente preocupados por la limpieza durante toda la comida, favorecer el aprendizaje asociativo negativo relacionado con estas experiencias negativas.
Algo importante a resaltar es que la percepción de que un niño no coma, muchas veces puede ser errónea, porque interpretamos o hacemos suposiciones con respecto a la alimentación. Solamente de un 5 a 15% de los niños que no comen bien, pueden tener un trastorno de la conducta alimentaria que lo comprometa nutricionalmente, y de este porcentaje un grupo más pequeño tienen alguna enfermedad que justifica una alteración en la conducta.
¿Cuándo consultar al pediatra?
Vómitos frecuentes
No ganancia de peso y talla
Alteración en el desarrollo neurológico
Dolor abdominal recurrente
Dolor al pasar alimentos sólidos
Diarrea persistente o frecuente
Cuando se presentan estos síntomas y se lleva al niño al pediatra se evaluarán: los antecedentes del niño, cómo fue su gestación, si tuvo episodios de atoramiento, intubaciones o uso de sondas por la boca, cómo se inició la alimentación complementaria, etc., todo con la finalidad de mirar el estado de salud del niño. También hay que revisar si el niño tiene dolencias al momento de pasar los alimentos, si tiene vómito recurrente, que tenga compromisos con la ganancia de peso y talla, y el neurodesarrollo. Esto permitirá identificar si los comportamientos quisquillosos en los niños solo son un tema de hábito, o si de lo contrario realmente se compromete su estado de salud.
(Psiquiatra/Paidopsiquiatra)