Desafío: mejores condiciones de vida para madres trabajadoras
Mientras hay mujeres que abrazan el ideal de la madre abnegada, dispuesta a darlo todo, incluida su salud física o mental, por sus hijos, otras exigen que ser madre cambie, no porque el amor a los hijos cambie
Hay que distinguir entre ser madre y el día de las madres, me dijo mi amiga cuando le pregunté al respecto del 10 de mayo. Porque, claro, no es lo mismo una opinión sobre la maternidad que sobre la celebración del día, aunque son cuestiones relacionadas entre sí. Todas las mamás con las que platiqué estaban absolutamente convencidas del amor a sus hijos, de la maravilla de experiencia que es ser madre, pero respecto a la celebración de ese día, sondeé opiniones diversas, con una clara diferencia generacional.
Antes de los llamados milenials, nacidos entre los años ochenta y mediados de los noventa, la postura general es a favor del festejo del día de las madres, personas que sí se sienten reconocidas en su labor de maternar, a pesar de las dificultades. Personas que defienden esa tradición como el reconocimiento a la importancia que tienen las mujeres en el hogar, la familia, a sus arduos esfuerzos.
Sin embargo, muchas madres milenials, incluidas varias de mis amigas, tienen una postura distinta. Es decir, no es que estuvieran contra el reconocimiento a la maternidad, sino que su percepción del 10 de mayo era más crítica. Como la mía.
Para mí, es difícil soslayar que el día de las madres fue una propuesta del periódico Excelsior en 1922, que compraron los empresarios y promovió el entonces secretario de Educación, José Vasconcelos, junto con la Cruz Roja y el Episcopado Mexicano, en una reacción conjunta del conservadurismo para contrarrestar la fuerza de la agenda feminista que había cobrado fuerza tras el primer congreso feminista celebrado en Mérida, Yucatán. Claro que el ideal feminista no era entonces, ni es ahora, que las mujeres deban dejar de ser madres, sin embargo, empezaba a darse una reflexión crítica sobre el papel de las mujeres mexicanas en la sociedad, reflexión y debate que, a pesar de haber avanzado en el último siglo, enfrenta todavía muchas resistencias.
Entre mis amigas mamás milenials, hay a quien la fecha le da igual, le parece como cualquier otro día aunque ellas sí hagan el esfuerzo de celebrar a sus hijos en el día del niño. También hay a quien le parece que la celebración es una burla, porque lo que quieren no es ir a un festival a asolearse a la escuela de sus hijos, o que les regalen un pastel, o unas flores, sino que necesitan que las guarderías sean más accesibles, funcionales, que maternar y trabajar dejen de ser actividades que parecen incompatibles, que se les deje de celebrar como el pilar de la casa cuando lo que necesitan es compartir la responsabilidad de las labores.
Mientras hay mujeres que abrazan el ideal de la madre abnegada, dispuesta a darlo todo, incluida su salud física o mental, por sus hijos, otras exigen que ser madre cambie, no porque el amor a los hijos cambie, sino para que maternar deje de significar una renuncia total y absoluta de sus ambiciones personales y profesionales, o de hacer malabares para conciliar esas esferas en su vida, mientras los padres de sus hijos siguen avanzando muy cómodos, sin siquiera saber en qué grado van sus hijos a la escuela, o cuál es el medicamento que toman, o cuánto cuesta hacer la despensa o dónde se guardan las toallas.
En lo que sí coincidieron todas es que el día de las madres se ha consolidado exitosamente como una fecha de consumo, en la que se acostumbra llevar a las mamás a desayunar o comer o cenar, o regalarles algo, incluso hacer una reunión familiar que a los supermercados les sirve para ofrecer promociones de cervezas al 2x1, muy bien aprovechados por personas que no son madres ni van a celebrar a la suya, o incluso contra la voluntad de la madre que quisiera que sus hijos dejen de beber alcohol entre semana.
En cualquier caso, la fecha del día de las madres sirve para reflexionar en qué medida es correcto que ser madre signifique una renuncia que no está implícita en el ser padre, cómo equilibrar las esferas sociales y laborales de formas más justas y, por supuesto, cómo van a abordar en su agenda estos temas quienes hoy se ostentan candidatos. Porque hablar de las mujeres y su importancia en la vida democrática del país tiene que pasar por hablar de cómo mejorar las condiciones de vida de las madres trabajadoras, que son quienes encabezan la mayoría de las familias en este país.