La razón más poderosa que la fuerza

En esos tiempos de zopilotes, cuando el embajador de Estados Unidos organizó el golpe contra nuestro Apóstol de la Democracia

Discurso en La Habana, Cuba. CUARTA PARTE.- Sobre si Catarino (Erasmo Garza Rodríguez) fue un revolucionario o, como se decía en ese entonces, un bandido, además de la opinión de cada quien, hay un veredicto de mucho valor por sostenerlo un leal y orgulloso conservador, el colombiano Donaldo Velasco. En su texto, este importante protagonista y testigo de los últimos acontecimientos no pudo ocultar su profunda admiración por Catarino, cito: “…No era, en mi concepto, el bandido vulgar que retratan los norteamericanos […]. Aun después de muerto inspiraba respeto…”.

Esta historia no podría terminar sin esclarecer que, aun tomando el cuartel de Bocas del Toro, Catarino estaba emplazado a vencer a un enemigo todavía más poderoso. Al amanecer, a la entrada de la bahía lo esperaba con sus cañones el Atlanta, imponente barco de guerra de los Estados Unidos; un casco de acero de 96 metros de eslora y 284 marinos de la armada estadounidense. Todo este poderío, para perseguir y aniquilar, valga la paradoja, a Catarino “el filibustero”. Eran los tiempos en que los estadounidenses habían decidido convertirse en dueños del continente y definían lo que consideraban su espacio físico vital para luego emprender la conquista del mundo; estaban en su apogeo las anexiones, las independencias a modo, la creación de nuevos países, los estados libres asociados, los protectorados, las bases militares, los desembarcos e invasiones para poner y quitar gobernantes a su antojo.

No sabemos si por falsedad del comandante o por decisión del mando supremo en Washington –pues los tripulantes del Atlanta no tuvieron necesidad de intervenir–, la armada de Estados Unidos certificó que se había realizado, cito: “un desembarco en Bocas del Toro, Colombia, el 8 de marzo de 1895, para proteger vidas norteamericanas y propiedades amenazadas por una revuelta del Partido Liberal y de la actividad de filibusteros”. Los marines fueron incluso condecorados.

En un recuento somero y en homenaje a los hombres de ideales revolucionarios, el mismo año que cayeron Catarino y Pereira dejó de existir Martí; a Maceo lo asesinaron en 1896; a Rosas, en 1901. Tal ha sido también el destino de muchos héroes anónimos olvidados pero benditos y de otros que seguirán surgiendo, porque la lucha por la dignidad y la libertad de los pueblos es una historia sin fin.

Aun cuando mi texto ya es muy extenso, ¿verdad, Beatriz?, les ofrezco disculpas, no podría dejar de mencionar de nuestra cercana relación, presidente, el papel tan destacado y digno de Manuel Márquez Sterling, embajador de Cuba en México durante el golpe de Estado, encarcelamiento y asesinato del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez.

En esos tiempos de zopilotes, cuando el embajador de Estados Unidos organizó el golpe contra nuestro Apóstol de la Democracia, Francisco I. Madero, el embajador de Cuba, en claro contraste, trató de salvarle la vida, ofreció asilo a prisioneros y pasó una noche con ellos en la Intendencia de Palacio Nacional, donde los tuvieron cinco días encerrados antes de la terrible felonía de matarlos a mansalva.

Cuenta en su libro Márquez Sterling que mi paisano, el vicepresidente José María Pino Suárez, en esa visita solidaria le confesó en forma profética lo siguiente: “nuestra renuncia impuesta provoca la revolución; asesinarnos equivale a decretar la anarquía. Yo no creo, como el señor Madero, que el pueblo derroque a los traidores para rescatar a su legítimo mandatario. Lo que el pueblo no consentirá es que nos fusilen. Carece de la educación cívica necesaria para lo primero. Le sobra coraje y pujanza para lo segundo…”.

Y así fue, el 22 de febrero de 1913, a media noche son cobardemente asesinados el presidente y el vicepresidente legal y legítimamente electos por el pueblo de México; a partir de entonces empieza a cumplirse el vaticinio de José María Pino Suárez; apenas los mataron, se desató con furia la Revolución. El 26 de marzo de 1913, Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, suscribe con otros revolucionarios el Plan de Guadalupe para restaurar la legalidad y deponer al general golpista Victoriano Huerta, quien se había autonombrado presidente.

Huerta se mantuvo un año y medio en el poder. Carrancistas, zapatistas y villistas lo combatieron con relativa independencia entre unos y otros, y consiguieron la caída del usurpador, quien no logró conseguir, en ese tiempo, el respaldo del gobierno de los Estados Unidos.

Durante todo el periodo que duró la Revolución, en Cuba vivieron exiliados tanto porfiristas y huertistas como revolucionarios maderistas. Dicen que en las calles de La Habana, aquí, se insultaban unos a otros. Aquí estuvo, por ejemplo, el revolucionario veracruzano, Heriberto Jara, uno de los inspiradores de la Expropiación Petrolera consumada en 1938 por el general Lázaro Cárdenas del Río.

Tampoco puedo omitir mencionar el papel solidario del pueblo y de los gobiernos de México con los revolucionarios cubanos que lucharon contra la dictadura de Batista.

Es conocido, como lo recordó usted, amigo presidente Miguel Díaz Canel cuando nos visitó el año pasado por motivo de la Conmemoración de los 200 años de la Independencia de México, que:

El paso de Fidel y sus compañeros por México dejó profunda impresión en los futuros expedicionarios del Granma y un cúmulo de leyendas por todas partes de las que todavía se habla con admiración y respeto.

En cuanto a mis convicciones sobre el comandante Fidel Castro y sobre la Independencia de Cuba, reitero lo que escribí hace poco en un libro:

A lo largo del tiempo, como opositores en México, Fidel fue el único de los dirigentes de izquierda que supo lo que nosotros representábamos y nos distinguió con su apoyo en reflexiones, en escritos y en hechos políticos solidarios. Nunca nos conocimos, pero siempre lo consideré un hombre grande por sus ideales independentistas. Podemos estar a favor o en contra de su persona y de su liderazgo, pero conociendo la larga historia de invasiones y de dominio colonial que padeció Cuba en el marco de la política estadounidense del destino manifiesto y bajo la consigna de “América para los americanos”, podemos valorar la hazaña que representa la persistencia, a menos de cien kilómetros de la superpotencia, el que exista una isla independiente habitada por un pueblo sencillo y humilde, pero alegre, creativo y, sobre todo, digno,  muy digno. ((*Por considerarlo de interés para los lectores y por su importancia histórica, reproducimos el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador durante su visita a Cuba, 08 de mayo 2022. Cuarta entrega, mañana la final)