Escala Crítica

Hegemonía 4T y colaboración entre poderes: gobierno, justicia social y rendición de cuentas

* Historia: complicidad/subordinación, tensión/bloqueo y ¿colaboración?

* Colaboración entre poderes: deseable con objetivos de gobernabilidad.

* Gobierno y ciudadanía: vía ética, reciprocidad y rendición de cuentas.    

El presente mexicano plantea una colaboración entre poderes que no debe repetir historias de simulación, subordinación y complicidad, que fueron el pan y la sal del viejo régimen.

Si México vive un cambio de régimen, éste debe sentar las bases de una nueva relación institucional entre poderes y, con ello, reactivar de forma ética la cercanía entre gobierno y ciudadanos. En este sexenio se tienen que escribir otras historias, menos ríspidas y cínicas, si se quiere fortalecer la gobernabilidad, la rendición de cuentas y la justicia social. Todo esto, con la amenaza que viene del norte.  

La presidenta Claudia Sheinbaum (9/12/2024) presentó un botón de muestra de lo que significó la corrupción de otros tiempos: entre 2007 y 2017, en varios estados, hubo construcciones residenciales irregulares. Participaron los tres niveles de gobierno. Vía empresas privadas, se construyeron casas en zonas sin servicios de agua y electricidad. La investigación arroja 100 mil casas abandonadas, más las que se acumulen. Los servicios básicos nunca llegaron. Se comprende que las ganancias privadas y el moche al gobierno estuvieron por encima del servicio a la población necesitada. ¿Qué falló? Una relación ética con la ciudadanía y la rendición de cuentas. Hubo corrupción, pues.      

TRABAJO POR HACER

Como en todo cambio social significativo, hay trabajo cultural por hacer. Darle raíces al cambio de régimen. Arraigar el cambio político en la cultura nacional. ¿De dónde venimos? La secuencia histórica del ejercicio de poder sitúa al Presidente de la República en el epicentro, lo que obstaculizó coordinación entre poderes (relación entre iguales) y propició la subordinación: ´lo que usted diga, se hace´. Presidencialismo con vena caudillista, país de un solo hombre, gobierno del hombre fuerte, "existe la percepción social de que en México no se mueve la hoja de un árbol si no lo ordena el que habita las alturas" (Daniel Cosío Villegas). Esta cultura presidencialista impregnó la llamada transición democrática (1988-2000), con arreglos extralegales para la gobernabilidad de la república, cuando se suponía que marchábamos hacia la modernidad política, con democracia pujante y pluralidad de partidos que generaba competencia política real.       

Luego de triunfar en las elecciones presidenciales de 2018, el gobierno 4T se encontró con ´candados´ en el Poder Legislativo y el Poder Judicial. La tensión entre poderes creció a lo largo del sexenio 2018-2024, con moratoria constitucional: en el Congreso, la oposición rechazó en bloque iniciativas del Presidente. Cuando se superó el muro legislativo, el Poder Judicial hizo las veces de oposición con toga, revisando procedimientos con lupa y así frenar o revertir reformas cruciales, como la energética o la electoral.

Fue por esa tensión entre poderes que apareció el Plan C propuesto por AMLO: ganar la mayoría calificada en el congreso, representación de dos tercios, para aprobar reformas constitucionales. De este modo, la reforma al Poder Judicial (decisiva) tendría procesamiento constitucional. En este 2024 electoral, la oposición fue barrida en las urnas y, después de dimes y diretes jurídicos –por asignación de curules vía representación proporcional- se logró el Plan C. La oposición se queja de autoritarismo y hay foros internacionales de derechos humanos que tienen a México en su agenda. Veremos, mientras tanto, qué pasa con la primera elección ciudadana de ministros, magistrados y jueces (junio 2025) que se antoja aire fresco para el anquilosado Poder Judicial.             

LARGO Y SINUOSO CAMINO

La república en teoría funciona a través del equilibrio de poderes. Como superación de la monarquía, la república se propuso la división de poderes para evitar absolutismos. Ese ideal republicano enfrenta siempre la prueba del ácido de la realidad política. Ya se ha dicho: por décadas, el funcionamiento republicano en México se impregnó de simulación.

¿Cuáles son los errores que no deben repetirse? Primero, el del partido hegemónico con visión antidemocrática y fila de componendas; segundo, la dupla estilo PRI-PAN de cuño neoliberal, con ´cuaderno de encargos´ vía Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial; esta dupla de la transición trajo macroeconomía privatizadora y arreglos tras bambalinas en aras de una gobernabilidad prendida con alfileres. Como bisagra de ese entramado, las élites económicas participaban de privilegios que avalaba el poder político.

Por lo anterior, el equilibrio de poderes fue en la práctica subordinación y complicidad dictada por el Poder Ejecutivo, que repartía de forma selectiva el pastel. Se tejían redes de poder meta-constitucional lanzadas por el Presidente.

Decir república, en ese contexto, era mucho decir.  

En el sexenio 2018-2024, más allá de la narrativa de uno y otro signo, hubo tensión entre poderes. No fue casualidad que un gobierno de izquierda encontrara resistencias para avanzar su proyecto de nación. Ahora, el escenario institucional cambió y la colaboración entre poderes que se perfila no debe repetir historias de ignominia republicana. La tentación de quien tiene el poder es mucha.                

(vmsamano@hotmail.com)