Las bibliotecas
LAS BIBLIOTECAS NO DEBEN modernizarse como un fin último y panacea de solución...
CIERRO MI CUADERNO. Y me entero que hoy (24 de octubre) es el Día Internacional de las Bibliotecas. Entonces lo abro de nuevo y me dispongo a juntar palabras. Y me digo: hay de bibliotecas a bibliotecas. Todas ellas con su capital importancia para los individuos y para los pueblos. Los tres o cinco libros que un hombre o mujer tienen guardados con mucho cariño en una parte destacada de su casa, esa es una biblioteca. Quizá ya los leyó, quizá los está leyendo. Y espera ansiosamente tener un libro más. No importa a cuántos llegue en su vida, porque la cantidad no importa. O sí.
UNO DE MIS MAESTROS MAYORES, de mi admiración y aprecio, dice: en muchas familias los libros de texto gratuitos son los únicos que tendrán en sus casas, y los guardan con esmero. Esa es una biblioteca importante. Allí se asoman los niños y los adultos. Allí aprenden que hay mundo más allá de los límites de su barrio, y más mundo más allá de lo que alcanzan a mirar.
NO HAY QUE PREOCUPARSE porque en estos tiempos se asista menos a las bibliotecas. Si antes estaban llenas o casi, y ahora están vacías o casi, ni la culpa la tienen la biblioteca, ni los bibliotecarios, y mucho menos los libros que siempre nos esperan. Tampoco tienen la culpa los niños ni los muchachos. Los libros siempre buscarán la manera de recorrer el camino para llegar a un posible lector. Solo que hay que estar pendiente de esa llegada. Los libros de cartas y poemas de amor siempre tendrán sus destinatarios en los jóvenes. Los demás no lo sé.
LAS BIBLIOTECAS NO DEBEN modernizarse como un fin último y panacea de solución, sino solo adaptarse en lo posible las nuevas tecnologías y flexibilizar su uso entre la mezcla maravillosa de silencios y palabras. Me gusta - a nivel de maravilla- por ejemplo ver los programas culturales de las bibliotecas o enterarnos que habrá un concurso de declamación y oratoria. Cumplen su función, más allá del concepto tradicional -que no se quita- de ser lugares donde hay cientos miles de libros para leer y consultar allí o para llevar. Y si tienen club de cine, igual de maravilla.
PUEDE SER EN UN CAFÉ, como dice la canción, donde uno se enamora. Pero es mucho más significativo que sea en una biblioteca, porque concurren allí muchas más cosas, entre ellas las miradas y el resquicio imaginario para asomarse a otros mundos mediante la lectura de libros, revistas o periódicos. Entonces aparte de los besos (fuera de la biblioteca) habrá siempre temas de qué hablar. Lo importante es que en las escuelas se logre despertar el interés y la curiosidad por aprender. De lo demás las propias personas se encargarán. Buscar, encontrar, y leer libros es una tarea importante y fundamental para el desarrollo personal.
PODREMOS IMAGINAR ASIMISMO una sociedad sin libros. Hagamos el intento. Ni biblias, ni enciclopedias, ni libros para aprender idiomas, ni para entretenernos, ni para consultar, ni para emocionarnos con novelas románticas, ni manera de leer versos, ni de regalar libros, ni de guardar un pétalo entre las páginas de libros, ni recetas de cocina, ni biografías de personas que lucharon con dignidad por un futuro mejor, ni cantos escritos, ni ensayos de filosofía o la vida inteligente de las plantas y las abejas. Sí, es una estupidez (mía, por supuesto) imaginarnos una humanidad sin libros, porque de hecho no seríamos humanidad, otra cosa amorfa sí, pero humanidad no.
POR ESO HOY QUE es Día de las bibliotecas, corre a buscar un libro, aunque no acudas a celebrar en una biblioteca. Hojéalo, huélelo. Y dile "¡gracias!" porque gracias a ellos sabemos algo sobre la existencia y el suceder de las cosas en el tiempo, de nuestros antepasados, y por qué respiramos y amamos. Gracias a ellos andamos erguidos algo conscientes de lo fugaz de la vida. Y fabulamos para entretenernos. Y gracias a ellos se han registrado los conocimientos que han permitido el invento de casi todo lo que utilizamos.
LA BIBLIOTECA NO ES un museo. Y aunque nadie la visitara -que no se desea- es una evidencia de que los seres humanos hemos indagado, buscado, soñado, intentado, no nos hemos conformado. Y que seguimos con la esperanza de un destino de paz y armonía. Y no solo de transcurrir en la vida, sino que hemos aprendido y seguimos aprendiendo. Bien dicen que lo decía Gabriel García Márquez, algo así como que todo fuera diferente si los soldados llevaran en su mochila un libro. Y no lo dudo ni que lo dijo, ni que todo sería diferente.
LA BIBLIOTECA ALLÍ SIGUE donde ya sabes y te espera. Solo que el concepto sigue aún más amplio. No discutas con quien prefiere libro en digital y sí lee y mucho y le digas que es mejor el físico, aunque estés seguro de ello. Porque hay quienes no leen pero afirman orgullosos que prefieren el libro en físico, por su textura, su olor, porque lo puede manipular, y pueden regalarlo. Cada quien es responsable de su propia construcción personal. Y no pasa nada si no se lee y al contrario: sí pasa y mucho dentro de la persona que lee.
GRACIAS A LOS LIBROS y a las bibliotecas. Soy quien soy y hago lo que hago gracias a ellos. No recuerdo si mi primaria donde estudié tenía biblioteca. Pero en casa había una integrada con todos libros de texto que iban dejando mis hermanos y otros que mi padre se encontraba. La secundaria federal 2, Adolfo López Mateos sí tenía su biblioteca y su bibliotecaria. Yo acudía poco, la verdad. La escuela Normal J. Guadalupe Rainero tenía su biblioteca. Allí hacíamos reuniones políticas, allí investigábamos, y allí escuché por primera vez el poema XX de Pablo Neruda y me enamoré perdidamente. Y siempre procuré que en las escuelas donde trabajé, primarias y telesecundarias hubiera una biblioteca por más humilde que fuera.
LA BATALLA POR LAS BIBLIOTECAS no está perdida cuando es el corazón el que se ofrece. Y los bibliotecarios están allí como vigías, como guerreros, como animadores de la lectura. Y muchos maestros y maestras desde las escuelas, también. Y por cierto en Coatzacoalcos cerraron hace ya como 4 años la biblioteca Quetzalcóatl. No se olvida.