¿Cómo afecta la violencia al cerebro?

Actualmente, la violencia se define como el “uso intencional de la fuerza física o el poder real o como amenaza contra uno mismo

Actualmente, la violencia se define como el “uso intencional de la fuerza física o el poder real o como amenaza contra uno mismo, una persona, grupo o comunidad que tiene como resultado la probabilidad de daño psicológico, lesiones, la muerte, privación o mal desarrollo. La clasificación de la OMS, divide la violencia en tres categorías generales, según las características de los que cometen el acto de violencia:

  • la violencia autoinfligida (comportamiento suicida y autolesiones),
  • la violencia interpersonal (violencia familiar, que incluye menores, pareja y ancianos; así  como violencia entre personas sin parentesco),
  • la violencia colectiva (social, política y económica).

En México, alrededor de 50 millones y medio de personas han atravesado algún tipo de violencia a lo largo de su vida, según estima el Instituto Nacional de Estadística y Geografía en el año 2022. Está comprobado que una persona expuesta a la violencia de forma crónica, mantiene una respuesta al estrés que produce cambios estructurales en el sistema nervioso. Uno de los cuadros clínicos más frecuentes es el Trastorno de Estrés Postraumático, el cual se genera posterior a la exposición del individuo a un evento altamente impactante para su vida, su salud o su familia. Ante esto, se generan cambios en estructuras cerebrales como disminución del tamaño del hipocampo, lo cual puede generar problemas en la memoria de trabajo, almacenamiento de información y operaciones cognitivas. También, hipersensibilidad y disminución del volumen de la amígdala, encargada de la respuesta ante el peligro. Además, alteraciones en el eje hipotálamo – hipofisiario, lo que provoca variaciones en el Cortisol, una hormona relacionada con la respuesta al estrés.

Todo lo anterior se vuelve parte de la vida de la persona, generando síntomas severos y a veces persistentes, de ansiedad, anticipación catastrófica, crisis de angustia y síntomas depresivos. Este malestar, confiere a los individuos, disfunción en todos los ámbitos de la vida y un permanente sufrimiento para ellos y sus familias, dado que convivir con una persona con síntomas de ansiedad severos de forma cotidiana, es terriblemente desgastante a nivel emocional, social y económico.

Lo importante de reconocer estas manifestaciones radica en la necesidad de tratar adecuadamente los síntomas que genera la violencia en los individuos y que son curables si se detectan a tiempo y se recibe ayuda profesional. La violencia sigue siendo un fenómeno que afecta al humano en todas las áreas de su vida y que, aunque no lo pareciera, tiene un sustrato que puede modificarse en busca de erradicarla como un mal social. (Psiquiatra/Paidopsiquiatra)