Pensar, mirar, cantar, rezar, abrazar…
“Como divagaciones en juego”, la evocación del autor de verbos seleccionados al azar para evocar su significado de percepciones a partir de vida personal, no de la definición de diccionario
“Como divagaciones en juego”, la evocación del autor de verbos seleccionados al azar para evocar su significado de percepciones a partir de vida personal, no de la definición de diccionario. Todo lo que ha el ser humano hecho, acumulado en la existencia, tanto individual como de grupo, está relacionada con el verbo.
PENSAR. ES BUENO pensar. Es necesario. Es imprescindible. Y lo es hasta por sobrevivencia. Todas las escuelas deberían de enseñar a pensar. Acumular conocimientos está bien, pero de poco sirven si no se sabe pensar. La clase se imparte en lo tradicional. "El que enseña y el que aprende". Se debe basar en la construcción. Y esta se logra en el diálogo permanente y constante. A la manera de preguntar para generar el pensamiento. Sin enseñar a pensar, la escuela no tiene sentido. Es un ente rutinario que ahoga la imaginación, la creatividad y la risa, en el día a día.
MIRAR. EL OJO BUSCA porque el cerebro presiente y sabe. El ojo es inquieto e indomable. Y se asoma a las líneas rectas o curvas, a las formas redondas, cuadradas, irregulares, a los colores tibios, calientes y frenéticos. Y va coleccionando las imágenes que se acumulan. Para luego crear otras. El hombre aprende a mirar más allá de lo cercano. Y a lo lejano tiende su mirar. Todo ello para aprender sobre el espacio y el movimiento que se da dentro de este. Mira y se siente mirado. Se encuentra con miradas afines. Y como acto reflejo guiña en lo alegre y se aleja en lo triste. Trasciende el ver de todo ser vivo. Y lentamente pasa a observar.
CANTAR. NO BASTA CON HABLAR y soñar. Si los pájaros emiten señales en su canto, el hombre desde sus inicios encontró la música como algo natural. Y empezó a imitar no solo a los pájaros. Sino a los sonidos que emiten los animales de su entorno. El niño en su descubrir aprende el guau y el miau. Solo que un día se descubre escuchando canciones en la radio y empieza a cantar. Miento. Escuchaba en la cuna los cantos de mamá. "Duérmase mi niño, duérmaseme ya". Cantar es echar fuera el sentimiento, sea este de alegría o de tristeza. El hombre que canta doblemente reza, dijo San Agustín inspirado un día.
REZAR. DESDE EL INICIO de los tiempos el hombre se encuentra ante lo incomprensible. Aún hoy. Y siempre buscó explicaciones a lo que sucedía. La lluvia permanente. El enojo en el rayo y el estruendo. Y en el clima frío exagerado y caliente exagerado. Y tendió a considerar que son señales de algo lejano, indefinible. Por eso las tantas formas de los dioses. Y aún con el paso del tiempo, no encuentra razones y explicaciones. Por eso es que continúa en su búsqueda, como si estuviera en un laberinto de ideas. Por eso ora, por eso reza. Trata de comunicarse con alguien superior que le aligera las penas, que le descargue la loza de las preocupaciones.
ABRAZAR. LA PIEL nos dio la certeza de que somos hacia dentro y que existe algo hacia fuera. Frontera que requiere sensibilidad para huir o acercarse. Y los brazos se encargaron en la altura del ser humano de tocar lo que se sueña. Hasta que encontró la fórmula en el paso de las eras, del tiempo; la reciprocidad de los brazos abiertos y estrechando con otro cuerpo que tiende los brazos y se abrazan en amistad y amor para ser recipientes siderales de buenas vibraciones.