Hiroshima y Nagasaki: 6 y 9 de agosto
Un 6 agosto, pero de 1945, los gringos arrojaron una bomba atómica sobre Hiroshima, una ciudad japonesa
6 agosto, pero de 1945, los gringos arrojaron una bomba atómica sobre Hiroshima, una ciudad japonesa. Tres días después, el 9 de agosto, arrojaron una segunda bomba atómica en otra ciudad japonesa: en Nagasaki. Con la explosión, en pocos segundos murieron cerca de 250 mil habitantes. Con el paso de los días, habría más muertos por la radiación causada por las bombas.
Es la única vez en la historia de la humanidad que se han arrojado bombas atómicas sobre unas ciudades. Esa trágica y dantesca experiencia creó desde entonces hasta el día de hoy un temor latente, un profundo miedo en la humanidad por la amenaza de una guerra nuclear: eso sería una matanza en masa de habitantes de ciudades enteras y, en pocos días, se daría la extinción de la especie humana.
No quise dejar pasar estas dos trágicas fechas de este mes de agosto, 6 y 9 de agosto, sin hacer algunas reflexiones sobre lo que han significado en el hombre las dos guerras mundiales y las demás grandes guerras como las de Corea, Vietnam, Irak y Afganistán, por citar algunas.
No olvidamos que las dos guerras mundiales dejaron más millones de muertos que los que murieron en Hiroshima y Nagasaki: la primera guerra mundial dejó diez millones de muertos y 20 millones de heridos. La segunda guerra dejó un costo humano de entre 50 y 60 millones de muertos, entre militares y civiles.
Sólo la Unión Soviética sufrió un total de 29 millones de muertos: 12 millones de militares y 17 millones de civiles; Polonia tuvo un costo humano de 600 mil militares muertos y casi seis millones de civiles. Alemania sufrió un costo humano de tres millones, 250 mil militares y dos millones y medio de civiles muertos, es decir, casi un total de seis millones de pérdidas humanas.
El ilustre historiador británico, Eric Hobsbawm, nos dice que durante el siglo XX las guerras dejaron de ser enfrentamientos sólo entre ejércitos y militares y se convirtieron en una guerra total, en “guerras del pueblo”, porque la población y la vida civil pasó a ser el blanco lógico y, a veces, el blanco principal de quienes dirigen la guerra.
También nos dice que las dos guerras liberaron el potencial de crueldad y barbarie latente y reprimido en el ser humano y que la guerra lo permite y legitima. La creciente escalada de barbarie, a nivel mundial, de crueldad y de maldad, mostrada en esas guerras, la hizo el hombre sin sentir excesiva repulsión, ni remordimiento de conciencia. La moral, los valores humanos y la fe que se tenía el hombre antes de la primera guerra fueron tirados a la basura. En nuestros días la crueldad y violencia de los seres humanos es el pan de cada día. Ya se hizo costumbre.
No creo que, al presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, le haya quitado el sueño el haber dado la orden de arrojar las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. La justificación que le dieron a ese hecho fue, y así dijeron, que los japoneses no se iban a rendir, cuando de hecho ya estaban derrotados y que además se hizo para salvar vidas de estadounidenses. Esa absurda e hipócrita doble moral han manejado siempre los gringos: matar gente para salvar gente, aplastar y oprimir pueblos para defender la libertad y la democracia.
De lo que no hay duda es que los gringos tenían temor de un avance militar de la Unión Soviética sobre el Este de Asia y que ocupara Japón. Con la detonación de las dos bombas buscaron además un “efecto psicológico” sobre Rusia y les enviaron una advertencia de que contaban con este nuevo poder.
A muchos dirigentes políticos y jefes militares gringos se les hacía difícil tirar esas bombas dentro de Europa, donde habita población blanca, pero se les hizo no sólo fácil sino deseable arrojarlas en ciudades japonesas donde habitan “subhumanos amarillos”. Así dijeron: “subhumanos amarillos”. Y la mayoría de ciudadanos gringos apoyó esa decisión racista de su presidente y de sus dirigentes.
Con esa hipócrita doble moral racista y para “salvar vidas, la libertad y la democracia”, llevaron la guerra y su odio a Corea y masacraron Vietnam donde también habitan “subhumanos amarillos despreciables”. Y también con esa doble moral racista y para “salvar vidas”, asesinaron a once millones de musulmanes de raza cobriza, con piel morena que, para los gringos, todos son terroristas. ¡Qué incongruencias tiene la civilización cristiana de Occidente! ¿Qué les parece? (Académico universitario)