¿A quién?

PERO A QUIÉN SE LE OCURRE que el amor es eterno. Que todo es blanco o negro. A quien se le ocurre que el sediento no quiere más que agua. Que el hambriento sólo pan.

PERO A QUIÉN SE LE OCURRE que el amor es eterno. Que todo es blanco o negro. A quien se le ocurre que el sediento no quiere más que agua. Que el hambriento sólo pan. Que los equivocados son siempre los otros. A quien se le ocurrieron las magnitudes. Las sirenas con su canto. La tierra con asfalto. Las grandes planchas de concreto. Que alguien me diga el nombre del culpable para llevarlo a la reflexión y dejarle de tarea que haga cien planas en su cuaderno de eso no se hace o algo por el estilo. Algo así sugería Serrat.

YO NO SÉ DE LAS RAZONES que llevaron a tomar esas decisiones. ¿A quién se le ocurre la guerra? ¿A quién señalar culpable de tanto desajuste? Si está escondida  la persona en la cueva del oro no entiendo esa pérdida de tiempo. Que se quede allí en su regocijo de admirar el metal y que le rece las oraciones que quiera. Que le componga y dedique canciones. ¿A quién se le ocurre? Y que los entierren juntos en la misma tumba, hombre con lingotes de oro, a ver qué sucede con el paso del tiempo.

YO ME DESPIERTO CON ESPERANZA en el futuro, en un mejor destino. Pero miro los desatinos que suceden en el transcurso de las horas de un día cualquiera. Me asomo a las noticias y es de trampas que me entero, de entierros clandestinos. Como si ese fuera nuestro destino. A quién se le ocurre el asalto a la tierra, en lugar de asaltar al cielo, entronizado de ideales y de utopías.

A QUIÉN SE LE OCURRIÓ el engaño vil de que el hombre es la especie reina de la naturaleza, vaya desatino, y así se pavimentó el camino propio para la destrucción de todo lo que existe. Y ese afán de acumulación no termina. Se arrasa con los árboles, se contaminan los ríos y mares. Se crea más plástico como si fuera competencia de lo irracional, a ver quién crea la mejor tontería. Y se sigue en lo mismo a pesar de las advertencias o los gritos sordos de quienes con claridad exponen lo que sucede.

A QUIÉN SE LE OCURRIÓ LA MENTIRA, como disfraz natural de la existencia del hombre. Máscara que se utiliza para sonreír sin razones válidas. Y se le dio de patadas a la verdad ocultándola herida en un rincón de la casa o en el cuarto de los cachivaches. Ha servido de poco el decir que aunque tarde, la verdad aparece aunque siga siendo golpeada y vilipendiada. Y es la mentira reina y señora de esta sociedad del vacío. Yo río aunque no lo quiera. Un Diógenes cualquiera se ríe ante tanta mercancía porque nada necesita.

A QUIÉN SE LE OCURRIÓ EL ODIO y la envidia. Que alguien responda por ello. Son las plagas innatas del hombre. El odio daña a quien lo siente, pero genera dolores en la muela del juicio humano y trastorna todo tipo de relaciones no solo a las humanas, sino a la relación interna en la naturaleza, que genera desequilibrios para que parezca que vivimos en el mundo del revés.

Y A QUIÉN SE LE OCURRIÓ LA CREACIÓN del mundo, como experimento o demostración de no sé qué. Si estaba todo bien con la nada, con un vació enorme, con una ausencia de materia. Y de la nada a alguien, que formaba parte de la misma, se hizo todo, aunque bien con esos cuerpos celestes girando en órbita alrededor de sí mismos y alrededor de una estrella, pero para mayor querella universal creo lo magno y lo minúsculo y la vida a como la conocemos, aunque su origen creado fue de algo tan mínimo como no imaginamos por lo de tan pequeño que a ojo humano es imposible captar.

Y NO SE TRATA DE ECHARNOS la culpa y menos a nosotros de tan pequeños que somos como individuos en el magno universo, aunque sí correspondería culpa pequeña al ahondar las consecuencias. Y tampoco echar la culpa (de algo que ni sabemos) a seres de otro planeta o en singular el ser magno y potente que generó todo esto sin dividir en cosa buena y mala. Sino que echó a rodar la materia y que sea lo que Dios (el yo egoísta universal) quiera. Porque no fue a ver qué pasa, sino que todo está bajo ese control divino que devino en desastres y catástrofes y todo lo que conocemos como dañino nos lleva por derroteros que no convienen. Y todo esto quizá, e una hipótesis, por el libre albedrío. Nada es tan mío como la incertidumbre del mañana.

DECÍA QUE ME LEVANTO ESPERANZADO y leo noticias y toda mi esperanza se debilita al enterarme de lo que sucede, entre decretos y reformas, creación de más leyes y normas para controlar a los de abajo que bien nombró Mariano Azuela. Y se mantengan callados ante las injusticias, o agachados que bien nombró Eduardo Del Río. Y todo siga bajo control de esos a quienes no importa el planeta, insensatos, como si tuvieran otro lugar para irse a vivir destruido esta nuestra casa común.

A QUIÉN SE LE OCURRIÓ todo esto, porque no puede ser casual, en todo caso causal, donde una causa arrastra a otra para generar otra así como causa-consecuencia. Y no se diga más. Que a quién se le ocurrió tal y cual cosa es una manera de decir que tenemos que asomarnos a nuestro yo. Y pensar en lo que somos, a ver si así en esas reflexiones y meditaciones logramos sacar algo de uno mismo en provecho de este espacio por donde navegamos, hasta que un día nos quitemos para navegar en otros confines, sin ego, sin ese afán inhumano de ver al otro como enemigo, que ese ha sido nuestro castigo.

Y A TODO ESTO: a quién se le ocurrió la primera palabra y con los años el discurso ordenado y lógico, supuestamente, a la vez que en el transcurso de la historia, la Torre de Babel, para andar más enredados, en supuestos, dichos y opiniones como si fueran verdades y cada quien asume que tiene a la verdad como a un Dios agarrado por los cabellos.