Beryl deja sin energía a Houston, donde el calor "succiona el alma del cuerpo"

Casi un millón de usuarios siguen sin energía tras el paso del fenómeno meteorológico

Beryl deja sin energía a Houston, donde el calor succiona el alma del cuerpo

Sin luz para siquiera encender un ventilador, Josh Vance siente que el calor lo consume dentro de su casa en Houston, la mayor ciudad del estado de Texas, donde casi un millón de usuarios siguen sin energía tras el paso del huracán Beryl.

Mientras operarios trabajan por restablecer el servicio, cientos se guarecen en el aire acondicionado de alguna dependencia pública habilitada como "centro de enfriamiento", tras cinco días sin luz. Otros hacen enormes filas en sus autos para recibir un poco de hielo, agua y alimentos.

El huracán Beryl, entró el lunes en Estados Unidos y dejó al menos ocho fallecidos, siete de ellos en Texas, por cuyas costas ingresó. Su próspera industria petrolera no se vio afectada pero barrios y carreteras se inundaron, árboles fueron arrancados de raíz y se dañaron postes y líneas de transmisión.

Antes de degradarse a dejo a miles de afectados

Antes de degradarse, Beryl dejó a más de dos millones de clientes sin energía. Casi la mitad de ellos aún no recupera el servicio, según el sitio poweroutage.

En Houston, la cuarta mayor ciudad de Estados Unidos, Josh Vance, de 43 años, vive con dos de sus hijos y su gata. Durante el día se resguarda en un centro comunitario con aire acondicionado, cuando las sensaciones térmicas afuera bordean los 40ºC.

  • Pero en la noche debe volver a su casa, que ha recibido el azote del sol. "Lidiar con el calor en casa es terrible. Estamos sufriendo. Trato de mantener el ánimo en alto a mis hijos pero no voy a mentir. Este calor nos está matando. Está succionando la vida y el alma de mi cuerpo", explica.
  • Ha dejado abiertas todas las ventanas pero, pese a ello, encontró "casi muerta" a su gata, que pasó el día allí. "Es una de las cosas más miserables que he sentido en mi vida. Me desperté esta mañana [jueves] con los ojos casi hinchados, cerrados y , rojos, no sé por qué", cuenta.
"Estamos acostumbrados a la energía y, sin ella, es como vivir en el infierno", explica.



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