Y ¿ahora qué lee, maestro?

ESTÁBAMOS PLATICANDO de manera desordenada. Eran varias personas y yo

ESTÁBAMOS PLATICANDO de manera desordenada. Eran varias personas y yo. Era al final de una sesión de taller de lectura. De pronto se hizo un silencio. Y una luciérnaga lo disolvió: "Y ¿ahora qué lee? maestro?" Es una pregunta que casi no me hacen. Así que me toma por sorpresa porque ando leyendo páginas de uno y otro libro -como colibrí en las flores- y no tengo una respuesta de ya, de "es este". Y luego de relampagueantes segundos, digo uno u otro. "Ahora estoy leyendo Más Platón y menos Prozac", de Lou Marinoff. Y a partir de allí me agarro para comentar.

SU TÍTULO LO DICE como adelanto: es necesario para la salud física y emocional, más reflexión, más pensamientos y menos químicos, menos pastillas de la "felicidad".  Estimular al cerebro con pensamientos y no con medicamentos cuando no es necesario, aunque la industria farmacéutica ponga mala cara.

TODOS TENEMOS PROBLEMAS que nos generan emociones diversas. Y todos ellos  tienen vías teóricas para ser tratados. Así algunos dependen de factores externos, los cuales causan malestar y otros de factores físicos personales, que pueden ser los trastornos. Recordemos, aunque sean afirmaciones comunes y en extremo lógicas: lo que fue, ya fue, no lo podemos cambiar. Lo que es, es. Y lo que viene es lo que será. Y solo es en esta afirmación última que a partir de ahora podemos influir.

CUANDO NOS HA SUCEDIDO algo catastrófico, al día siguiente nuestro pensar se encuentra en extremo preocupado, y diciendo que no hubiera sucedido si hubiera hecho otra cosa, si hubiera tomado otra decisión. Como si quisiéramos recorrer la cinta de la película del pasado y hacer que no sucediera lo que finalmente sucedió, lo cual es imposible. A ese tipo de pensamientos nos lleva la mente.

ESTOY LEYENDO ese libro. Unas hojas por día. No muchas. La filosofía por muchos años ha andado entre las nubes, por allí en los cenáculos y en la academia. Y el pueblo raso ha estado al margen, no a la deriva, porque esa necesidad de ideas la cubren otras instituciones, sin que yo mencione alguna. Y ese cuerpo de ideas son las que nos hacen andar, opinar y atinarle o meter la pata, por decirlo de esa manera.

A VECES SE CUELAN frases de filósofos y se hacen populares. Si llegan a los muros de internet, nos gustan y las compartimos. Sócrates: "Yo solo sé que no sé nada". Heráclito: "Nadie se baña dos veces en el mismo río". Diógenes con su lámpara encendida de día por las calles de Atenas: "ando buscando personas honradas". Y así podemos seguirle con otras. Asimismo hemos escuchado de nuestros mayores los refranes: "Camarón que se duerme se lo lleva la corriente".  "A caballo regalado no se le mira el diente". "Mujer que sabe latín, no sabe moverse, ni tiene buen fin". Y muchos más.

TODO ESO, JUNTO con las creencias, leyendas, tradiciones, historias, experiencia, vamos conformando nuestro ideario y en conjunto nuestra filosofía de vida. Nuestro actuar está determinado por todas ellas. Solo que a unos les va bien y muy bien en el mejor sentido de la expresión (paz, armonía, tranquilidad, amor, trabajo), y a otros todo lo contrario (tienen deudas, negocio que emprenden, negocio que fracasa, pierden relaciones o se les dificultan estas, pierden el empleo, etcétera). Solo que no vinculan lo que les sucede con su conjunto de creencias.

LA FILOSOFÍA DE VIDA todos las tenemos, seamos lectores o no, seamos profesionistas o no, sean doctorados o apenas terminada la escuela primaria. Porque siempre se aprende de nuestro alrededor.  Hay personas que pudiendo hacer lo que quisieran hacer, su mente tiene el pensamiento anclado como fardo: "no puedo". Y hasta allí llegan, por más que intenten convencerlos de que lo intenten. Y en el caso de que lo intenten, lo hacen a manera de comprobarle a los demás que realmente no pueden. En cambio hay otros cuya filosofía de vida les manda a intentarlo, se dicen: "no sé si lo logre, pero lo voy a intentar". A diferencia de los otros, quienes ni siquiera lo intentan.

EL FUNCIONAMIENTO DEL CEREBRO  es complejo. Y mucho más lo es el cerebro humano. La toma de decisiones en muchos casos es en automático. Y el cerebro es entrenado en familia de manera informal desde el nacimiento, y ya más de manera formal en preescolar y lo que sigue. Sé de la clase en los 3 o 4 años de los conceptos "arriba", "abajo", "al frente", "atrás", etc. El cerebro se viene entrenando. El niño de campo aprende a no asomarse al pozo de agua por el peligro, de no caminar por atrás de los caballos porque dan patadas, reconocen la víboras si son venenosas o no. Todo eso es el aprendizaje. Hay niños a los que los llevan a la iglesia o templo y hay a quienes no. Todo es un proceso de aprendizaje. Y todo ello es lo que nos hace ser quienes somos y hacer lo que hacemos. Solo que vuelvo a lo mismo: ¿Y por qué a unos les va bien en la vida (paz, tranquilidad, trabajo y amor) y a otros no, por lo que andan angustiados, deprimidos, ansiosos, consternados, etcétera?

¿Y USTED QUÉ LEE por ahora? fue la pregunta. Y trato de responder. Porque no es fácil en mí. No soy de los que agarran un libro y no lo sueltan hasta que lo terminan. Abro uno y otro. Y si les menciono los nombres de cuatro o cinco de los que ando abriendo, por estos días, seguro que van a pensar que soy muy desordenado y desorganizado. Así que mejor les comento de uno: "Más Platón y menos Prozac". Y ya no les digo que abro el "Nuevo recuento de poemas", de Jaime Sabines. Lo abro en cualquier página y donde caiga leo, por ejemplo el poema "Los amorosos" o "La tía Chofi". Abro el De Santiago Posteguillo, "La noche que Frankestein leyó al quijote”. Y el de "El viejo y el mar", y otros más.

REITERANDO: a unos su filosofía de vida les hace bien y le da buenos resultados. Y a otros con la suya -filosofía de vida- les va mal. Y aunque esto les suceda y se quejen de todo,  no están dispuestos a cambiar de ideas (porque no creen que se deba a ellas). Y allí siguen, tercos, desaprovechando la bella vida.