Escala Crítica

AMLO ofreció un cambio de modelo –del neoliberal al de bienestar- y en el camino de sus tres campañas a la Presidencia propuso un “Proyecto de Nación” que fue adecuándose a las condiciones de la competencia por el poder

México, cambio de régimen y de modelo;

la Constitución, parches sociales y bloqueos

*Una larga disputa por la Nación y sus recursos, otra etapa

*Constitución, neoliberalismo y sexenios para borrar las leyes

*La contienda desde dentro y fuera del movimiento obradorista


DESDE LOS AÑOS OCHENTA del siglo pasado, hace ya medio siglo –que rápido pasa el tiempo-, los investigadores Rolando Cordera y Carlos Tello publicaron un documentado texto sobre “La disputa por la Nación”. Decían entonces que México enfrentaba dos grandes proyectos: por un lado el neoliberal, que buscaba imponer la integración con Estados Unidos y el libre juego de las fuerzas del mercado; por otro, el nacionalista que abogaba por un programa de reformas económicas y sociales para lograr otra integración, la nacional, con todo lo que significaba en democracia social, política y económica.

Ocurrió, como usted sabe, la irrupción del llamado modelo tecnocrático o neoliberal y la agudización de las contradicciones tanto a nivel de pueblo –más pobreza y marginación, contrarios a la promesa de un desarrollo para todos-, como en la clase política.

Hubo una ruptura en el partido gobernante, se unieron las izquierdas; el Partido Acción Nacional –conservador- obtuvo gubernaturas y luego la Presidencia, hasta que finalmente ocurrió un sacudimiento mayor: un movimiento social encabezado por Andrés Manuel López Obrador reunió estratégicamente a los más diversos grupos y llegó a Palacio Nacional. AMLO ofreció un cambio de modelo –del neoliberal al de bienestar- y en el camino de sus tres campañas a la Presidencia propuso un “Proyecto de Nación” que fue adecuándose a las condiciones de la competencia por el poder.

Ahora, Morena –el movimiento fundado por López Obrador- está ante el desafío de decidir qué sigue ya sin AMLO en la Presidencia. Esta semana terminan las campañas de quienes aspiran –por invitación expresa- a encabezar la siguiente etapa. La semana próxima se realizarán las encuestas y los primeros días de septiembre serán determinantes en la ruta del cambio de conductor en el cambio de modelo.

GANAR POSICIONES

LA DISPUTA POR LA NACIÓN tiene varios escenarios. Uno de ellos es el marco constitucional. Entre poderes que chocan y se lanzan mensajes con sello incluido, el marco constitucional cruje y la coyuntura electoral 2024 presagia choques mayores. ¿Deseo ciudadano? que en el presente mexicano prive la búsqueda de justicia social y la lucha política con orden legal (no legaloide).  

Quienes se instalaron en la vorágine neoliberal en los ochentas, y todavía antes, tuvieron los siguientes 30 años para adecuar la Constitución a sus deseos e intereses.

Grupos de poder, históricamente, se han apropiado el marco constitucional para disfrazar la parte por el todo. La disputa por la nación pasa por una batalla de significados a plasmar en el texto constitucional y, más aún, a interpretar con el privilegio de ser la autoridad. La política mexicana, siglos XX y XXI, refleja una telaraña de cambios e interpretaciones sesgadas que debilitaron la convivencia pública, mientras la intención expresada era la contraria: que las modificaciones constitucionales consolidaran acciones de justicia social y cumplieran promesas de revolucionaria memoria.

Veamos, a continuación, cómo los cambios constitucionales se multiplicaron en la letra de la ley, mientras en la práctica las élites seguían sin mirar a los ciudadanos.          

CONTITUCIÓN Y MICROONDAS

EL PAÍS TIENE BASE jurídica flexible, por decir lo menos. A esa ‘flexibilidad’ contribuyen los más de 800 cambios constitucionales en 106 años de existencia (1917-2023). Comparaciones: Estados Unidos ha realizado 27 enmiendas a su texto constitucional, en 235 años de existencia; España refundó su república en 1978 con nueva Constitución y sólo se ha reformado en 3 ocasiones. Brasil también tuvo nueva Constitución en 1978 y 45 años después las modificaciones suman 70. Saque cuentas el lector. El piso constitucional mexicano es inestable. Hay enmiendas que apuntan en distintas direcciones sociales, con abierto contrapunto de intereses políticos.

Por ejemplo, privatizar significa en teoría más peso empresarial en la economía, productividad estratégica e incremento de riqueza. En la práctica, privatizar ha significado el beneficio de pocos en detrimento de muchos: desmantelar servicios públicos y afectar incluso el patrimonio de grandes franjas de población. No hay coherencia entre los numerosos cambios constitucionales.

De este modo, la aplicación del Estado de Derecho en México resulta accidentada desde su mismo fundamento. La construcción de la república, a largo plazo, pasa por una revisión jurídica exhaustiva y el rediseño institucional, hacia afuera (vía tratados internacionales) y hacia adentro (división de poderes, autonomía y funciones no invasivas).

Le seguimos en una próxima escala.  

AL MARGEN

AYER el equipo de Marcelo Ebrard dio a conocer seis encuestas en las que en tres el ex canciller está en primer lugar, Claudia Sheinbaum en dos y en otra más hay empate técnico. Esto sirvió de marco para que Ebrard insista en su nuevo lema de campaña “Claudia o yo”, con la que descalifica a los otros aspirantes y que es motivo de protesta. Con esta propaganda busca remontar los datos de por lo menos oras 14 encuestadoras que dan ventaja a la ex Jefa de Gobierno de Cdmx. Esperemos que esto no sea el preámbulo para desconocer a la encuesta madre, la que dará resultados el 6 de septiembre.

 (vmsamano@yahoo.com.mx)