Una triste historia de Felonías

Lo que comenzó como una promesa de protección por parte de Isabel la Católica hacia su sobrina Juana, terminó en una amarga traición.

Isabel, llamada la católica, fue madrina de bautizo de su sobrina Juana, hija del Rey Enrique IV de Castilla, a la que en ese acto juró proteger y guiar, como su segunda madre,  sobrina que también fue jurada como heredera del trono, pero a la que más adelante le robó ese mismo  solio  insultándola y difamándola como ilegítima al llamarla “Juana, la beltraneja”.

Pero estamos ante un  rosario de felonías. Esta misma Isabel, en 1464, para casarse con  su primo Fernando de Aragón, falsificó una supuesta Bula del Papa Pio II  en que autorizaba a este a casarse con   una prima, autorización que en aquel entonces se requería, y de esta manera se realizó este matrimonio en lo escondido y en forma ilegal, para esos tiempos.

Posteriormente el cardenal Rodrigo Lanzol y de Borja (Borgia en italiano) consiguió la Bula de Simancas del Papa Sixto IV legalizando la unión  de Isabel y Fernando, y este mismo cardenal, ya como el depravado Papa Alejandro VI , fue quien los nominó como “Reyes Católicos”, asignatura que asumieron a partir de entonces los monarcas españoles.

Isabel y Fernando firmaron el 25 de noviembre de 1491    las capitulaciones de la rendición de Granada, el reino nazarí que ya era tributario de Castilla, en que se comprometían solemnemente a respetar  religión, vestimenta, alimentación, costumbres e incluso sus propios jueces,  pero al siguiente día que abrieron las puertas de sus murallas, entró el satánico Torquemada con su picota y su hoguera. El mismo Torquemada, de sangre judía,  que meses después logró el Decreto de expulsión de miles de familias judías de España, pero con la de encima, dejando todos sus bienes a favor de la Corona.

Juana, llamada “la loca”, fue la tercera hija de Isabel y Fernando, pero por muerte de sus hermanos mayores, se convirtió en la heredera del Trono. Isabel, la usurpadora, murió en 1504 y Juana fue declarada Reina de Castilla. Fernando murió en 1516 y Juana fue ahora declarada Reina de Aragón. Por tanto, fue la primer monarca de todo el territorio de la actual España.

Legalmente fue la Reina, de Castilla y Aragón, hasta su muerte en 1555,  pero en los hechos el que ejerció el poder fue su hijo Carlos, que para ejercerlo, encerró a su propia madre en un convento, a piedra y lodo, y actuó como un tirano. Enfrentó la rebelión de “los comuneros” , que liberaron a Juana y le suplicaron “usted es nuestra Reina, a usted le obedecemos”, pero Juana dijo que no iba a luchar contra su hijo.  Y Carlos, que se autollamaba I de España y V de Alemania, la encerró en Tordecillas, donde estuvo presa 46 años. Como ella era poco afecta a la religión, la orden terminante de su propio hijo, a más de encerrarla y despojarla de su trono, fue que la obligaran a ordenarse como monja, aun cuando tuvieran que torturarla.

Tres años, después de la muerte de Juana, que su propio hijo llamaba “la loca”, en 1558 muere Carlos, que legalmente fue rey solo tres años, que no emperador, como se hacía llamar.

Y tanto los Austrias como los Borbones, nos presentan múltiples dramáticas y deprimentes historias como estas y son los monarcas que pretenden representar al noble pueblo español.