Abierto el juego de la sucesión; sin cartas marcadas

Adelantados los tiempos de la sucesión presidencial, hay quienes piensan y suponen que el presidente Andrés Manuel López Obrador designará al sucesor

Adelantados los tiempos de la sucesión presidencial, hay quienes piensan y suponen que el presidente Andrés Manuel López Obrador designará al sucesor, a pesar de haber reiterado en varias ocasiones que él no se erigirá en el gran elector, que el dedazo ya es historia.  

El candidato presidencial de Morena saldrá de una encuesta. Así lo establecen los estatutos de ese partido. La mayoría de los aspirantes (Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López) acepta ese método electivo. El pueblo lo elegirá y López Obrador le otorgará su respaldo, sea mujer o sea hombre. Ese es el compromiso expresado públicamente y ratificado en privado. 

Solo uno plantea (Ricardo Monreal), como una voz en el desierto, que la candidatura se dispute en una contienda interna, organizada por el Instituto Nacional Electoral (INE), propuesta que no ha tenido ni tendrá eco al interior de Morena, por el riesgo que implica que se infiltren adversarios de otros partidos para imponerlo como candidato. Además no se debe ignorar la posición de Morena y del Presidente en relación al organismo que encabeza Lorenzo Córdova.

Hay quienes todavía no “les ha caído el veinte” de que Morena no es el PRI, que la sucesión presidencial como ritual priista es cosa del pasado, ese método no comulga con la 4T por ser antidemocrático. 

Los tiempos del PRI se fueron para nunca más volver. Ya no hay tapados ni destapador. Ni pronunciamientos de las fuerzas vivas ni cargada, mucho menos el ungido desde Palacio Nacional.  

Morena tendrá un candidato presidencial propuesto por el pueblo, porque lo que se busca es garantizar la continuidad del proyecto de transformación nacional. Sheinbaum, Ebrard y López Hernández, ha dicho el Presidente, tienen la capacidad para sucederlo en el cargo y continuar por esta ruta. 

Ninguno apuesta a ser como él –porque cada persona es distinta, hay además tiempos y circunstancias- , pero sí tendrán que comprometerse a dar continuidad y profundizar los cambios iniciados por López Obrador. Cada aspirante tiene su propia biografía, conoce sus fortalezas y debilidades, sus formas de hacer y entender la política; pero lo que sí deben tener muy presente, y en eso no hay discusión, la lealtad a este proyecto. Así se lo han dicho al mandatario quien se prepara a un retiro ganado a pulso y mucho sacrificio.

Ninguno de ellos apuesta a ser una mala copia del Presidente. Simplemente el pueblo no se los permitirá. Los sondeos de encuestadoras diversas ubican a Morena muy por arriba de los otros partidos en la contienda presidencial de 2024. La oposición ni siquiera unida se acerca a la coalición en el poder.

El triunfo de Morena, podría decirse, está asegurado, pero el pueblo los llamará a cuentas, si como se dice en lenguaje choco, salen puque. No esperan más de lo que hasta ahora ha hecho el presidente López Obrador, que ha sido mucho, pero tampoco menos; eso sería inaceptable. 

El presidente honrará su palabra. No influirá en el ánimo de la gente a favor ni en contra de ningún aspirante morenista. Lo que él señala es la importancia de evitar que se pierda el rumbo con alianzas inconfesables. El juego sucesorio está abierto y no hay cartas marcadas. Ganará la encuesta quien concite mayores simpatías, el que garantice a la gente que habrá continuidad y no retroceso. 

Esto seguramente aplicará Morena en las nueve gubernaturas que se disputarán en 2024: una encuesta en la que el pueblo califique aspiraciones y personalidades. 

POSTDATA

Queda la tarea para la oposición decidir su método, pero primero lograr puntos de coincidencias. Mucho más que sólo estar contra López Obrador, porque eso hasta ahora no les ha funcionado.