Religión, ética y los libros de texto
¿Qué ética le pueden inculcar a sus feligreses si ellos son los primeros que no cumplen con los diez mandamientos?
Uno de los Diez Mandamientos dice: “No mentirás”. Sabemos bien que a través de la historia de la Iglesia Católica muchos de sus curas han mentido, pederastas algunos han fornicado y, con ello, han violado otro mandamiento.
Mienten al ocultar y alcahuetear a los pederastas; mienten al afirmar que ya leyeron los libros de texto gratuito y, sumándose como siempre a las clases ricas y retrógradas, han proscrito esos libros de un plumazo. ¿Qué ética le pueden inculcar a sus feligreses si ellos son los primeros que no cumplen con los diez mandamientos? Eso me recuerda a aquel que cura que les decía a sus feligreses: “hagan lo que yo les digo, pero no hagan lo que yo hago”. No fue el cura Masiel quien lo dijo, lo dijo otro cura.
Durante la colonia y el siglo XIX los curas atemorizaron a los feligreses, abusaban de su ignorancia, los amenazaban con la mentira de que si no se confesaban irían al infierno y, más aún, si no pagaban el diezmo. Y esto fue un jugoso negocio de la iglesia: por ello se volvió la institución más rica de esos años. Y el mandamiento que dice: “no robarás”, quedó en el olvido. Llegó Juárez y demás liberales y le pusieron alto a ese robo.
No ignoro que han existido sacerdotes, Padres, verdaderamente Padres, que a lo largo de la historia de la Iglesia Católica con su vida han dado muestras de pobreza, de humildad y de amor al prójimo tal como el Señor Jesucristo lo enseñó. Padres, como el doctor Olivares Valentines, buen amigo, han sido fieles a las Escrituras y amigos de todos. Por cierto, él fue nuestro compañero maestro de nuestra amada Universidad.
Pero lo que no entienden muchos curas y dirigentes de la Iglesia es aquello de “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Los curas de los que hablé párrafos atrás han estado siempre con el César, con el poder terrenal, con el dinero, con TV Azteca, con Televisa con toda la clase rica y con los magistrados de la corrupta Suprema Corte. En su costumbre de mentir nada dijo la alta curia del clero, ni en México, ni en Roma de la matanza del “Dos de octubre de 1968”, ni de la del “Diez de junio de 1971”. Tampoco Telesistema, hoy Televisa, de Emilio Azcárraga Vidaurreta dijo nada de aquellas matanzas.
Y hoy han hecho una bulla con los libros de texto gratuito en solidaridad con esa televisora de Salinas Pliego y con ayuda de la suprema corte. ¿Y con qué autoridad moral descalifican hoy a los libros de texto gratuito diciendo que llevan los virus del comunismo?
La clase dominante, la rica oligarquía, con el apoyo de TV Azteca, de Televisa, de la prensa chayotera y de la Iglesia le ha apostado siempre a la ignorancia y a la mentira. Esas televisoras proyectan en sus canales puros programas necios, pura basura, para embrutecer a la gente: una sociedad así es más fácil de gobernar. La aversión, la tirria contra los libros de texto, y demás libros, deriva de ese propósito: de que los niños no aprendan a pensar.
Instigada por una secta religiosa, la ignorancia en Chiapas acaba de quemar los libros, los quemó un pueblo indígena que consume 800 litros de Coca-Cola al año per cápita. Y si México tiene el penúltimo lugar en lectores de libros, qué se puede esperar de esos pueblos de Chiapas donde esa bebida forma parte de los rituales “donde se veneran santos y vírgenes cristianas bajo ceremonias mayas en las que incluso se practica el chamanismo dentro de la misma iglesia, y la CocaCola forma parte de las ofrendas. Los eructos que provoca ese refresco ayudan a purificar el alma”: les dicen los curas a los ignorantes indígenas. Mismos curas que han prohibido los libros de texto gratuito y se manifiestan hoy. La ignorancia del pueblo le conviene a la iglesia y a la clase dominante. Por cierto, el cacique de esa región es el distribuidor de la Coca-Cola.
A propósito del tema Julio Astillero, en el periódico La Jornada del pasado lunes 21 de agosto nos dice de la llegada de la maquiladora Trans Textil Internacional propiedad de Kamel Nacif que luego fue condenado por pederastia. La llegada de esa empresa se debió al entonces presidente Vicente Fox y Martha Sahagún. De acuerdo con el gobernador de Chiapas Pablo Salazar, nos dice Julio Astillero, Vicente Fox apoyó al empresario textilero con una nave industrial sin costo, entregada a título de comodato, infraestructura pública para operación de la planta y “becas” gubernamentales para subsidiar los sueldos del primer semestre de las empleadas, en total unos 20 millones de pesos.
Citando al investigador Miguel Pickard, Julio Astillero nos dice: “los trabajadores de esa empresa son 60 por ciento mujeres, 40 por ciento indígenas con una edad promedio de 22 años. Reciben sueldos de 40 3 pesos diarios, por jornadas de diez horas diarias, o sea 45 horas a la semana, repartidas en cinco días más dos domingos al mes. Cuando no cumplen con la cuota mínima de prendas tienen que quedarse trabajando hasta completar la cuota, sin pago adicional. Las prendas se venden en los grandes almacenes como Walmart, Sears o Target en Estados Unidos a 20 dólares, o sea, 500 veces más de lo que se le pagó a la trabajadora”. Y eso es explotación humana.
En 2007, nos dice Julio Astillero, 300 obreras, la mayoría indígenas, fueron despedidas y recibieron liquidaciones de 2 mil a 4 mil pesos. Xóchitl Gálvez, coordinadora de asuntos indígenas en esos días, se prestó a esas maniobras corruptas e ilegales de Vicente Fox y el pederasta Kamel Nacif: no hizo nada Xóchitl Gálvez ante el abuso cometido contra centenares de mujeres indígenas. Indígenas así oprimidos y explotados, los mismos que purifican su alma con eructos de Coca-Cola, quemaron los libros en días pasados en Chiapas. Y eso conviene a la oposición. Eso conviene a gente como Vicente Fox, Xóchitl Gálvez, Salinas Pliego y Claudio X. González que no dijeron nada de la quema de esos libros. La ignorancia del pueblo le conviene a la oligarquía y para ello sacan el obsoleto petate del muerto del comunismo. (Investigador de la UJAT)