Paraderos

Más que impugnar, el PAN debe corregir sus propios errores

La dirigente estatal del PAN, Jemima Alonzo Qué, y su candidata a la gubernatura, Lorena Beaurregard decidieron impugnar la elección de gobernador, por insistir en que el dos de junio hubo una elección de Estado, en lugar de aceptar que su estrepitosa derrota se debió a que su presencia en el estado es testimonial y muchos otros factores.

Prefieren seguir en el autoengaño que aceptar su dura realidad. No admiten sus propios errores que hicieron más escandalosa su caída en las urnas. Digan lo que digan, los panistas nunca aceptaron que Lorena Beaurregard fuera su candidata.

Conocían su trayectoria, sus antecedentes y de lo que era capaz con tal de ganar protagonismo. Lo comprobaron con sus expresiones irrespetuosas hacia los ciudadanos por no respaldar sus aspiraciones. Por eso la bajísima votación.

Las encuestas también anticiparon el pobrísimo resultado en la jornada electoral. La dirigencia estatal panista prefirió ignorar esa advertencia que tratar de recomponer la estrategia electoral a fin de mejorar sus números.

Estaban más interesados en asegurar sus ambiciones personales sin tomar en cuenta que, para concretarlas, había que asegurar los votos. Como otros dirigentes partidistas, Alonzo Qué se auto asignó el primer lugar en la lista de candidatos a diputados plurinominales, desplazando a cuadros panistas valiosos, como Juan José Rodríguez Prats, a quien relegaron en la relación entregada al IEPCT y lo pusieron a competir en el distrito local XX sin recursos y sin apoyo.

Solo ellos estaban convencidos de que con Lorena Beaurregard iban a obtener una mejor votación el dos de junio. Tan seguros se sentían que se agandallaron las mejores posiciones, ya se veían en el Congreso, pero los ciudadanos les dieron una dura lección en las urnas.

Los votos obtenidos reflejan lo que ya se sabía de antemano del PAN: un partido sin registro, empequeñecido, con escasa militancia, dominado por una burocracia partidista sin idea ni convicciones político-ideológicas.

Menos mal que aclaren que su impugnación no es para pedir anular la elección, sino para dejar constancia de que siguen creyendo sus propias mentiras.